Quédate helado
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luís gonzález vayáLos primeros meses del año son así: la reina de las nieves acuna al continente con su helado abrazo y él sueña con las flores de la lejana primavera. En febrero, el invierno empieza a debilitarse lentamente en toda Europa. Aun así, el “Padrecito Hielo” sigue estando omnipresente. Cuando uno cierra la puerta tras de sí cada mañana, entiende el verdadero sentido de la expresión schweinekalt (“frío de cerdos”).
Donde los alemanes sacan a los cerdos –al fin y al cabo, han tenido que atiborrarse de embutidos de invierno para no congelarse-, muchos otros países prefieren sacar a los perros cuando el termómetro baja de cero. Los españoles hablamos de “frío de perros”, igual que los búlgaros (, pronunciado “kucheshki stud”), los rusos (, pronunciado “sabáchiy jólad”) y los franceses (temps de chien).
El gourmet francés no se arredra ni siquiera en mitad del invierno ante un “frío de patos”, o froid de canard. Para delicias de su paladar como el foie gras o el confit de canard (confite de pato), el otoño y el invierno son el momento adecuado para salir a la caza de patos. El cazador tiene que estar durante esta tarea absolutamente inmóvil, mientras el frío le cala hasta los huesos. A menudo grita “Ça caille” (me congelo), que esta vez no tiene nada que ver con la deliciosa codorniz (caille), sino más bien con el término latino coagulare.
También al inglés se le hiela la punta de la nariz (it’s freezing) cuando fuera está “amargamente” frío (bitter cold). En este sentido, cabe preguntarse por qué en Alemania es el sastre (Schneider) el que pasa frío, con la cantidad de ropa que podría fabricarse, para sí y para sus colegas europeos. Y es que los sastres eran considerados antes personas afeminadas y débiles, que no estaban lo suficientemente endurecidas por pasarse el día entre cuatro paredes.
Translated from Schweinekalt