Entre rubores y bloody marys
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alejandro díaz-blancoImaginemos la escena. Estamos en un karaoke con los colegas japoneses del trabajo y acabas de cantar por los Beatles, por lo que decides brindar en el habitual modo británico o español. A tus palabras “chin chin, amigo” le siguen caras de asombro, risas por lo bajo y, eventualmente, carcajadas. En el mundo anglosajón, brindar con las palabras “chin chin” lo sitúa a uno en el clásico rol británico: imperial, pijo y felizmente borracho. En el país del sol naciente, sin embargo, es casi seguro que el significado de esta frase se pierda en la traducción, ya que “chin chin” es la palabra infantil que utilizan los niños japoneses para referirse a su… ehem…
Curiosamente, los orígenes de esta expresión provienen de muy lejos de las costas británicas. También utilizado en francés como “tchin tchin”, esta frase vino a Europa desde China. En el siglo XVIII, “ts’ingsts’ing”, una forma de saludar, se podía oír en la jerga inglesa que se utilizaba en los puertos de China. Los mercaderes británicos, entre otros muchos bienes, trajeron la expresión a su patria, y esta se introdujo en el lenguaje popular. Fue durante su largo viaje de vuelta a casa y gracias a los muchos brindis que en ellos tenían lugar, que la expresión se transformó en el más conocido “chin chin”.
Translated from Between blushes and bloody marys