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Volver a casa y construir Kosovo para la Unión Europea

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Translation by:

Argemino Barro

Sociedad

Tras una década de abundante ayuda humanitaria y delicados vaivenes políticos, Kosovo echa cuentas: ningún crecimiento económico, paro, corrupción... Sin embargo, muchos jóvenes vuelven del extranjero llenos de formación e ideas para construir un futuro con vistas a la Unión Europea.

Una nueva clase dirigente intenta abrirse paso en Kosovo. Pero corre el riesgo de quedar atrancada por la espesura y la corrupción de un país [según 75 miembros de Naciones Unidas; para el resto es una región secesionista serbia; ndr] que, hasta ahora, no ha mantenido sus promesas para los jóvenes. “Es una élite que no representa al país sino a una contratendencia. Volvieron para cambiar las cosas”, explica Agron Bajrami, redactor jefe de Koha Ditore, el primer periódico de Kosovo. ¿Optimistas? ¿Ingenuos? ¿Agarrados a las redes sociales como los carbonari [revolucionarios liberales italianos] a los panfletos en el siglo XIX? Quizás esta nueva clase logre sacar a Kosovo de la apatía corrompida para llevarla a la integración europea.

Algunos de ellos no se reconocen en Vetevendosje!, un viejo movimiento crítico de extrema izquierda favorable a la autodeterminación del pueblo kosovar, hoy situada en la oposición como tercera fuerza política. No pertenece ni a la vieja guardia ni la nueva asimilada por las estructuras gubernamentales. Muchos kosovares de origen albanés buscan el diálogo con los serbios. Instruidos y abiertos a Europa, tienen en mente modificar sus posiciones sociales y profesionales; han viajado y estudiado fuera, y ven el aislamiento de algunos jóvenes serbios como un obstáculo para el estado de derecho y el desarrollo democrático. Viniendo de Alemania, de Suiza, de Inglaterra o de los Estados Unidos, vuelven a un lugar empantanado que, para ellos, puede ser una tierra de oportunidades.

¿Tierra de oportunidades?

“Actualmente, una parte importante de la juventud ya ha perdido esa visión de Kosovo como tierra de oportunidades”, asegura Michael Giffoni, el embajador italiano en Kosovo. El optimismo, fuerte en el momento de la independencia, disminuye tan rápìdo como se desarrolla la crisis económica. “La situación corre el riesgo de convertirse en una bomba de relojería”, afirma con preocupación.

Arben Avdiu ha vuelto de Arizona, en Estados Unidos, donde fue consultor de contabilidad financiera. “Volví hace dos años, después de la independencia. Aún sabiendo que aquí, en mi sector, no puedo hacer gran cosa. Así que me até la manta la cabeza y me lancé a la agricultura junto a otros tres asociados." La idea es simple: superar el concepto de agricultura familiar, hasta ahora el único modo de explicación de la tierra en Kosovo. “El terreno es bueno y el clima favorable. Tengo la intención de implantar mi negocio aquí, y no volveré a irme…”, declara.

¿Y la corrupción ? Pues es palpable. De todas formas a los jóvenes no les gusta hablar de eso. Es algo que por ahora debemos aceptar, dicen algunos. Pero, a veces, pagar el “impuesto” ya no es soportable. Por eso muchos jóvenes trabajadores autónomos se resignan a abandonar sus proyectos de empresas.

Siempre es posible encontrar escapatorias para lograr proyectos. Bajar Nracaj, joven arquitecto que inmigró a Suiza en los años 90 para terminar sus estudios, volvió con una idea: la Bunateka, una biblioteca instalada en las escuelas donde los niños puedan divertirse aprendiendo. ¿Cómo sortear el problema de la corrupción? “El Gobierno noruego ha creído en mí y ha financiado la instalación de bunatekas en siete escuelas.”

Bujar no es el único que ha rechazado pagar el “impuesto". El gran memorial de Prekaz, construido en recuerdo de 52 víctimas de la familia Jashari asediadas durante tres días y masacradas durante un ataque serbio en 1999, fue levantado gracias al impulso de uno de los supervivientes: Murat Jashari, hoy una persona conocida en Kosovo. El proyecto fue aprobado con una cláusula bien precisa: una llamada a ofertas transparentes. La idea de base era crear una fundación con financiación sobre todo extranjera. El Gobierno quiso participar, pero la familia Jashari exigía transparencia en el origen de los fondos. Hoy, el mausoleo de Prekaz es un lugar de peregrinaje para muchos albano-kosovares. Con sus 52 ataúdes colocados sobre el suelo de mármol.

Al lado de los kosovares de retorno, encontramos extranjeros que no quieren irse. Sarah Wishmann dejó su país para instalarse en Pristina, enamorada de un albano-kosovar y de “la bondad y el orgullo del pueblo balcánico.” Esta alemana no se lo pensó dos veces cuando, hace dos años, decidió venir a vivir al corazón de la antigua Yugoslavia, donde trabaja en el proyecto Kosovo 2.0 junto al realizador Ardit Bejko.

El horizonte europeo y la lucha por la visa

¿Traerán la liberalización de las visas una nueva fuga de cerebros?Bajo una apariencia apática, la cosa está que arde. ¿Qué ocurrirá cuando los ciudadanos de Kosovo obtengan una visa para viajar? ¿Asistiremos a una nueva diáspora en dirección a Europa? No, no habrá fuga de cerebros, afirma Njomnsa. Con 30 años y una vida desarrollada entre Albania, Alemania, Libia y Rusia, este psicólogo volvió a su tierra para desarrollar su actividad. “Este país, explica, es una verdadera tierra de oportunidades. Sin duda la visa tendrá una función positiva a nivel psicológico: permitirá viajar con más libertad, instruirse, conocer otras culturas y sentirse integrado en una comunidad internacional para superar el complejo de ser el recién nacido de Europa. Pero eso no conllevará una emigración masiva, como ocurrió antes de la guerra.”

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Ante todo, es necesario generar cohesión alrededor del Gobierno, explica Jashari, para que Kosovo se convierta en una entidad respetable a ojos de la comunidad internacional. “Sólo después de eso podremos comenzar con las reformas internas.” Con vistas a la alta política europea y al crudo conflicto con Serbia, el embajador Michel Giffoni añade que “el único camino a seguir es la perspectiva europea que permitiría garantizar la estabilidad en la región, la prosperidad y los derechos de los ciudadanos. Por otra parte”, concluye, “es impensable que una Serbia que no reconozca Kosovo sea parte de la Unión Europea.”

Este artículo forma parte del programa Orient Express Reporter 2010-2011, una serie de reportajes realizados por cafebabel.com en los Balcanes. Para saber más hacer click en Orient Express Reporter.

Foto: portada y pasaporte: © Ezequiel Scagnetti; www.ezequiel-scagnetti.com; bunateka: pantallazo del sitio bunateka.com

Translated from Kosovo under 30: “Should I stay or should I go?”