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Pesadillas nucleares: ¿porqué la energía nuclear aún no es segura?

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Default profile picture eduardo s. garcés

¡Ni que estuviéramos en 1970! El petróleo disparándose, Oriente Medio más inestable y el cambio climático muy preocupamte. Europa se fija en la energía nuclear. No cometamos el mismo error de nuevo.

Durante la Década de los setenta esos problemas condujeron a muchos países europeos a invertir en la energía nuclear. Treinta años después, el panorama es bien diferente. Mientras que target=”_blank”>algunos continúan sosteniendo que la energía nuclear es el combustible limpio y eficiente que solucionará nuestros problemas, para target=”_blank”>la mayoría de los europeos de hoy, es algo que deberíamos dejar atrás.

La necesidad nuclear

No se puede negar la urgente necesidad de encontrar alternativas a los combustibles fósiles. Dado que el Protocolo de Kioto compromete a los países europeos a recortar sus emisiones de dióxido de carbono un 8% por debajo de sus niveles de 1990 para 2008 ó 2012. El hecho de que la energía nuclear no produzca emisiones no puede ser ignorado. De todos modos los críticos apuntan que podría parecer que esta energía no produce emisiones, pero que se necesitan combustibles fósiles para convertir el uranio en bruto en combustible y para manipular sus residuos.

Aun así, la energía nuclear es más fiable que otras tecnologías alternativas. La energía eólica en Alemania constituye el 45% de la capacidad comunitaria, pero tan sólo representa el 8% del consumo energético alemán. Hace poco, Dinamarca ha detenido un programa de energía eólica debido a la baja fiabilidad de esta energía.

El fantasma sobre Europa

Sean cuales sean las ventajas que la energía nuclear pueda tener, estas se ven mermadas por el recuerdo del desastre de Chernóbil, en el que más de 200.000 km² y 6,7 millones de personas fueron contaminados por la radiación. A pesar de este gran impacto, a día de hoy aún existe controversia sobre cuáles fueron los verdaderos efectos de la explosión.

Por ejemplo, recientemente Suecia hizo público que Chernóbil ha causado 849 casos de cáncer, a pesar de que no han ido acompañados de un aumento del cáncer de tiroides, el cáncer asociado a las víctimas de radiación. Dejando a un lado algunas controversias como esta, hay algunos hechos claros. Desde 1992, en Ucrania se han detectado 3.300 casos de cáncer de tiroides entre la población infantil -un numero 30 veces mayor al usual-, grandes extensiones de Bielorrusia continúan siendo zonas prohibidas y el subconsciente europeo permanece marcado a fuego por algo que no debe volver a repetirse. Los que apoyan la energía nuclear sostienen que esto es una reacción desmedida y que un desastre como ese jamás podría ocurrir en Europa hoy.

¿Mayor y más productiva?

Si la energía nuclear ha de desempeñar un papel más importante en el futuro tendría que abaratarse; en ello podría ayudar un programa de financiación pública. En Francia, con una de las electricidades más baratas de Europa, es más barato el KW/h proveniente de la energía nuclear que el del gas. A pesar de que con la energía nuclear se puede producir electricidad barata, el precio de manejar los residuos nucleares y eventualmente de desmantelar los reactores nucleares la convierten un asunto costoso.

El camino para encontrar combustible nuclear más barato también conlleva algunos problemas de seguridad. Francia considera hoy en día nuevos reactores que reprocesen el mineral de uranio. Esto podría verse como algo positivo: preservarían las limitadas reservas de uranio, pero el reprocesamiento de uranio es la fase más agresiva y peligrosa medioambientalmente hablando del ciclo del combustible, y también muy cara. Incluso los estudios del MIT (Instituto de tecnología de Massachussets) concluyen que deberíamos emplear ciclos nucleares de un sólo uso.

Con independencia de cómo decidamos usarla, la energía nuclear requiere que le busquemos una solución a los residuos altamente radiactivos que produce. Los EE UU, Suecia y Finlandia planean construir gigantescos cementerios nucleares subterráneos para almacenar los residuos, al precio de mantenerlos ahí durante el futuro para siempre. Aún nadie sabe qué sucederá dentro de cientos de años, simplemente carecemos de los medios para poner a prueba la posible seguridad futura de tales instalaciones, a pesar de que el programa diseñado por la Comisión de la Energía Atómica confirma parcialmente la seguridad de esos experimentos.

Un futuro de dos caras

Incluso si pudiésemos asegurar unos excelentes niveles de seguridad para los reactores de Europa Occidental, las preocupaciones no terminan ahí. Siete de los diez nuevos miembros de la UE poseen reactores nucleares, y protegerlos en una era de terrorismo globalizado es más difícil que nunca.

Además, la energía nuclear como solución a la crisis energética global conlleva sus propias trabas. Tal y como señala Paul Rogers, cualquier programa nuclear civil es susceptible de doble uso, tanto la tecnología como los científicos pueden emplearse también en programas de armamento nuclear.

Al final, tampoco será esto lo que termine con la energía nuclear, lo hará su coste y la cantidad de uranio que queda. En la actualidad hay 440 reactores nucleares operando en el mundo. Dadas las actuales reservas, nos queda uranio para los próximos 50 años al nivel de consumo actual. El estudio del MIT estima que si construimos 1.000 nuevos reactores (lo que apenas representaría un trago ante la sed de energía mundial), las reservas se agotarían en 14 años.

Incluso la mayor demanda de uranio que esto acarrearía no haría rentable intentar emplear mineral de uranio menos rico. En la práctica, menos de la mitad del uranio presente en la roca puede ser extraído, así que los que no alcanzan esta proporción son inservibles.

Hoy la energía nuclear apenas representa algo más del 6% del total del consumo mundial de energías primarias. Acarrearía un esfuerzo insostenible y probablemente peligroso intentar producir mucho más de eso, para luego comprobar que el uranio se ha agotado y que aún seguimos conduciendo Cadillacs. La energía nuclear es un camino que mejor no debemos volver a tomar.

Translated from Nuclear nightmares: why it's still not safe