Riace: la solidaridad de unos, el futuro de todos
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Mireia Bel GarritHasta hace 10 años, Riace era uno de los muchos pueblos de Calabria destinados a desaparecer debido a la emigración masiva de sus habitantes. Hoy en día, en cambio, se ha convertido en una de las localidades más famosas de Europa, repoblada por la inmigración de ultramar. El siguiente reportaje confirma que los inmigrantes son necesarios para las sociedades italiana y europea.
Ya en 1998, tras desembarcar en Riace Marina, 200 prófugos de Kurdistán fueron acogidos por los habitantes del pueblo. Los jóvenes fundadores de la asociación Città Futura (dedicada al párroco siciliano asesinado por la mafia, don Giuseppe Puglisi), entre los cuales se halla el actual alcalde Domenico Lucano, decidieron ayudarlos: contactaron con los propietarios de casas abandonadas y que ya no vivían en el pueblo y, a cambio de pequeños trabajos de restauración en las viviendas, les pidieron que las alquilaran para poder acoger a los refugiados.
Es así como Riace se convirtió en una alternativa a los centros de internamiento de extranjeros, también conocidos en Italia con el nombre de pseudocárceles étnicas, discutibles en cuanto a eficacia, gastos y métodos de gestión, donde por cada huésped se gastan entre 60 y 70 euros al día. En un principio, el propósito de Riace era dar una casa y un trabajo a los inmigrantes para así reducir los gastos de manutención de los refugiados que participasen en los distintos programas (solo 20 euros al día) y mejorar la economía local. Actualmente en Riace hay tres programas: SPRAR (Sistema de protección para los refugiados y asilados), Minori non accompagnati (Menores no acompañados) y Emergenza Nord Africa (Emergencia África del Norte).
Recuperando los antiguos oficios
La idea principal del Riace Village, además de restaurar las casas abandonadas, es también la de recuperar las tradiciones y el folclore del pueblo. Es por ello que se ha creado un taller textil gracias al cual se rescata la producción de hilo de ginesta, un antiguo oficio de la localidad. Con el tiempo, han llegado los talleres de cerámica, vidrio, punto de cruz y chocolate, así como también se ha construido una carpintería.
Es así como se ayuda a los inmigrantes a encontrar un trabajo. Muestra de ello es el caso de la joven refugiada etíope, Abeba, quien encontró un empleo como intérprete después de participar en el proyecto SPRAR: "Estoy aquí desde 2007. Traduzco del árabe, el tigriña y el amárico para aquellos que vienen aquí y no hablan italiano. Me siento bien aquí". O como Helem, una muchacha eritrea que estaba embarazada de ocho meses cuando llegó a las costas calabresas. Helem sólo quería buscarse la vida: ahora trabaja en el taller de punto de cruz y puede mantener a su hija. Issa, un refugiado de Afganistán que también huía de los talibanes, vive en Italia desde hace casi 10 años. Actualmente es un habitante más de Riace y trabaja en el taller de cerámica: "Llegué desde Turquía en un barco. Primero trabajé en el telar, después me puse a elaborar mermeladas de naranja e incluso recogí aceitunas". Le encanta su trabajo y le gusta estar en Italia, pero habla con nostalgia de Afganistán y de la familia que dejó allí: "¡Si no existiera la guerra...!", suspira.
Un modelo contra la despoblación
Ya son casi 220 los inmigrantes que ahora viven junto con los 1.600 residentes originarios del pueblo. Gracias a las gestiones de Città Futura, existen 60 camas disponibles para la acogida de nuevos inmigrantes, un centro de menores y varias casas disponibles para alquilar a turistas y a familias de inmigrantes que, después de participar en los proyectos, deciden quedarse en Riace. Caterina, miembro de la asociación, nos explica la labor de esta organización: "Los talleres, las distintas actividades, las bolsas de trabajo, las contribuciones para el alojamiento... hacemos lo que podemos para no dejar a nadie en la calle una vez terminado el proyecto. Al final, estas actuaciones tienen efectos positivos en la economía local porque los propietarios de las casas reciben un alquiler, los inmigrantes tienen gastos aquí y nosotros, gracias a ellos, tenemos un trabajo".
Los nuevos residentes abren negocios y mandan a los hijos a la escuela local, que también gracias a ellos ha vuelto a abrirse. Los profesores vienen al pueblo, los constructores tienen más trabajo, al igual que los panaderos, los estanqueros y el histórico zapatero de Riace, ahora jubilado, que hace zapatos de piel a mano: "Los inmigrantes vienen a mi casa para reparar sus zapatos, pero gratis: no pido dinero a cambio porque sé que no tienen". En el pueblo, de hecho, circula una moneda especial –una divisa que los inmigrantes utilizan para los gastos diarios y que sustituye temporalmente a las subvenciones europeas, las cuales llegan siempre tarde– con la cara de Gandhi en los billetes de 50 euros, de Martin Luther King en los de 20 y del Che Guevara en los de 10.
Riace, además de destacar por la acogida, sobresale por la sostenibilidad. Junto a la producción de aceite y de mermeladas, ha nacido una fábrica didáctica que depende de la cooperativa agrícola y está formada por locales e inmigrantes. Esta iniciativa incluye campos para plantar árboles, huertos, tiendas y establos con una gran variedad de animales, como vacas lecheras y los populares asnos de Riace, los cuales ayudan en la recogida selectiva de residuos puerta a puerta. De esta tarea, se encargan dos nuevos habitantes de Riace: un afgano y un ghanés que, a su vez, son fundadores de la cooperativa mixta Gli aquiloni (Las cometas).
Riace también forma parte de la Rete dei Comuni Solidali (Red de Municipios Solidarios), un proyecto que pone en contacto a los administradores de ciudades ricas con los de otras poblaciones más desfavorecidas. Gracias al apoyo de esta red, la asociación ha abierto un punto de venda en línea de productos típicos realizados en los talleres.
A día de hoy, el alcalde Domenico Lucano pide colaboración para un proyecto de construcción que conceda casas a los inmigrantes: "El mensaje que surge de nuestra experiencia de más de diez años es que los municipios del interior, que han vivido de cerca el problema de la emigración, ahora pueden acoger, en vez de continuar despoblándose. Se trata de poner en marcha mecanismos de microeconomía local que puedan convertirse en vías alternativas para repensar el futuro de la comunidad. Al fin y al cabo, los refugiados no son un problema, sino un recurso".
Fotos: © Isabella Balena.
Translated from Riace, la città dei migranti venuti dal mare