Un viaje en el tiempo en el museo ARoS
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Daniela TirantiLa exposición “Monet: perdido en la traducción” vuelve el tiempo atrás para sus visitantes y provee una mirada única de Francia durante el siglo XIX.
«¡Del escándalo al arte mundial!» es el titular de la edición del Paris Journal que te entregan cuando ingresas a la exposición. El periódico antiguo está lleno de imágenes, historias e incluso publicidades de hace cien años. Te detienes junto a una vieja columna con anuncios mientras lees en el periódico sobre la construcción de vías ferroviarias, la guerra franco-prusiana, la torre Eiffel y un título que, para nuestro horror, reza: «Sentencian a prisión a Émile Zola».
Aquí estamos: París en los años 1870.
En la segunda sala, se proyecta sobre la pared, de manera continua, un video de una estación de tren. Nos encontramos en una plataforma y observamos a las personas que descienden del tren. Este es el tren, la nueva vía ferroviaria, que nos llevará a un viaje desde París hasta Le Havre. Disfrutamos el paisaje extenso (y pintado) desde nuestro vagón durante el viaje hasta la sala 3.
Le Havre es la ciudad donde Claude Monet ingresó a la escuela secundaria de arte en 1851. Es donde su maestro, el pintor de paisajes de origen francés, Eugène Boudin, le contaría sobre la nueva técnica de pintura «al aire libre». A partir de este momento, Monet pasaría el resto de su vida pintando afuera, intentando representar la naturaleza tal como la veía a través de sus ojos:
«Para mí, un paisaje no existe en sí mismo, debido a que su apariencia cambia en todo momento; ¿excepto su entorno? Le dan vida, el aire y la luz, que varían de manera continua...»
Monet (1891)
Desde Le Havre, seguimos los pasos de Monet hasta Vétheuil, Londres y Giverny, las ciudades francesas donde vivió y que están representadas en sus cuadros como testimonio de su vida y obra.
En la exposición, junto al trabajo de Monet, se encuentran pinturas de otros artistas impresionistas: Corot, Courbet, Díaz de la Peña, Rousseau, Boudin, Pissaro, Degas, Sisley, Morisot, Guillaumin, Renoir y Gaugin.
Monet no estaba solo en su percepción de que la reproducción de un paisaje sobre lienzo que fuera precisa y exacta estaba pasada de moda. Junto a sus amigos, maestros y colegas formaría La société anonyme d’Artistes Indépendants (Sociedad Anónima de pintores, escultores y grabadores) que desafió esta tradición académica de pintura precisa tan arraigada.
Considerado un escándalo entre la elite académica, el trabajo de los pintores impresionistas en realidad salvó el arte de pintar: con la invención de la fotografía, ya no eran necesarias las representaciones visuales precisas. De hecho, al arte le hacía falta un renacimiento para sobrevivir.
Mientras que un invento tecnológico, la cámara fotográfica, introdujo un decaimiento de la pintura precisa, un segundo invento tecnológico, las vías ferroviarias, dieron lugar a la técnica impresionista. Les permitió a los pintores ir a numerosos lugares mucho más rápido, descubrir el mundo y obtener una perspectiva más amplia.
Se debe haber sentido como un sueño: los diferentes matices de la luz del sol en todos esos lugares distintos por primera vez. Así es cómo vemos el mundo mientras recorremos la exposición en el museo ARoS: las calles, las playas, las fiestas, las oficinas, los ríos, los campos, los pueblos, las ciudades y, por encima de todo, los lirios acuáticos; todos vistos por primera vez. Cada pintura captura la impresión de un momento en particular a través de un par de ojos. Quizá sea la manera más personal de descubrir el pasado: todas las pinturas hablan de sí mismas y de la personalidad del pintor.
Mientras te acercas a la última sala hacia el final de la exposición, es hora de despertarse. Es el consultorio de un dentista, que nos recuerda la función del arte de Monet en los tiempos modernos: se lo exhibe en un almanaque conveniente en la pared de la sala de espera, como parte de la cultura establecida. Debido a que el trabajo de los artistas impresionistas se puede encontrar en todo el mundo, en galerías de arte nacionales dentro de exposiciones más amplias y en diferentes contextos, su significado real se pierde en la traducción.
De este modo, la fundación del impresionismo está conectada profundamente con la época de la Primera Revolución Industrial y la innovación tecnológica. Esta es la idea que quiere hacer entender la exposición «Monet: perdido en la traducción»: en la época de 1870, el impresionismo fue una revolución y así es cómo se debería interpretar.
También puede encontrar este artículo en su idioma original en jutlandstation.dk.
Translated from Time-Travelling in ARoS