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Les Petits Riens: una empresa social en Bruselas

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Translation by:

Puri Lucena

Sociedad

En tiempos de crisis, ¿es hora de optar por las cosas de segunda mano? En Bruselas, la tienda de la organización ‘Las Pequeñas Naderías’ es la opción. Además de vender muebles baratos y libros, entre otras cosas, ofrece a los sin techo otra oportunidad

Laurent y Johan se encuentran en la entrada de Les Petits Riens (algo así como 'Las pequeñas naderías'), una tienda que lleva en la calle Américaine, 101, desde 1955. Los clientes le entregan pequeños recibos rosas y azules y ellos les entragan las bolsas con sus compras, a la vez que saludan y se despiden de todos. Laurent le dice adiós a una señora mayor. Se pone su gorra mientras lía un cigarrillo. “Bueno, está bien que exista este lugar”, dice. “Pero seamos honestos, pese a todo es un negocio. Un negocio social. Pero obtienen dinero con esto". Laurent ha pasado tres años en la cárcel, trabaja en Les Petits Riens y vive en un alojamiento que le ha conseguido la empresa desde junio de 2009. “Pero quiero conseguir un trabajo real y ganar dinero”, señala mientras se despide de nuevo de otro cliente. “Por supuesto, entiendo que algunas personas no han trabajado en su vida y necesitan dar un primer paso. Pero, ¿la gente como yo? Me gustaría tener otro tipo de trabajo, no estas ‘actividades’, como ellos lo llaman. Al decir ‘actividades’, Laurent se refiere a la tarea de ocuparse de la entrada. “Pero soy feliz de estar aquí”.

Edouard Froidure

Todos los que obtienen un lugar para vivir a través de la organización Les Petits Riens cuentan con alojamiento y comida gratis. A cambio, deben realizar tareas específicas. El sistema, desarrollado por muchos años, comenzó en la década de los años 30, cuando el párroco Edouard Froidure construyó áreas de juegos para los niños desfavorecidos y organizó colectas de ropa y muebles para repartirlos entre los indigentes. En 1937, fundó el primer albergue en Bruselas para hombres sin hogar a la vez que les ofrecía un trabajo recogiendo estos objetos usados para venderlos después. En su página web, Les Petits Riens se describen a sí mismos, entre otras cosas, como "40.000 noches para los sin techo, 40 trabajadores sociales y 65.000 comidas ofrecidas”.

La idea de Froidure continúa a día de hoy. “Nuestra tarea es luchar contra la pobreza y la exclusión social en Bélgica. Tratamos de ofrecer a la gente que se acerca a nosotros una solución a largo plazo”, dice su director, Julien Coppens al resumir la misión de la organización. Como antes, el colectivo recoge donaciones de objetos y dinero, vende cosas usadas e invierte las ganancias en varios proyectos sociales como alojamiento para personas sin hogar. Un albergue en Bruselas puede ofrecer una alternativa de vivienda a 120 personas, además de 20 plazas adicionales para antiguos sin techo que están en proyectos supervisados de vivienda social. Las tiendas emplean 170 trabajadores regulares. Alrededor de otros 120 tienen un contrato de un año y se preparan para su reinserción en el mercado laboral. Estos proyectos sociales son posibles gracias a muchos donantes y, no en menor parte, por quienes compran cosas de segunda mano en las tiendas. “Aproximadamente el 60% de nuestros clientes no tienen un ingreso regular”, estima Coppens. “Son también desempleados, estudiantes, personas con bajos ingresos o pensionistas”. Compran en Les Petits Riens por motivos financieros. El otro 40% tiene unos ingresos normales. “Vienen por los precios razonables, la originalidad de lo que vendemos o porque es divertido hurgar entre las cosas para encontrar algo especial”.

Aprender y vivir

Espacio en Saint-Gilles (Bruselas)Los muebles están en el primer piso: mesas, sillas, armarios o sofás. Algunas cosas tienen una etiqueta con el precio, otras, el cartel de ‘vendido’. Bayram se sienta en una de las mesas sin dejar de liar cigarrillos. Va por el quinto y el sexto está en camino. Lleva un mono de trabajo y una gorra negra. Cumplirá 59 años en marzo. “Si, trabajo aquí”, afirma. Nacido cerca de Ankara, en Anatolia, llegó a Bélgica en 1973. “Siempre he trabajado, hasta 2006”. El paro le llevó hasta Les Petits Riens en 2007 por primera vez. Después, pasó un tiempo en otro albergue y ha estado viviendo y trabajando aquí desde julio de 2009. Esto solo es una crisis para él. “Pero no me quejo, estoy satisfecho. Y aquí no ves la situación que hay fuera. Por el momento, trabajo sin un sueldo, pero no está mal”. Continúa liando un cigarrillo y se detiene de nuevo: “Una cosa sobre la crisis. Ya no te permiten fumar dentro”, advierte mientras lanza una sonrisa divertida.

Henri explica el concepto. “La gente que vive aquí aprende a trabajar y a respetar a los demás”. Este hombre de 49 años trabaja para Les Petits Riens desde hace tres y es el responsable del primer piso. “A veces, solo tienes que escuchar. No solo a los que trabajan aquí, también a los clientes. En ocasiones, solo necesitan a alguien que les escuche”. La forma en que los voluntarios, empleados y los inquilinos trabajan juntos es de verdad algo especial. Henri cree que “realmente tiene que gustarte trabajar aquí”.

La crisis económica no ha afectado muchos las ventas o la cantidad de donaciones que reciben. La venta de ropa ha caído un 5% desde mayo de 2009, explica Coppens. “En otros departamentos, las ventas se mantienen estables o incluso han experimentado un leve incremento”. Sin embargo, las peticiones de albergue y comida han aumentado en los últimos tres años: “La crisis ha incrementado los problemas que ya existían con anterioridad”. La organización del trabajo es más difícil por la desorganización natural de los políticos belgas, que toman diferentes decisiones para un mismo tema, y por la falta de inversión en el sistema social. “Las dificultades que nuestros inquilinos enfrentan aumentan, lo que hace que sea aún más difícil reinsertarlos en la sociedad”.

Fotos: ©Stanislaw Jagiello; petitsriens.be/

Translated from ‘Les Petits Riens’ in Brüssel: Soziales Netz in Krisenzeiten