Robert Cooper, dándolo todo por la UE
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cristina barroso duránRobert Cooper, responsable de asuntos exteriores de la UE, es un diplomático británico orgulloso de su labor en Bruselas. Partidario del “imperialismo posmoderno”, este controvertido personaje es de todo menos un funcionario gris.
Con algo de retraso, el sr. Cooper se apresura a entrar. Con una mano arrastra su maleta de ruedas; con la otra sostiene el periódico. Esta imagen es ilustrativa del frenético estilo de vida de un alto funcionario de Bruselas. Le pregunto si ha tenido una semana sobrecargada. Con su sonrisa burlona me responde: “Tengo entendido que hay un directivo en la UE que dice que no se nos permite trabajar más de cuarenta y ocho horas a la semana. Esta semana lo logré hasta el miércoles”.
Un título ridículo
No es sorprendente que Robert Cooper tenga que invertir tantas horas en su trabajo. Ser director general de Relaciones Económicas Externas y Política Exterior y de Seguridad Común de la UE no puede ser sencillo, -en especial durante el último año con el deterioro de las relaciones comerciales con China, las fricciones en torno a la Constitución Europea y el desgaste de las relaciones con miembros potenciales de la UE, por nombrar algunos de los problemas que deben de estar flotándole en la mente. El diplomático británico admite estas dificultades pero les resta importancia. “El título es ridículo. Trabajo para el Consejo y Javier Solana está intentando ayudar a Europa para que tenga una política exterior”.
En su modestia subyace el hecho de que es una de las figuras más eminentes del Reino Unido en materia de Relaciones Internacionales. The Observer lo describe como “el gurú de Tony Blair en política exterior”. Algunas de sus recientes publicaciones incluyen el libro The Breaking of nations, donde argumenta a favor de un internacionalismo global renovado.
Pasión por Europa
La pasión de Cooper por el proyecto europeo en ocasiones me hace sentir como un entrevistador euroescéptico al inquirir sobre la gangrena que caracteriza a la burocracia bruselense. Él rechaza por completo las palabras “desastre burocrático” cuando se refieren a las instituciones europeas, pero sí identifica otros asuntos con los que se enfrenta Europa. “Estoy de acuerdo con que hay problemas. Hay un pequeño problema y un gran problema. El pequeño problema es la manera en que estamos organizados en Bruselas: el Consejo y la Comisión. Pero hay un gran problema; es difícil organizar políticas en un esquema multinacional. Nuestra política continúa siendo esencialmente nacional. Siento que este es uno de los problemas más importantes del siglo XXI”. ¿Ve nuestro británico alguna solución a este agudo dilema político? “Bueno, hay que recordar que en el sigo XVIII nadie podía imaginar la democracia excepto en las ciudades. La democracia representativa se inventó en el XVIII y el XIX. Ahora tenemos que intentar inventar democracia multinacional, la cual no será exactamente como la democracia nacional”.
Copiando la UE
En cualquier caso, está claro que Robert Cooper no se adhiere al pesimismo cuando mira al futuro de la UE en su bola de cristal. Es posible que la UE no se convierta en la próxima superpotencia pero será un ejemplo iluminador para otras naciones. “No creo que Europa vaya a dominar el mundo pero hay una posibilidad de que lo que se ha hecho en Europa sea copiado en otras partes del mundo. En muchos lugares gustaría ser como Europa. Mire el Mercosur en Latinoamérica y la Unión Africana.
¿Entonces cuál es la receta mágica que Europa tiene que ofrecer al resto del mundo? En opinión de Robert Cooper, la ventaja está en el estado de paz. “África está llena de guerras, China tiene tensiones en las fronteras y EE UU tiene bases militares por todo el mundo. Oriente próximo está ya en problemas y podría explotar en cualquier momento. Nosotros tenemos paz y eso es bueno para todos. La gente olvida pronto todo esto pero un día cualquiera, durante la Segunda Guerra Mundial, morían 17.000 personas y duró seis años. Estar en paz es algo bueno.
Estado de derecho
Gracias a esta coexistencia pacífica Europa puede por fin ser gobernada por la ley y no por la fuerza, según el diplomático. “La ley es el valor fundamental de Europa. En sí misma, la ley puede ofrecer una vida digna al pueblo. En la Historia, primero creamos la ley para los Estados, ahora la estamos construyendo entre los Estados. En la UE esto funciona. El modelo europeo tiene una Historia particular que puede o no puede funcionar en otros países. Yo me doy cuenta de que todos somos diferentes. Europa se distingue por su cultura y su Historia y no puede imponer eso al resto del mundo. Pero todavía podemos aprender algo los unos de los otros”.
En efecto, según Cooper, hay muchas cosas que otros países pueden aprender de Europa. Como escribió en The Observer, “la UE posmoderna ofrece una visión de imperio cooperativo, una libertad y seguridad comunes (...) sin la exclusividad étnica que es la marca del Estado-nación, inapropiado en la era sin fronteras”. No sorprende por lo tanto que Robert Cooper encuentre su nuevo ambiente de trabajo tan estimulante. “Trabajé para el ministerio de asuntos exteriores británico durante mucho tiempo y guardo buen recuerdo. Pero curiosamente encuentro que la gente con la que trabajo ahora (en la UE) tiene un sentido más patriótico. Se siente un cierto compromiso hacia Europa, saben por qué están aquí. La gente en Bruselas trabaja para algo que ha traído paz y prosperidad, no sólo a Europa occidental sino a Europa central. Estoy orgulloso de eso”.
Translated from Robert Cooper, working hard for the EU