Taquillas llenas en el paraíso de Kusturica
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Solène Raverdy Martin¿Quién no ha soñado nunca con pasar una semana de fiesta en las montañas de la Serbia Occidental, viendo películas sin parar y bailando hasta el amanecer al ritmo de la No Smoking Orchesta? Parece utópico, pero es posible.
El sueño se da una vez al año, en el Festival de Cine y Música de Küstendorf, pueblo serbio creado en 2002 por Emir Kusturica para el rodaje de su película La vida es un milagro.
El peculiar Küstendorf (también llamado Drvengrad o 'villa de madera'), está escondido en las alturas de uno de los montes que rodean la localidad serbia de Mećavnik, a diez kilómetros de la frontera con Bosnia. Belgrado queda más lejos, a 260 kilómetros, unas cuatro horas de viaje por carretera. Los que no tengan la oportunidad de viajar en coche, tendrán que apañárselas con el autobús, aunque no haya demasiados que conecten la zona con la capital. Si no, siempre queda la opción del autostop. Quizás el recorrido sea duro, pero la recompensa merece la pena. Y aún más para aquellos que quieran llegar a ser alguien en el mundo del cine.
Emir Kusturica tuvo un flechazo geográfico con este lugar, enmarcado en la región de Mokra Gora. El afamado director, ganador de dos Palmas de Oro en Cannes por Papá está de viaje (1985) y Underground (1995), recreó allí entre 2002 y 2003 un escenario de la Guerra de Bosnia para su película La vida es un milagro, en la que narra una historia de amor con la construcción de la peculiar via ferroviaria ‘Sarga Ósmica’ de fondo (vía que por cierto volvió a funcionar hace algunos años). Para ello restauró unas cincuenta casitas de pino, que llevó hasta las alturas con la intención de evocar un pueblo típico de la zona. Küstendorf, nombre de inspiración alemana por decisión del cineasta, se ha convertido desde entonces en su paraíso terrenal. Y gracias a la decisión de su creador, cualquiera puede visitarlo. En la actualidad, la ciudad de Kusturica cuenta con un hostal, varios restaurantes, una iglesia ortodoxa y, como no podría ser de otro modo, una sala de cine.
La utopía de Kusturica
Al pasear por Küstendorf, llama la atención cómo Kusturica construyó una ciudad a su imagen. Las tradiciones locales fueron mezcladas con un toque ‘altermundista’ y, por muy extraña que parezca la combinación, cuajó. Las calles de este museo al aire libre reflejan las pasiones de su creador: el cine, representado por la calle Fellini; el fútbol, que tiene su sitio con la calle Maradona y la cultura serbia y yugoslava, presente gracias a la plaza Ivo Andrić, Nobel de literatura en 1961. Incluso se acordó del revolucionario Che Guevara a la hora de diseñar su particular santuario. Pero la cosa no se queda sólo en los nombres de las calles. En este poblado, la Coca Cola no es bienvenida (en su lugar se bebe un zumo de frutas ‘bio-revolucionario’) y todas las multinacionales son persona non grata. Quizás por esa postura, Loukachenko, dictador al mando de Bielorrusia, admira al cineasta. Eso sí, el sentimiento está lejos de ser compartido. Para ‘Kusto’, famoso por sus polémicas posiciones ideológicas, el mandatario no es más que un cómico farsante. Política aparte, el poblado es además fiel reflejo de la naturaleza filantrópica de Kusturica. Numerosos eventos culturales amenizan la vida de esta provincia aislada de Serbia. Entre ellos, el más importante: el excelente festival de cine.
Cine, música y rakias
Lanzado en el año 2008, el 'Festival de Cine y Música de Küstendorf' cristaliza la vida humana en la cima de la montaña durante una semana. Con el apoyo del Ministerio de Cultura serbio, reúne a fanáticos del séptimo arte, estudiantes de cine, juerguistas y a la flor y la nata del paisaje político y cinematográfico del país y de otras partes del mundo. Muchas estrellas internacionales aprovechan la ocasión para visitar a su amigo Emir. En 2010, los invitados de honor fueron Jhonny Deep y Marjane Satrapi y este año, les tocó el turno a Abbas Kiarostami, Nikita Mikhalkov y Gael García Bernal. Se trata de todo un experimento estético del que muy pocos vuelven siendo la misma persona. Esto es así gracias a la intimidad que ofrece Küstendorf y que permite el intercambio de ideas, de rakias (bebida típica serbia) y de contactos. Incluso con el propio Kusturica, siempre relajado y dispuesto a hablar con todos.
Pero pese a las estrellas, Küstendorf no tiene nada que ver con Cannes: Ni rastro de pomposos vestidos de gala ni de alfombra roja. Compartir el cine y sus emociones de eso se trata. Es lo único que importa, más allá de la fama y los galones. Mientras los directores más aclamados se atreven a someterse a un interrogatorio sobre sus producciones, los realizadores noveles presentan sus cortos a la competición por el ‘Huevo de Oro’. Todo ello, dentro de un festival que reserva un sitio privilegiado al cine de autor de todo tipo: desde obras que siguen las tendencias contemporáneas (Hrebejk con La rosa de Kawasaki o Erik Poppe con En aguas turbias, además de muchos otros) hasta otras tradicionales que forman los pilares del séptimo arte (este año, Abbas Kiarostami es el invitado especial). Cada año, un concierto marca el final de la velada y hace que todos los amantes del cine gocen hasta el amanecer. Al fin y al cabo, no siempre uno pisa el paraíso de Kusturika.
Palmarés del festival Küstendorf 2011 :
• Premio de la prensa: The Fifth Column, (USA-Líbano) de Vatche Boulghourjian.
• Premio Vilko Filač a la mejor fotografía : Quan, (Suecia) de Johann Holmquist.
• Huevo de bronce : Golden League, (Serbia) de Ognjen Isailovic.
• Huevo de plata : Tomorrow I’ll be Gone, (Polonia) de Julia Kolberger.
• Huevo de oro : The Chance, (Rusia), de Sonya Karpunina.
Más información sobre Küstendorf en planète regards, la pagina web de Hélène Bienvenu.
Fotos: Portada (cc)Kmeron/flickr; Pueblo de Küstendorf :© Hélène Bienvenu; No Smoking Orchestra: cortesía de No Smoking Orchestra; videos: cortesía de YouTube
Translated from A Küstendorf, Emir Kusturica fait son cinéma