¿Qué queda de la identidad regional en los jóvenes de Silesia?
Published on
Translation by:
Evelin Robledo DelemarrePronto se realizará un censo nacional en Polonia que permitirá a las minorías nacionales expresar su pertenencia cultural e identitaria. En Silesia, en el sudoeste del país, existe una fuerte identidad regional. ¿Cómo vive esta herencia la nueva generación de silesianos?
«Suele decirse que, en una familia, la segunda generación es la que más se interesa por sus orígenes. Con nuestra generación de silesianos ocurre lo mismo». Para Mateusz, originario de la región y habitante de Rybnik, cerca de la frontera checa, no hay ninguna duda: los jóvenes silesianos están interesados en sus orígenes. Más allá de que las generaciones jóvenes no hablan tan bien el silesiano como sus mayores, la cuestión de la identidad regional persiste y resurge. Silesia no es solo la región más rica del país, justo por debajo de Varsovia, también es la más poblada, con una tasa de urbanización muy elevada (78% de los habitantes).
Mateusz y su pareja volvieron a instalarse en Silesia después de haber viajado por Cracovia, Múnich y Nueva York. «Trabajamos totalmente a distancia, a tiempo parcial en una empresa con sede en Varsovia, y a tiempo parcial como emprendedores y activistas». Este activismo lo hacen por medio de un sitio web dedicado a Silesia. «Somos patriotas locales que usamos nuestro tiempo libre y nuestros recursos para aprender y conocer mejor Silesia, promoverla, preservar su idioma y su "conciencia regional"». Esta joven pareja publica contenido con regularidad sobre las principales atracciones turísticas de la región, proponiendo «guías turísticas, artículos en lengua silesiana, podcasts, vídeos».
Para estos patriotas, el año 2021 podría marcar un hito importante en el reconocimiento de esta identidad. A partir del 1 de abril se efectuará un censo en Polonia, que continuará hasta finales de septiembre. En el formulario obligatorio que se puede completar por internet, además de las preguntas administrativas clásicas, los ciudadanos polacos deberán responder preguntas sobre la religión o la nacionalidad. Sobre este tema, los residentes de Silesia podrán declarar (o no) su identidad silesiana y, si es el caso, indicar si emplean el silesiano como idioma cotidiano.
De un país al otro, una historia de fronteras
Para el eurodiputado polaco Łukasz Kohut, muy comprometido con el reconocimiento de Silesia como región autónoma, el censo será crucial. «Mi principal misión es luchar por el derecho de los ciudadanos a expresar libremente su pertenencia étnica y lingüística», nos explica. Hablar en términos de lucha no sorprende conociendo el pasado de la región. Históricamente, Silesia se encuentra en el cruce –algunos dirían que está «atrapada»– entre Polonia, Alemania y la República Checa (la anterior Bohemia). Para Kohut, este pasado turbulento está en el corazón de la definición de la identidad silesiana, ya que «los silesianos se vieron divididos por los Estados-nación vecinos, y ellos mismos se han mantenido hostiles entre sí».
Durante el período de entreguerras, Silesia gozó de un parlamento regional (en polaco sejm, desde 1920 hasta 1945) que otorgaba cierta autonomía a las minorías. Fue una experiencia breve porque, después de la Segunda Guerra Mundial, el régimen comunista, instalado durante más de cincuenta años, no permitió la expresión de las identidades regionales. A pesar del cambio hacia un régimen democrático a principios de los 90, Kohut explica que «la política del Estado polaco en las últimas décadas ha consistido en negar los regionalismos». También añade que «el gobierno actual, con su obsesión nacionalista, es, de lejos, el peor desde 1989». Sin embargo, cree que un cambio es posible. «Creo que con el tiempo y un cambio político, la situación podría ser distinta. Veo muchos políticos jóvenes demócratas, sean de izquierda o de centro, que comprenden y apoyan nuestra causa».
El destino conocido de un idioma regional
Asia, con casi veinte años, se fue a estudiar al Reino Unido después de haber actuado durante más de 10 años en el teatro Naumiony. Para ella, «la identidad silesiana es inseparable de su dialecto. La manera de hablar, la entonación, la fuerza del dialecto son inseparables de la historia y las tradiciones de Silesia». En el censo del 2002, poco más de 50.000 personas de la provincia de Alta Silesia declararon hablar este idioma. Dicho esto, las cifras no abarcan la totalidad de la región. Para Mikołaj, de 25 años y también estudiante en el Reino Unido, el vínculo con el idioma no es tan evidente. «Aunque, por un lado, es una parte esencial de la cultura, personalmente no pienso que la identidad silesiana esté vinculada al idioma. Sé que algunos jóvenes silesianos muy comprometidos aprenden el idioma, pero no existe la opción de hacerlo en la escuela». No observa una verdadera reapropiación del idioma en los jóvenes.
