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¿Por qué la “nueva” Europa no es antiamericana?

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Europa no es homogénea y no todos sus países son antiamericanos. ¿Qué es lo que cuenta en las diferencias de actitud hacia América?

Donald Rumsfeld, Secretario de Defensa norteamericano, ha logrado aplicar la clásica regla imperial de “divide et impera” (divide y vencerás) a Europa. En enero de 2003, refiriéndose a la oposición europea a la acción militar americana en Iraq, dijo: “mirad el gran número de países en Europa que no están con Francia y Alemania…, están con los EEUU (…). Están pensando en Europa como Alemania y Francia. Yo no. Creo que esa es la vieja Europa”. Así que él dividió con éxito a los Estados europeos en “nuevos” y “viejos”, “proamericanos” y “antiamericanos”, descuidando el hecho de que la mayoría de la sociedad europea se opone actualmente a la guerra en Irak, sin importar lo que postulen sus gobiernos.

Rumsfeld estaba en lo cierto

Pero, hasta cierto punto, el señor Rumsfeld tenía razón. Aunque la Europa Centro-oriental no es nueva, es más proamericana que la Europa Occidental. ¿Por qué ocurre esto?. Para analizar esta situación correctamente es necesario retroceder casi 60 años: cuando los EEUU ayudaron a ganar la Segunda Guerra Mundial e introdujeron el Plan Marshall, que ayudó a reconstruir la arruinada economía de Europa Occidental.

Los EEUU apoyaron firmemente las iniciativas económicas europeas de los años 40'y 50', y continuaron protegiendo a los países de Europa Occidental frente a la amenaza soviética durante la Guerra Fría. Para abreviar la historia: los EEUU batieron a los chicos malos (el Reich de Hitler), liberaron a los chicos buenos (los aliados) y entonces les protegieron contra los nuevos chicos malos (los soviéticos). Durante la Guerra Fría, la relación entre Europa Occidental y los EEUU cambió gradualmente con el incremento de los movimientos pacifistas en este lado del Atlántico y la disminución de la inminente amenaza soviética. Desde el fin de la Guerra Fría, Europa Occidental y EEUU no han encontrado una nueva razón para permanecer como aliados.

Mientras tanto, en Europa Central y Oriental, el talante es bastante diferente. Para esos países, la Segunda Guerra Mundial, que terminó oficialmente en 1945, no terminó hasta 1989. Por ejemplo, cojan los Estados bálticos (Estonia, Lituania y Letonia). Los tres eran pequeños (pero hermosos) Estados independientes antes de la Segunda Guerra Mundial. Pero en 1939 la Unión Sovietica los invadió, incorporándoselos al año siguiente. ¿Cómo se puede decir a los estonios que la Segunda Guerra Mundial termino en 1945 cuando ellos recuperaron su independencia de la U.R.S.S. en 1990? Durante más de 45 años, las naciones de Europa Cento-oriental vivieron la pesadilla del totalitarismo, todo mientras soñaban con un mundo justo, pacífico y rico. Este mundo ideal era Occidente, que incluía a Europa Occidental y a EEUU.

La seguridad, lo primero y más importante

En esto se basa la respuesta a las diferencias de actitud entre Europa Occidental y Central/Oriental: una sociedad que recuperó su libertad en 1945 está más segura de su seguridad y estabilidad. Como una sociedad que no necesita más tiempo a un aliado al otro lado del Atlántico; cree que puede lograr su seguridad por sí misma y en estrecha cooperación con sus vecinos. Sea como sea, una sociedad que recuperó su independencia en 1989 está lejos, al menos de asegurarse a sí mismo y no quiere permanecer en ninguna zona gris. Esto es particularmente cierto cuando la sociedad se siente amenazada por sus propios vecinos, como es el caso de los países que hacen frontera con Bielorrusia, Ucrania o los Balcanes. Los Estados del centro y el este europeos, siendo mucho más débiles que los del oeste europeo, buscan aliados fuertes que, llegado el caso, les defendan. Esa es la razón de que todos los estados centroeuropeos estén ahora en la OTAN: Ellos ven en EEUU a un aliado militar. Creen que los EEUU es el único poder mundial, que podría socorrerlos -y lo haría- si surgiera algun problema. La OTAN y los EEUU les dan seguridad. Ningún Estado de Europa Occidental puede hacer lo mismo.

Dentro de este marco de actuaciones, un número de nuevas uniones entre los EEUU y Centroeuropa se han creado desde 1989, incluyendo la esponsorización américana de organizaciones no gubernamentales. Los EEUU también han promovido los procesos de transición y liberalización, introduciendo los mecanismos de democracia emparentada, como hizo en Europa Occidental 45 años antes. Sea como sea, no es bueno proclamar que los Estados centroeuropeos son más pro-EEUU que pro-UE. Para los centroeuropeos no existe ninguna contradición en ser proamericano y proeuropeo al mismo tiempo. Como dijo un primer ministro polaco: “No vemos la necesidad de elegir entre Europa y los Estados Unidos. Eso es como tener que elegir entre tu madre y tu padre”.

Translated from Why ‘new’ Europe is not anti-American