Generación(es) Sida
Published on
Translation by:
Alfonso Carlos Cobo EspejoLos días 20, 21 y 22 de marzo, Sidaction (campaña de concienciación contra el sida) intentará conseguir fondos para la investigación contra el virus de inmunodeficiencia humana (VIH). Es la ocasión para sacar de nuevo a la palestra una enfermedad fuera de lo normal que ha matado a más de 25 millones de individuos en menos de 30 años
Una campaña de publicidad censurada por el gobierno americano: “2.863 personas han muerto en el World Trade Center frente a los 40 millones infectados por el VIH en el mundo. El mundo se une contra el terrorismo, también debería unirse contra el Sida”. La lucha contra el Sida, quizás víctima de su éxito, parece hundirse en Europa occidental. Constatamos un recrudecimiento de las prácticas sexuales sin protección. Es cierto que entre la población homosexual ha resurgido masivamente la idea de practicar el sexo 'a pelo', sin protección por voluntad propia entre parejas que tienen el mismo estatus serológico o entre parejas a las que no les importa. Pero no es menos cierto que esto también sucede entre los heterosexuales: “A muchos de ellos, porque consideran que tienen buenas costumbres, se imaginan por encima de toda sospecha, sin razón", señala el Dr. Lanzmann: “el VIH no es sensible a los argumentos morales”. De hecho, es entre las mujeres heterosexuales de 30 años donde crecen de manera más rápida las tasas de infección.
Una de las principales razones de estas conductas arriesgadas se deben a un hecho histórico bastante simple: las generaciones más jóvenes solo han tenido una percepción de la sexualidad ensombrecida por el temor de la infección y han tenido que aceptar a menudo los métodos anticonceptivos (en primer lugar, el preservativo) como status quo. Por el contrario, para aquellos que han conocido los primeros contagios, el descubrimiento del virus y, algunos años después, la desaparición masiva de seropositivos, se protegen bastante mejor puesto que saben a lo que han sobrevivido. Sin embargo, estas dos generaciones separadas por dos o tres decenios no han tenido apenas la oportunidad de evocar los años oscuros del sida.
El mito del “cáncer gay”
Aparecido en Estados Unidos a principios de los años 70, los investigadores necesitaron cierto tiempo para determinar que se trataba de un virus. Este periodo de incertidumbre (se creía que la enfermedad estaba relacionada con la inhalación de poppers -nitritos-), asociado al hecho de que los primeros infectados fueran homosexuales, favoreció la tesis del 'cáncer gay'. Se veía de alguna manera como un castigo divino, sobre todo en una América tradicional que se ofendía con las primeras luchas por el reconocimiento de los derechos cívicos, homosexuales sobre todo, de los cuales Harvey Milk fue un precursor.
Aparecieron dos actitudes contradictorias: a algunos les invade una verdadera psicosis con respecto a esta enfermedad desconocida. Fin de las relaciones múltiples, fin de las prácticas que pudieran ser arriesgadas, abstinencia total: “En aquella época, yo era todavía virgen, reconoce Franco (Croacia), pero el Sida ha retrasado diez años mi entrada en la vida sexual”. En el otro extremo, una franja de la población no cambió en absoluto sus prácticas, rechazando el uso de los preservativos: “Explicábamos a la gente que no era peligroso dar la mano a un seropositivo ni beber en el mismo vaso que ellos”, señala Caspar (Dinamarca).
En 1983, un equipo francés del Instituto Pasteur, bajo la dirección de Luc Montagner, descubren el retrovirus agente causal del Sida y consiguen establecer una prueba de diagnóstico serológico. A pesar de los avances médicos, los tratamientos siguen siendo parciales e intervienen a menudo demasiado tarde. A mediados de los años 90, millones de personas mueren a causa de esta enfermedad. “He perdido a parte de mis amigos en 1995-1996 a causa del Sida y ninguno de ellos era gay”, cuenta Benoît (Bélgica). Léon vivía en Auvernia compartiendo piso con otros dos chicos: “De los tres, yo he sido el único que ha sobrevivido. En esa época, de media, era casi normal un entierro por semana”.
La pandemia invisible
Hoy en día, la investigación sobre el Sida ha avanzado tanto que, si bien sigue siendo una enfermedad mortal, las terapias aseguran una esperanza de vida que puede alcanzar hasta los 35 años. “Soy seropositivo desde 1986, me he curado y el virus es hoy indetectable. Sin embargo, mi amigo murió de Sida en 1998”, explica el búlgaro Vacliz. Los grandes avances de los tratamientos es haber hecho desaparecer prácticamente las manifestaciones clínicas de la enfermedad. El Sida se ha convertido en una pandemia invisible y por tanto, el derecho de los seropositivos es un objetivo capital. Sin embargo, una minoría mantiene actitudes de negación, abiertamente criminales. En Facebook, el grupo 'He transmitido el Sida a, al menos, una de mis parejas (pero la culpa es suya, solo tenían que insistir en que usáramos el condón)', tiene más de 800 miembros, lo que suscita la indignación y la rabia de otros internautas.
Por tanto, los pequeños avances médicos dan la impresión de que la elaboración de una vacuna terapéutica está cerca, hecho que suscita el entusiasmo de la prensa (“¡Por fin una vacuna para los enfermos del Sida!”, en Le Parisien del pasado 12 de febrero). Sin embargo, estos anuncios son más bien perniciosos en el sentido de que pueden llevar a un exceso de confianza: “Tú ya no mueres de Sida hoy en día si sigues el tratamiento adecuado”, ironiza el alemán Marcus. Y es que el Sida acaba todavía con la vida de 5.700 personas al día y la entrega del Premio Nobel de Medicina a los investigadores del Instituto Pasteur que están trabajando sobre el VIH el 6 de octubre de 2008, demuestra su sorprendente actualidad.
El autor de este texto es miembro de cafebabel.com enClermont-Ferrand.
Translated from Génération(s) Sida