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Primera Historia Otros muros de Israel - Núria Serra

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Default profile picture Nuria Serra

Nomur

Buenas noches a todos, mando este email a todo el mundo que conozco, porque las personas que protagonizan las historias que me han contado hoy así me lo han pedido. Os contaré 3 historias, igual de tristes, igual de injustas, espero que tengáis la paciencia de leerlas.

Los que me las han contado son personas que sienten que su dolor no es escuchado, yo os escribo a todos, y si su dolor no puede llegaros, al menos quiero que sepáis cómo viven.

Esta mañana hemos madrugado y hemos salido en autobús hacia el sur de Israel, nos hemos detenido en la ciudad de Lod, (que en árabe llaman Led) para hacer una visita con Hurya (en árabe su nombre significa libertad, y lo llevan muchas chicas que nunca han vivido en libertad).

Lod es lo que se llama una ciudad mixta, es decir, una ciudad dónde viven judíos y palestinos (no digo conviven, puesto que no es una palabra que se adapte a las circunstancias), como tantas otras dentro del estado de Israel. Nuestro autobús se ha detenido delante de unas antiguas casas en ruinas, de dónde salen ramas y hojas de cada grieta, como en los cuadros románticos. Con la diferencia de que aquí estas ruinas no las mira nadie, si Hurya no las señana. Se trata de antiguas construcciones otomanas: una arquitectura histórica de enorme valor, desde Khan al hilu (el mercado dulce o bello, Lod era un centro de comercio vital para Palestina antes de la ocupación israelí, dónde se cruzaban los mercaderes de regiones distantes) hasta fábricas de jabón tradicional centenarias, mezquitas de la época de Saladín (Salah ad-Din: espada de la religión), casas… a ambos lados de los caminos de polvo podemos encontrar estos restos despreciados de un pasado que el ayuntamiento se esfuerza en hacer olvidar. Ya no quedan muchos, casi todo ha sido demolido. Se trata de un acto deliberado por eliminar todo aquello que no sea de origen judío, por borrar el pasado de la ciudad, ¿y cuál es el pasado de la ciudad? Cuando llegaron los judíos en 1948 esta era una ciudad árabe de gran prosperidad, atada comercialmente al resto de Palestina. Sus habitantes eran cristianos y musulmanes, como atestiguan la mezquita y la iglesia que comparten una de las paredes de su construcción. Así vivíamos, pacíficamente, hombro contra hombro, nos cuenta Hurya, esta construcción es una gran metáfora de lo que era la vida en esta ciudad. Pero, un día llegó el ejército israelí para echar a la población de la ciudad y sustituirla por población judía proveniente de todo el mundo (una inmigración que no se ha detenido en nuestros días, siguen llegando inmigrantes sin parar, beneficiándose del “derecho al retorno” tan prohibido para los palestinos). Los habitantes de la ciudad, en cambio, fueron expulsados y se sumaron a todos los que tuvieron que refugiarse. Hurya nos habla también de las masacres que tuvieron lugar en esta ciudad ahora hará 60 años, y se disculpa por si sus palabras nos parecen demasiado duras. Un 28 por ciento de la población pudo quedarse en Lod, negándose a marcharse, y vivió durante años en guetos cerrados, construidos por los propios judíos (ironías de la historia…). Actualmente algunos de estos palestinos, que pudieron resistir a la expulsión y a las masacres, siguien viviendo en ciudades israelíes como Lod, en condiciones indecentes, sufriendo una injusticia racista y segregacionista.

Tenéis que saber que ningún de las leyes promulgadas por el estado de Israel podría justificar la forma en que se trata a los palestinos en la ciudad de Lod, no hay ninguna ley racista en Israel, todo se hace por detrás, impunemente, definitivamente… Los barrios de los judíos y los barrios de los palestinos están separados por un muro: sí, sí, no sólo hay un muro “de seguridad” como se esfuerzan en llamarlo los gobernantes israelíes, dentro del mismo estado de Israel existen grandes muros que separan los barrios judíos de los barrios palestinos. Aquí, el objetivo de éste parece más claro, los judíos del barrio pidieron al Ayuntamiento que lo construyera para no tener que ver a sus vecinos árabes, a los que consideraban sucios y ladrones. En su solicitud también querían que el muro fuera acústico, para no tener tampoco que oírlos, pro la propuesta acústica no fue aceptada. Actualmente, el muro es una realidad, y después de las múltiples quejas de la población palestina contra este muro segregacionista el Ayuntamiento organizó una mesa de negociaciones. Los judíos propusieron mantener el muro a cambio de asfaltar las calles de los palestinos, darles conexión eléctrica, instalarles agua corriente… ¿Podéis creer que dentro del estado de Israel hay miles de personas que viven en estas condiciones? Sin luz, sin agua, con las calles sin asfaltar, sin basureros que hagan de sus calles zonas habitables, se trata de derechos básicos que tendrían que respetarse por el simple hecho de ser ciudadanos de Israel…). La semana pasada un niño murió atropellado por el coche de su padre por ausencia de aceras, y hace un mes un niño fue picado mortalmente por una serpiente, en este barrio tan insalubre. Tampoco les llegan las líneas de autobús, pero hay 7 vías de tren que cruzan el barrio por la mitad, por dónde pasan 250 trenes al día, aunque ninguno para en este barrio, en cambio los aceites tóxicos que se desprenden de este pasan por delante del colegio árabe (hay escuelas para judíos y escuelas para palestinos), provocando la enfermedad de ántrax a los niños. Además, este año han muerto ya 13 personas intentando cruzar la vía, puesto que no hay ningún puente, como dicen algunos israelíes (existe una expresión en hebreo para decirlo) “Así tendremos un árabe menos”. Tampoco existen demasiadas escuelas, ni ningún centro cívico (los niños corren desnudos por la calle sin hacer nada), ni parques… es una barriada de chavolas insalubres. Y a TRES METROS empieza un barrio fantástico, equipado, asfaltado, con casas restauradas, colegios, autobuses, centros, familias bien vestidas, electricidad, y agua, se trata por supuesto del barrio judío. No quiero olvidar deciros que los palestinos tienen prohibido ir a vivir al barrio judío, y que si alguna vez hay alguien que consigue ir a vivir allí las casas de todos sus vecinos se devalúan a la mitad de precio. Nadie quiere tener a un árabe por vecino. Todo está organizado para fomentar que los palestinos se vayan de sus tierras, abandonen sus orígenes centenarios y se unan a los miles de refugiados de este pueblo. Pero, ellos han decidido quedarse a toda costa.

Cuando esta mañana, en el autobús, me han anunciado que viajaba a una ciudad mixta, pensaba que se trataría de un lugar dónde palestinos y judíos convivían en paz, en igualdad… pensaba, con gran inocencia, que iba a ver un ejemplo de paz dentro de Israel, una alternativa posible a la ocupación terrorífica de los últimos 40 años. Nada más alejado de la realidad. Es el punto más exagerado de racismo que he visto n mi vida. Cuando nos hemos despedido de Hurya tenía muchas ganas de llorar. Ara he vuelto al hostal y cuando se me olvidan las conversaciones de la cena, más animadas, más banales, vuelvo a recordar las palabras de Hurya, y recuerdo que nos ha dicho que cada vez que hace una visita como esta para nuevos visitantes vuelve a casa hecha polvo, y también tiene ganas de llorar. Tenía los ojos apagados cuando nos hemos despedido de ella desde arriba del autobús, en dirección a uno de los pueblos no reconocidos del Neguev, el desierto del sur de Israel.

Fin de la primera historia

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