Una ciudad entre guerras: Odesa y los desafíos que esperan a su nuevo gobernador
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Melisa Laura DíazLas calles están inestables, pero tranquilas por el momento. Desde que comenzó la revolución en Kiev contra Yanukóvich hace un año y medio, el puerto más importante de Ucrania, Odesa, ha soportado un ambiente muy particular. Su nuevo gobernador, el controvertido ex-presidente de Georgia, Michael Saakashvili, deberá caminar sobre la cuerda floja.
Odesa es una ciudad muy conocida, tanto por su turismo como por su delincuencia, y ha atraído una amplia variedad de personas a sus costas.
Su multiplicidad se remonta a sus orígenes: tras ser fundada por Catalina la Grande en 1794, y convertirse en un puerto libre en 1819, atrajo comunidades turcas, griegas, judías, moldavas, rusas y ucranianas que se asentaron en la zona del puerto, que lleva el nombre del famoso héroe homónimo de la Antigua Grecia.
Un par de semanas atrás, un nuevo gobernador fue designado para la provincia meridional de Odesa. El presidente de Ucrania, Pyotr Poroshenko, le pidió a su amigo de la universidad y ex-presidente de Georgia, Michael Saakashvili, que reorganizara la compleja provincia de Odesa. Saakashvili es un crítico declarado de Putin, por lo que los medios de comunicación tomaron esto como una jugada simbólica de Poroshenko. Como dijo Josh Cohen de The Moscow Times, Poroshenko quiso “darle un tirón de orejas al oso ruso.”
Otros creen que fue una forma más del eterno favoritismo político en Ucrania. De hecho, es difícil de explicar, en primer lugar, cómo es que un ex-presidente de Georgia, que huyó de su país en el año 2013 acusado de abuso de poder durante su presidencia, recibió la ciudadanía ucraniana y fue designado para su cargo actual.
En una entrevista con la revista francesa le JDD del 31 de mayo, Saakashvili explicó que no hay ninguna razón para que Ucrania sea aún más pobre que Moldavia y Albania actualmente. “Ucrania tiene el poder agrícola para alimentar a toda Europa”, dijo. De hecho, el país es el sexto mayor exportador mundial de trigo y es a menudo denominado el granero de Europa.
Saakashvili ya ha empezado a trabajar para alcanzar uno de sus objetivos más importantes: la reparación de las calles de Odesa. Sin embargo, también existen otras dificultades con las que tiene que lidiar: la presencia inherente de delincuencia y corrupción, una población dividida, y una situación geopolítica problemática. Odesa es, de hecho, una “ciudad entre guerras”.
La ciudad es famosa por su mafia. Entre 1923 y 1924, el escritor ucraniano y odesano Isaak Babel publicó sus Cuentos de Odesa, en los que describe el ascenso al poder de un gánster judío—Benya Krik. La fama de Odesa como ciudad criminal comenzó a finales del siglo XIX. Era llamada Odesa Mama, y su contrapartida era Rostov Papá, la otra gran ciudad rusa conectada al Mar Negro.
Juntas formaron el grupo de las ciudades más criminales de la región. Hoy en día, Odesa todavía es un puerto importante de tránsito para las redes mundiales de tráfico ilícito. La heroína afgana llega a sus costas desde el Cáucaso, y entra luego de contrabando en Europa. Es un puerto también usado para la trata de personas. Mujeres ucranianas jóvenes y desesperadas son embarcadas, en ocasiones contra su voluntad, y despachadas a Turquía o Europa.
Al mismo tiempo, algunos lugareños están agradecidos con la mafia por mantener la tranquilidad. Por razones obvias, ellos no quieren problemas políticos en la ciudad que les pertenece. De hecho, no quieren que nada cambie en absoluto.
Para Saakashvili, la mayor amenaza para el desarrollo de la región es su corrupción omnipresente, y es su objetivo cambiar eso. “Estimamos que anualmente entre 500 millones y un billón de euros se desvían del presupuesto estatal, es decir, son robados por funcionarios, agentes de aduanas y policías corruptos; y por supuesto, esto también está relacionado con el crimen”, explicó Saakashvili en una entrevista con Euronews el 2 de julio.
En Georgia, Saakashvili despidió a 30.000 policías de tráfico cuando asumió el cargo como presidente y terminó con la corrupción. Así que, ¿cuál será su método en Odesa? “No debemos llegar a un acuerdo, y no debemos temer. Mientras más concesiones hagamos, más retrocederemos luego”. Por más valientes que suenen sus palabras, el gobernador debe recordar los riesgos personales que le traerían sus intentos de cambiar radicalmente la ciudad.
Además, es muy difícil para la gente confiar en un gobernador que tiene pendiente ser juzgado por acusaciones de abuso de poder en su propio país. Si bien parece que Saakashvili tiene buenas intenciones, tiene un largo camino por delante. “El contrabando principal ni siquiera es hecho por aduaneros o contrabandistas profesionales, lo hace el Servicio de Seguridad de Ucrania, es realizado por integrantes de la fiscalía, y lo hacía tradicionalmente la policía”, dijo en la misma entrevista con Euronews. “Todo el contrabando de drogas de la ciudad está controlado por la policía”.
