Sexo, Sartre y Rock & Roll en un teatro parisino
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María GarcíaLos espectadores de la obra “No exit” (Huis clos) de Jean Paul Sartre, que se representa en el teatro del Lucernaire hasta el 10 de septiembre, no se van a aburrir. El director francés Vladimir Steyaert ha conseguido sorprender a los más jóvenes gracias a su versión contemporánea e irónicamente seria de una obra que, cómo no, tenía que contar con un reparto internacional.
El viaje hacia el infierno es un camino rápido, pero “Highway to hell” sería lo último que te vendía a la mente al llegar a la planta más alta del teatro Lucernaire; sobre todo cuando entras en la habitación y ves tres sofás blancos y grandes candelabros. Sin embargo, ¡las apariencias engañan! puesto que se sabe de sobra que la famosa obra de Sartre se produce en el infierno. Garcin, Ines y Estelle se encuentran allí uno detrás del otro. Tener que permanecer despiertos durante toda la eternidad y “vivir” juntos en un espacio tan pequeño los lleva al límite, hasta que tienen que admitir sus debilidades y reconocer que el infierno no lo constituye el sitio, sino las personas que lo habitan. Hasta ahora, todo bien.
En la producción parisina, el desconcierto del espectador se intensifica gracias a una luz verde de neón y música rock del estilo de AC/DC, y se lleva al extremo con la aparición del diablo vestido con un albornoz de franela blanco y gafas de sol de la marca Ray Ban Clubmaster. ¿El infierno en un club nocturno? ¡Podéis contar conmigo! Pero, quieras formar parte o no, la audiencia también se encuentra en el centro de la acción, por ejemplo, cuando algunos fragmentos de ropa pasan sobrevolándolos.
Sartre, un tío guay
El técnico de sonido Fabrice Drevet, miembro de la Comedie Saint-Etienne (el teatro, fundado en 1947 en Saint-Etienne es uno de los primeros centros dramatúrgicos nacionales de Francia), utiliza el sonido de un zumbido durante toda la obra, lo que enfatiza la sensación de malestar en ese lugar infernal. La canción “campanas del infierno” (Hell Bells) suena al principio y al final de la obra, lo que le da un toque satánico y rockero, algo que aprecian los espectadores jóvenes.
“En los círculos teatrales por los que me muevo, se considera que Sartre es antiguo; simplemente ha pasado de moda”, explica el director, y con mucha razón. “Su lenguaje no ha envejecido bien. Hemos intentado arreglar el problema que supone el diálogo. Los tres sofás blancos dan la impresión de que estamos en una tertulia, pero no es el caso. Se trata de teatro; es una obra comunicativa, incluso erótica”. Su Sartre es atemporal, el director se ha distanciado del clásico y de la visión formal de Jean Paul Sartre. “Hemos actuado algunas veces delante de grupos escolares en Saint-Etienne para ver su reacción, y la obra les interesaba. Como era de esperar, se revolucionaron desde que los actores se desnudaron, pero estaban muy atentos, no me lo esperaba para nada”. No es de extrañar, ya que las escenas en la puerta del infierno se van calentando cada vez más.
En el infierno, mezcla de culturas
Gracias al casting internacional de actores (procedentes de Togo, Rumania, Croacia y Alemania) y a que conservan sus acentos originales, los espectadores crean una relación con lo que sucede de manera natural. También entran por la misma puerta que los actores; pero, ¡cuidado!, no es una obra apta para claustrofóbicos. ¿Qué otra cosa se podría esperar cuando “no hay salida”?
"LA LENGUA FRANCESA NO ES FÁCIL. SOLO LLEVO AQUÍ DESDE SEPTIEMBRE".
Vladimir Streyaert ya había trabajado con Roger Atikpo, que interpreta a Garcin, y admite que el casting internacional no estaba del todo planeado. Le asignaron los actores desde la Comedie Saint-Etienne y eso, a pesar de las barreras lingüísticas, acabó siendo una gran ventaja. “La lengua francesa no es fácil. La estudié en la escuela pero nunca había vivido aquí; llegué en septiembre”, se sincera la actriz Adela Minae, que interpreta a Estelle. Nos quitamos el sombrero ante ellos; los papeles que interpretan no solo suponen un reto lingüístico sino también físico. El buen ambiente que hay entre el equipo se ve claramente cuando están en escena, pero la unión que existe entre los actores a pesar de sus diferentes orígenes no es la única razón por la que Minae confiesa que le gustaría trabajar en la obra “toda su vida”.
Algunos gritos de ira que aparecen de manera intermitente en la lengua nativa de los actores demuestra la autenticidad de la producción y proyecta a los espectadores hacia otro mundo, uno que no existe sin la compañía de la risa. Mientras sube la temperatura, que es casi el único indicio de la imagen tradicional del infierno, los actores se exponen en el sentido más verdadero de las palabras. Con el maquillaje corrido, la ropa arrancada y el pelo revuelto, se revela su verdadera identidad. La apariencia del lugar es engañosa, “¡el infierno lo conforman otras personas!”.
“No exit” se representa en el teatro Lucernaire, París, hasta el 10 de septiembre.
Fotos: Titelbild (cc)lord marmalade/flickr; Im Text ©Pôle Presse
Translated from Sex, Sartre & Rock n'Roll