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Un lobo liberal con piel de cordero

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José Manuel Durão Barroso cumple cien días en la Comisión europea y ya se va viendo hacia dónde quiere ir. En la nueva definición de la Estrategia de Lisboa quiere retocar el modelo social y estatal europeo.

Los objetivos eran sublimes cuando en el año 2000 se reunieron los Jefes de Estado y de Gobierno de la UE en Portugal. Allí nació la llamada Estrategia de Lisboa. En interacción con la política social, económica, e incidiendo en la educación y en el medioambiente, los líderes querían hacer de la UE el espacio económico mundial más fuerte de entonces a 2010.

Todavía no han avanzado mucho y Durão Barroso enarbola ahora esa estrategia como primer gran proyecto de su presidencia. Allí dónde su predecesor Romano Prodi perseveró en la formulación de ideas y objetivos, Durão Barroso anuncia con seguridad una política de choque: en la puesta en práctica de la agenda de Lisboa deben cuestionarse los aspectos sociales y medioambientales.

En el Parlamento Europeo y en el Consejo de Ministros de Luxemburgo se han levantado protestas. Durão Barroso evita reconocer en el Parlamento Europeo -ante todos los socialdemócratas y los Verdes- el motivo por el que propugna concentrarse en la política educativa y económica para simplificar la puesta en marcha de la agenda de Lisboa. La razón parece sencilla: se da rienda suelta al prejuicio que opone política económica a medioambiente.

Necesitan un número limitado de medidas

Barroso se ha pronunciado contra lo que considera resultados insuficientes de la Estrategia de Lisboa: los Jefes de Estado y de Gobierno se habían impuesto como meta llegar a 2005 con un mayor crecimiento, con más puestos de trabajo, con un sistema de educación mejor y uniforme, y una política innovadora contra la contaminación, y hasta ahora no se ha alcanzado casi ninguno de esos objetivos. El culpable de ello, según Durão Barroso, es la excesiva carga de objetivos en la agenda: “Tenemos que identificar un número limitado de medidas que sean de importancia fundamental para los puestos de trabajo y el crecimiento”. Estas medidas centrales parecen ser la política económica y la educativa.

No obstante, la idea está siendo muy discutida. “Europa debe defender su modelo social y estar segura de sí misma”, aconsejó el Primer Ministro de Luxemburgo y jefe en funciones del Consejo de Ministros, Jean-Claude Juncker. Entre las prioridades del luxemburgués en su mandato resalta la puesta en marcha de la Estrategia de Lisboa. “La competitividad europea debe estar a un nivel en el que exista un desarrollo sostenido, una solidaridad social y una política medioambiental de gran responsabilidad; tres aspectos importantes que el Presidente de la Comisión, Barroso, descuida”, dejó claro el jefe del grupo parlamentario de Los Verdes, Daniel Cohn-Bendit.

Los críticos confirman las obligaciones de la Comisión

Los críticos de Durão Barroso se apoyan en las obligaciones de la Comisión. Tras el último sondeo de la Comisión, la industria ecológica aporta cifras de crecimiento mucho mejores que las del resto de la economía.

“Debemos apartarnos de la idea de que la protección del medioambiente es un lujo”, dice el Comisario de medio ambiente, el conservador Stavros Dimas. “La política medioambiental constituye un pilar de la Estrategia de Lisboa. Europa tiene que invertir más en la protección innovadora del medioambiente, y al mismo tiempo tiene que aumentar la competitividad. La tecnología medioambiental puede contribuir a ello de una forma decidida”, añadió.

Los Jefes de Gobierno deliberan a finales de marzo

“Los países miembro deben hacer algo más para estimular la actividad, reducir la pobreza y proporcionar unas pensiones adecuadas y pagaderas en el futuro”, exige Vladimir Spidla, Comisario de Empleo, Asuntos Sociales e Igualdad de Oportunidades. Sin embargo, ante cómo se han de eliminar exactamente los defectos reina, por ahora, el desconcierto en la Comisión. El 21 y el 22 de marzo, los Jefes de Estado y de Gobierno quieren discutir de nuevo en su cumbre la cuestión. Han hecho bien en respetar paso a paso las obligaciones de la única dirección general. En dichas obligaciones asumidas se propone una política económica progresista. Una política que podría delatar también a Durão Barroso.

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