Al ser un puerto que le debe su fundación al Imperio Ruso, la identidad de Odesa esta ligada a Rusia. Oficialmente, el 30% de su población es étnicamente rusa. Durante la elección de Yanukóvich en el año 2010, el 11% de la población se consideraba a sí misma rusa y 85% hablaba ruso. La división más importante se encuentra entre la población joven y anciana. Los jóvenes, a quienes les resulta difícil conseguir trabajo, quieren ser parte de Europa, mientras que la generación anciana se siente a menudo nostálgica de los tiempos soviéticos. Todavía ven a Rusia como su guía.
Al mismo tiempo, se pueden encontrar divisiones dentro de las familias: “Mi esposa está a favor de Rusia, aunque yo estoy a favor de Europa”, explica Demitri, un joven odesano. “Decidimos no hablar de política porque ambas partes son corruptas de todos modos”. Esta división dentro de la ciudad se derrumbó trágicamente el 2 de mayo de 2014 cuando 46 manifestantes a favor y en contra del gobierno murieron en un incendio que destruyó una oficina sindical. La designación de Saakashvili, por lo tanto, representa un riesgo: su inquebrantable postura contra Rusia podría provocar a aquellos ciudadanos que están a favor de ese país.
La realidad más aterradora de Odesa es, sin embargo, su posición geopolítica. Se encuentra localizada entre dos áreas disputadas: Crimea al este —la cual fue anexada por Rusia tras la revolución de 2014 y que Ucrania todavía considera parte de su propio territorio —y Transnistria al oeste —la república auto-proclamada dentro de Moldavia que es apoyada por Rusia.
De momento, alrededor de 1.500 pacificadores rusos se encuentran en esta región. En las últimas semanas, Rusia ha acusado a Ucrania de establecer un bloqueo con la cooperación del gobierno de Moldavia. Esto, junto con la designación de Saakashvili, es explicado por los medios de comunicación rusos como un acto de provocación por parte del Presidente Poroshenko y una posible preparación para una guerra.
Saakashvili —tanto como oponente de Putin como líder experimentado tras la guerra de Georgia con Rusia en 2008, cuando él era presidente— parece estar bien posicionado para gobernar en caso de que estalle una guerra en la región. Sin embargo, parece que es más probable que una amenaza de guerra provenga del este y no del oeste.
Si se considera el clima político actual, a Odesa le ha ido muy bien manteniendo una atmósfera pacífica y amigable. En los alrededores de su calle central, Derebasivska, muchos nuevos negocios se han abierto en el último año. Entre ellos se puede encontrar restaurantes modernos, cómodos bares con música en vivo y costosas cafeterías. Además, en los últimos años, la turística zona playera Arkadia ha sido reconstruida completamente, y se han construido nuevos y lujosos departamentos a lo largo de la costa. Fiestas y desfiles de moda se realizan en clubes de playa de “nivel europeo”.
Una explicación parcial del desarrollo contradictorio de la ciudad puede ser el estado mental de su población de “vcem pochuy”. Estas palabras, que tienen un significado semejante a “a nadie le interesa” —o mejor aún, “a nadie le importa un carajo”— no tienen un buen origen. La expresión viene de la jerga rusa llamada “Russkiy mat”, que es un lenguaje rico en malas palabras. La idea de “vcem pochuy” representa el cinismo que la mayoría de la gente tiene. A nadie parece verdaderamente importarle la realidad en la que vive. Al fin y al cabo, ninguna persona cree que nada sustancial vaya a cambiar. Tanto el gobierno como los inversores locales, en su mayoría regidos por la mafia local, deciden invertir al azar en proyectos que podrían tener resultados positivos. Pero en general, es difícil saber si la ciudad está realmente progresando en alguna dirección.
Al mismo tiempo, Odesa no es representativa de Ucrania. Como puerto e importante destino vacacional tiene un nivel de riqueza desconocido en la mayor parte del país. “Aquí en Odesa, al menos algo está sucediendo, la gente tiene coches y va a fiestas. En mi ciudad de origen, Nikolaev, nada ocurre. Las calles están vacías porque la gente no tiene dinero para pagar la gasolina”, explicaba una joven que había venido a Odesa para disfrutar de la playa el fin de semana.
En uno de los Cuentos de Odesa de Isaak Babel llamado "Así se hacía en Odesa", alguien pregunta dónde comienza la policía y dónde termina Benya Krik —la figura del padrino—: “La policía termina donde Benya comienza”, respondía en la historia una persona razonable. Por ahora, es difícil saber dónde comienza el poder del gobierno local sobre la ciudad y dónde termina el poder de la mafia. Si Saakashvili realmente quiere generar un cambio sustancial, deberá enfrentarse a ambos. Sin mencionar al padrino externo, que se encuentra al acecho en el este.
Translated from A city in between wars: Odessa and the challenges facing its new governor