Como todo idioma regional, el silesiano debe responder a la cuestión de su estatus. Por ejemplo, Asia prefiere hablar de dialecto. «Por desgracia, no es un idioma, pero ¡espero que lo sea algún día!». Como suele ocurrir con los idiomas regionales que viven solo a través de sus hablantes, sufren una falta de normalización. Maciej, en la veintena, nos explica que «no existe un único idioma silesiano. Es como un pantalón con agujeros y parches: hay muchas similitudes, pero también tiene diferentes añadidos». El silesiano cuenta también con una herencia difícil. «A algunos de nosotros nos enseñaron que estaba mal visto hablar silesiano. Era una idea bastante extendida en las generaciones anteriores, incluso pensaban que eras tonto por hablarlo», explica Maciej. Asia se lamenta de esta situación: «He oído decir que el silesiano suena 'primitivo', ¡y me pone tan triste! Las connotaciones en torno al dialecto silesiano son espantosas». Por último, la cuestión lingüística se encuentra con otro obstáculo: vivimos una época en la que aprender idiomas suele plantearse desde un punto de vista utilitarista. Stanisław, que acaba de cumplir 18 años, comenta: «No tenemos la sensación de que el silesiano sea muy útil para el futuro, pues solemos imaginarlo fuera de Silesia».
Una juventud muy pragmática
Con el censo ya cerca, Stanisław no se plantea «expresar nada respecto a Silesia». Las cuestiones identitarias y lingüísticas suelen estar en un segundo plano para esta juventud, que es muy europea, que se mueve y que está lista para aprovechar las oportunidades en el extranjero. Stanisław lo confirma sin rodeos: «La identidad silesiana nunca ha sido algo muy importante para mí». Maciej coincide con él: aunque ha oído hablar del censo, tampoco piensa responder nada en especial sobre Silesia, «al menos, nada en particular. Si hay una pregunta sobre el origen étnico la responderé, pero si no, no siento la necesidad de mostrar mis orígenes». Estos jóvenes aprovechan para señalar que no están necesariamente interesados en la política, o que no se han informado demasiado sobre estos temas. Sin embargo, se desprende de ellos cierto pragmatismo: aunque parezcan poco interesados en defender el regionalismo silesiano, tienen algunas ideas bien claras, sobre todo respecto a la necesidad de abandonar la industria del carbón.
«Silesia no sería lo que es hoy sin las minas de carbón», dice Asia, que explica que las minas «son parte del paisaje, están por todos lados». Del mismo modo, Stanisław comenta que «muchos silesianos piensan que el carbón es nuestro tesoro». Esta industria, que se remonta al siglo XVIII, es la principal fuente de empleo de la región, con cerca de 100.000 puestos de trabajo en 2015. Esto hace de Silesia la región polaca más dependiente de la explotación de carbón. A pesar de ello, los jóvenes tienen una opinión unánime: las minas deben cerrarse. «No se olvidarán, al contrario, pero deben cerrarse lo antes posible» explica Maciej. La mayoría considera que la transición a las energías verdes es muy posible en un futuro cercano. «Se puede, sin duda, ¡y hasta deberíamos vivir sin ellas!», afirma Asia. «Podríamos dejar que la identidad industrial sea la que predomine, pero desarrollando otro tipo de industrias, como las energías verdes», nos dice Stanisław. Más aún, «es posible tener una institución, aunque no esté activa, y que siga funcionando como una parte importante de nuestra cultura», destaca Mikołaj.
El horizonte europeo
Otro tema que parece gozar de consenso entre los jóvenes silesianos es la pertenencia a la Unión Europea. Stanisław tiene previsto señalar su calidad de «ciudadano europeo» en el próximo censo. «Comparto por completo la visión de una Europa unida», nos dice. Más allá de estar de acuerdo con la idea de Europa, esta juventud parece desear una integración profunda, desde una perspectiva federal. Si la UE gusta tanto, es porque representa una solución política mejor que las propuestas por el Estado-nación polaco. Para Mateusz, «si la cuestión se limitase a la UE, estaría tranquilo y me sentiría seguro con mis orígenes silesianos. Hay espacio para las minorías dentro de la UE, eso es lo que la hace tan atractiva y poderosa».
Las ideas secesionistas o separatistas no preocupan en absoluto a esta joven generación. Mikołaj se plantea hablar de su identidad silesiana en el próximo censo, lamenta que Polonia esté tan centralizada y le gustaría que las regiones tuvieran más poder. «Sin duda, lo ideal sería elegir diputados en cada región que trascendieran las fronteras, pero entiendo que, con el estado actual de las cosas, no entra en los planes», añade. Un sueño hoy en día, y tal vez una realidad cuando esta generación esté al mando.
Este artículo se realizó en colaboración con el Correo de Europa Central.
Descubre también el proyecto Borderline, que realiza literalmente un recorrido por Polonia y su juventud.
Foto de portada : Museo de Silesia en Katowice, sobre una antigua mina © Patrice Sénécal
Translated from En Silésie, que reste-t-il de l'identité régionale chez les jeunes ?