Galileo: ¿El Airbus del espacio?
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Fernando Navarro SordoEuropa acaba de crear la Política Espacial Común, pero su proyecto principal, Galileo, sigue paralizado por las disputas entre las empresas privadas que componen el consorcio internacional.
Las ocho empresas que componen el proyecto europeo de satélites Galileo tenían que haber llegado a un acuerdo para designar un director antes del 10 de mayo. En vano. Galileo, el ambicioso programa de posicionamiento por satélite, es el resultado de unas sinergias entre los sectores públicos y privados de la UE y la Agencia Espacial Europea (ESA). Los inversores privados no logran ponerse de acuerdo en relación a las subcontratas que se realizarán más tarde, y el sector público se ve ahora obligado a inyectar 4.900 millones de euros si desea ver al proyecto llegar a buen puerto. Se trata de un asunto que provocó una fuerte oposición de los Estados Unidos y que hoy, el Comisario europeo de Industria, Günter Verheugen, ha calificado de “estúpido”.
Mientras se pensaba en un principio que Galileo estaría operativo en 2008, los observadores más optimistas hablan de un horizonte para 2012. Günter Verheugen, sin embargo, ha declarado en abril pasado que “abandonar Galileo no era una posibilidad a tener en cuenta”.
Un proyecto económico paneuropeo
Tras el fracaso de la Constitución, Galileo encarna para muchos la iniciativa perfecta para volver a colocar la identidad europea en primera plana, proponiendo a los ciudadanos un proyecto económico de envergadura. Las aplicaciones comerciales de Galileo van desde la navegación de los vehículos terrestres mediante control satélite hasta la gestión del transporte marítimo. El satélite podrá también ser utilizado durante operaciones de salvamento, en situaciones de emergencia y para la explotación de recursos mineros.
Hoy por hoy, el sector aeroespacial y de la navegación por satélite está en pleno auge. El mercado del sistema de posicionamiento por satélite representaba 60.000 millones de euros en 2005; con un crecimiento previsto del 25% al año, podría alcanzar los 400.000 millones de euros en 2025. Galileo representa una increíble fuente de ingresos potenciales, susceptibles de crear unos 100.000 empleos cualificados y de gran valor añadido. Según un estudio realizado por el instituto Euroconsulte en 2002, cada euro invertido en proyectos espaciales es susceptible de generar un beneficio de 7 a 8 euros, sobre todo gracias al desarrollo de industrias cuyo crecimiento depende en esencia de Galileo.
Dicho esto, invertir en el sector espacial comporta muchos riesgos. La presencia aplastante del GPS (Sistema de Posicionamiento Global) americano ofrece ya datos a las empresas y a los particulares a cambio de tarifas modestas, poniendo en tela de juicio la rentabilidad de Galileo. A decir verdad, es difícil saber si encontrará su público.
A la conquista del espacio
El valor estratégico de Galileo tampoco es insignificante. Por ahora, Europa depende por completo del sistema GPS, que puede ser bloqueado en todo momento por el Pentágono norteamericano en caso de desencuentros políticos. Los Estados Unidos, líder mundial en la carrera hacia el espacio, desconfían de su futuro competidor, Galileo. Lo que más temen es que sus múltiples aplicaciones se puedan usar para fines beligerantes, como dirigir misiles balísticos.
Por su parte, Rusia, China, Brasil e India invierten grandes cantidades en este sector: la competencia será feroz y si Europa no despierta se verá adelantada.
Europa, víctima de su retraso
El retraso causado por desacuerdos entre las empresas encargadas de la gestión de Galileo podría manchar la viabilidad económica del proyecto. Si los trabajos hubieran finalizado en 2008, como preveía el Libro Blanco en 2003, se hubiera aprovechado de un largo plazo de exclusividad, suministrando sus servicios de posicionamiento vía satélite más modernos del mundo. Sin embargo, con las mejoras que se le están realizando al GPS, o al lanzamiento de los sistemas Glonass (Rusia) y Beidou (China) previstos para 2012, Galileo deberá hacer frente a una ruda competencia desde sus primeros pasos.
Didier Seivre, asistente del Departamento de Posicionamiento de la ESA, explica que la situación no es tan grave como lo parece: “nuestros competidores también llevan retraso, y según las informaciones de que disponemos, los sistemas de posicionamiento norteamericano y chino no sacarán su nueva versión antes del lanzamiento de Galileo. Cuatro años de retraso, no es tanto para un programa de la envergadura de Galileo, sobre todo si nuestros competidores se encontraran con nuestros mismos problemas.
Una estructura con talón de Aquiles
También según Didier Seivre, el principal problema descansa sobre su acuerdo de concesiones y subcontratas: tendría que haber sido firmado en 2005 y aún no ha sucedido. “Imaginar una estructura de toma de decisiones dividida en dos fue ingenuo por nuestra parte. Habíamos previsto dedicar una parte al desarrollo tecnológico, bajo responsabilidad de la ESA y otra a la concesión y explotación del satélite, confiada a Galileo Operating Company y supervisada por la Comisión europea. Para salir de este callejón sin salida, la única solución es incitar a las autoridades públicas a invertir más en el proyecto, endosándole la responsabilidad de las dos ramas”.
El Parlamento sigue “preocupado por el hecho de que las negociaciones acerca de la concesión estén en punto muerto desde hace meses”. En cuanto a la Comisión, para evitarle a Galileo un destino como el de Airbus, ha presentado el 16 mayo pasado una propuesta para salvar el programa.
Translated from Galileo, kosmiczny Airbus