¿Tercera Vía o lobo con piel de cordero?
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inés gutiérrez danzbergerLa estrategia de Lisboa se desarrolló bajo el signo de la “Tercera Vía” de Blair y Schröder. ¿Hay algo más aparte de liberalización y reducción de las subvenciones públicas?
José Manuel Durão Barroso, presidente de la Comisión de la UE, declaró que la estrategia de Lisboa era su prioridad número uno. El político de orientación conservadora acoge con ello un proyecto que fue aceptado por una mayoría de Jefes de Gobierno socialdemócratas en la primavera de 2000. Inspirados por la dinámica de la “Tercera Vía”, punto de partida principal con el que Blair y Schröder querían reformar la economía de sus respectivos países, el primer ministro británico y el canciller alemán transfirieron sus ambiciosos objetivos a la política comunitaria. Para espanto de muchos de sus compañeros de partido, se trataba sobre todo de recetas neoliberales que Blair y Schröder habían presentado conjuntamente en el documento “Una vía hacia adelante para los Socialdemócratas” el año anterior: una carta abierta sobre la economía europea dirigida a Bertie Ahern, presidente del Consejo Europeo, y a Romano Prodi, presidente saliente de la Comisión. ¿Se basa finalmente la estrategia de Lisboa en el mercado o se pueden vislumbrar algunos elementos “sociales”?
Todo incluido, desde Kyoto hasta la reducción de subvenciones
La presentación de motivos de la estrategia de Lisboa parece muy diversa. Por un lado, se aprecia una fuerte tendencia neoliberal en fórmulas como “fomentar el mercado laboral” o “potenciar la competencia en el mercado nacional”. Por otro lado se pretende aumentar las posibilidades de empleo para mujeres ofreciendo mejores servicios de atención para los niños –ámbito en el que los creadores prevén medidas estatales-. La pluralidad de tendencias de la estrategia se refleja también en la inclusión de temas ecológicos, sobre todo la realización del protocolo de Kyoto. Pero en realidad se debería mostrar primero a cuáles de estas ideas se le ha conferido mayor peso.
El centro británico de investigación Centre for European Reform (CER) documenta desde 2001 las medidas que se están poniendo en práctica en nombre de la estrategia de Lisboa. El dossier sobre la política de empresas muestra que la paleta de actividades previstas es realmente amplia. Por una parte se encuentra, como era de esperar, una política de reducción de impuestos. Bélgica, Dinamarca e Irlanda rebajaron los requisitos impuestos para las pequeñas y medianas empresas, mientras que Estonia abolió la imposición sobre beneficios reinvertidos. Otro elemento neoliberal es la reducción de requisitos financieros para la creación de empresas, tal como se ha puesto en práctica en Austria, entre otros países. Asimismo, Bélgica, Grecia, Polonia y Lituania introdujeron cursos de empresa en la formación escolar.
Otra medida es la reducción de subvenciones. Según la teoría neoliberal, las subvenciones deben, con algunas excepciones, invalidarse “Lisboa” proscribe sobre todo la financiación estatal directa de algunos sectores considerados como elementos de distorsión del mercado. No obstante, las subvenciones para la investigación y el desarrollo, así como las medidas de apoyo para la pequeña y mediana empresa seguirán siendo válidas.
Temores exagerados
Los ejemplos muestran que las metas generales de la estrategia de Lisboa no se han quedado en mera teoría. La reducción parcial de la participación del Estado en sectores económicos es un elemento importante de las reformas, pero no por ello hay que temer una “americanización” del mercado europeo. La estrategia de Lisboa cuenta con distintos puntos de partida, que no siempre son presupuestos nuevos, pero que tampoco se limitan a favorecer los derechos del (económicamente) más fuerte. Schröder y Blair se encuentran detrás de esta forma de abordar las reformas. Prueba de ello es la carta que Schröder, Blair y el presidente conservador de Francia, Chirac, redactaron en febrero. En ella subrayaban la necesidad de modernizar los sistemas socio-estatales, es decir, reducir los gastos internos. Al mismo tiempo advertían que la reducción de subvenciones no debía suponer un recorte del presupuesto para la investigación, ya que se debía evitar que esta no estuviera sólo en manos privadas. Pedían en suma, unas posibilidades más eficientes para el fomento estatal de la investigación. La estrategia de Lisboa se puede criticar en muchos de sus aspectos. El CER cree que las medidas no se están llevando a la práctica con suficiente coherencia. El Instituto para el Libre Mercado de Lituania ha descubierto contradicciones en el contenido. Aún así, se puede considerar la estrategia como un intento serio de resolver los problemas de nuestra economía y de nuestros sistemas sociales a través de diversas medidas, que en modo alguno se basan tan sólo en teorías de mercado neoliberales.
Translated from „Dritter Weg“ oder Wolf im Schafspelz?