¡Te voy a dar una hostia!
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La mayoría de los extranjeros que se acercan a España conservan una visión idealizada de la veneración de los ritos cristianos que aquí se da. Pueden darse peligrosos malentendidos. Si alguna vez se encuentran con un español exclamándoles “te voy a dar una hostia”, echen a correr enseguida o prepárense para defenderse. Al igual que sucede con la expresión romana “te voy a dar una pizza” o con la francesa “te voy a dar un pan”, no se trata de ningún gesto de amabilidad local.
Quien con tanta vehemencia se expresa, no pretende hacerles una demostración de su devoción inquebrantable, y menos emplearse en uno de esos ejercicios de proselitismo al que son tan dados los cristianos ofreciendo el santo sacramento. De lo que está hablando es de propinarle un puñetazo. Y es que, contra lo que se suele suponer, en España, con su gusto por lo grotesco y lo paradójico, se disfruta mucho del uso de blasfemias. Un consejo: acepten sólo hostias ofrecidas dentro de una iglesia.