¡Viva la flexibilidad!
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álvaro navarro¿Estamos realmente seguros de que todos los jóvenes desean un contrato fijo recién acabados sus estudios universitarios?
El trabajo flexible, de duración determinada o de media jornada es a menudo objeto de críticas, a veces injustas o superficiales. Este tipo de ocupación es percibida como sinónimo de explotación al trabajador por parte de un sistema económico cada vez más globalizado. Las empresas de trabajo temporal están siempre criminalizadas de antemano, acusadas de preocuparse sólo por el beneficio del empresario en detrimento del trabajador. Pero, ¿es esto del todo cierto?
El vaso medio vacío de la "precariedad"
No buscamos desmentir o confirmar esta acusación, sino transmitir otro posible punto de vista más moderno y optimista sobre el desarrollo del mercado del trabajo europeo.
De ahora en adelante, estamos todos convencidos de que un mercado del trabajo flexible requiere de trabajadores flexibles: tanto mentalmente (para aceptar nuevos desafíos) como físicamente (teniendo en cuenta la creciente movilidad del trabajo). Para no perderle la rueda a la globalización y no deambular sin rumbo, es necesario adaptarse al entorno y a la búsqueda del aprovechamiento de oportunidades que ofrece la economía moderna. En realidad, la globalización no es sólo un vínculo o un mercado más abierto en el cual las empresas están siempre más internacionalizadas a través de las inversiones extranjeras, sino que ofrece más oportunidades al trabajador predispuesto a aceptar los nuevos desafíos que ofrece el futuro. La apertura de los mercados, así como la caída de las fronteras económicas, es un signo de libertad: la desregulación burocrática nos permite movernos como y donde queramos dentro de los límites europeos. Esto significa que una vez hayamos aprendido varios idiomas -fundamental para cualquier joven que tenga una mínima ambición- podremos optar a un trabajo con idénticas oportunidades que un español en Madrid o un holandés en Ámsterdam. O incluso con algún punto a favor de más, ser extranjero puede hoy en día convertirse en una ventaja competitiva. Entonces, ¿qué está haciendo todavía ahí? Deje en casa todos sus temores y disfrute de las oportunidades que nuestros padres siempre soñaron poder tener.
El vaso medio lleno de la "flexibilidad"
El trabajo temporal es uno de los aspectos más comunes de la nueva economía mundial. Es inútil mirar con nostalgia al pasado: en cambio, es mucho mejor prepararse para el futuro y que este no nos pille por sorpresa. Siendo cierto que un contrato temporal nos crea inseguridad, esto es sólo una cara de la moneda; del otro lado, la flexibilidad nos da la posibilidad de coleccionar una serie de experiencias distintas las unas de las otras, de tener un currículum diferenciado del resto, y -¿por qué no?- de saciar nuestras ansias de viajar. Este tipo de ocupación no nos asocia a ningún lugar, ni nos concreta en una realidad. No obstante, sí nos consiente una salida, una nueva escapatoria. Para los recién licenciados, este tipo de trabajo menos desafiante –y a menudo peor remunerado, todo sea dicho- permite desarrollar una función importante: ayudar a individualizar mejor el campo en el cual intentamos trabajar. Que no se trate de un capricho sino de una exigencia, debido a la creciente especialización de los estudios. Escogiendo estudios que abarcan cada vez más disciplinas, los estudiantes se encontrarán más a menudo frente a la dificultad de elegir qué camino emprender. En este escenario, una experiencia a través de un contrato temporal puede ser la justa dimensión para darse cuenta de cuál es el sitio de cada uno.
Mercado más libre = mayor libertad
Podría parecer una banalidad, pero el trabajo flexible tiene además otra ventaja de apariencia trivial: permite un mayor tiempo libre, el cual aumenta la calidad de vida o incluso permite desarrollar en paralelo otro empleo, quizá más placentero aunque peor retribuido. Muchos profesionales necesitan un puesto que a menudo significa incluso trabajar gratis formándose durante meses o años para el trabajo que realmente se desea empeñar. Entonces, ¿qué mejor oferta que un puesto de seis meses que permita entretanto ganar un dinero mientras se puede formar en otro campo más interesante y adaptado a las características de cada uno?
No obstante, sigue habiendo gente que mira con perplejidad esta posibilidad, que sueñan con un trabajo seguro de por vida, el cual ya no existe; gente que mira con nostalgia una época que ya forma parte del pasado. ¿Tienen ellos razón o somos nosotros los ingenuos? Tal vez, la verdad se encuentre como siempre en un punto intermedio, pero a veces viene bien una pizca de optimismo.
Translated from Viva la flessibilità!