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El moralismo francés irrita a los irlandeses

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Pedro Picón

El no irlandés entristece, en especial a Francia, próxima 'presidenta' de la UE. Sin embargo, las lecciones morales de los galos no han hecho sino exasperar a los irlandeses…

“Estoy más que afectado, estoy abatido”, dijo Jean-Pierre Jouyet, el secretario de Estado francés de asuntos europeos, cuando se anunciaron los resultados del referéndum irlandés, un viernes 13. Un 53,4% de los irlandeses han votado no/nil (en inglés y gaélico) rechazando por tanto la ratificación del Tratado de Lisboa, firmado en 2007 tras doce años de negociaciones y tres textos sucesivos (Ámsterdam 1997, Niza 2000 y el Tratado Constitucional en 2004). 

A la indignación de los promotores de Europa se le añade la voluntad de entender lo ocurrido: ¿Se debe a la influencia de los medios –sobre todo del magnate Rupert Murdoch-, de los grupos de presión favorables al no, del enigmático ‘Mister No’, Declan Ganley? ¿O se debe a una incomprensión del texto y a un desinterés de los electores? Podemos preguntárnoslo, pero sin necesidad de faltarle el respeto a nuestros vecinos insulares, ya que Francia tiene la propensión de dar lecciones morales cuando juzga la elección (libre) de los irlandeses.

Kouchner no se entera 

(Foto: world economic forum/flickr)“Las primeras víctimas de un ‘no’ eventual en el que no quiero creer, serían los irlandeses”, comentaba Bernard Kouchner, ministros de Asuntos Exteriores francés el pasado nueve de junio. “Sería como mínimo contrario a una actitud honesta, que no podamos contar ahora con los Irlandeses que han contado mucho con el dinero de Europa”. 

Este argumento es innegable en el fondo: la tasa de paro más baja de la Unión, un crecimiento óptimo del PIB… ¿Alguien da más? Sin embargo, y quizá a causa de su historia, a los irlandeses les horroriza que se les diga qué hacer y los sermones de Francia, explotado e instrumentalizado sin piedad por los detractores del Tratado de Lisboa, ha tenido al final un efecto contrario al pretendido. Tanto que hasta los partidarios del sí han criticado la actitud francesa: “Sus declaraciones son inapropiadas, los electores irlandeses son capaces de tomar sus propias decisiones”, se indignaba el líder democristiano Enda Kenny del partido Fine Gael, en la oposición.

Francia poco espabilada

De todas formas, ¿qué hacer con ese sentimiento natural de rencor dirigido contra los irlandeses, que muerden la mano que les ha dado de comer cuando están saciados? Como sea, los discursos moralizadores están fuera de lugar cuando vienen de un país que, en 2005, no hizo prueba de su entusiasmo hacia el Tratado Constitucional y que fue el primero en indignarse a causa de la ratificación parlamentaria del Tratado de Lisboa. 

Sylvie Goulard, presidenta del movimiento europeo en Francia, dice que el no irlandés no es menos escandaloso que el no de los agricultores franceses a Bruselas. Los franceses que se mofan de la libre determinación irlandesa… esa actitud puede ser la explicación de los resultados del escrutinio, aunque queda por demostrar. Bernard Kouchner, lúcido, profetizaba tiempo antes de que se supieran los resultados que “Francia no debía hacerse la listilla”. 

Presidencia rompecabezas

La moraleja de esta historia es que la presidencia francesa de la Unión, que empieza en dos semanas, ya está minada por ese rechazo. Los dirigentes quieren mostrarse optimistas: “Europa no está en crisis ni averiada”, asegura Jean-Pierre Jouyet, mientras que Bernard Kouchner sermonea y espera ver cómo reaccionan los nueve países que deben continuar con la ratificación del tratado, y en particular la República Checa y su presidente, ahora contra el texto. Queda ver si el presidente Sarkozy, que quería ser la voz cantante del tratado simplificado, se ve obligado a reorientar su concepción de la presidencia y replantearse la relación entre la Unión y las preocupaciones de sus ciudadanos.

Translated from Une french leçon qui irrite