Luchando contra el ébola en Sierra Leona
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Sara Pintado ParedesDesde mayo del año pasado hasta enero, el número de casos de ébola en Sierra Leona superó los 10.000, y se registraron más de 3.000 muertes. Ha sido el país más afectado desde el brote. Hemos hablado con dos representantes de Médicos Sin Fronteras, ciudadanos europeos que trabajan como voluntarios en Sierra Leona, sobre cómo están luchando contra esta enfermedad devastadora.
Médicos Sin Fronteras (MSF) es una organización humanitaria internacional independiente con aproximadamente 145 voluntarios y 1.600 miembros de personal nacional trabajando en Sierra Leona en 4 lugares diferentes: Freetown, Bo, Magburaka y Kailahun.
Una operación internacional
En la actualidad, MSF dirige sus operaciones contra el ébola desde ocho lugares diferentes, incluyendo Liberia, Sierra Leona y Guinea. Proporciona ayuda de emergencia en más de 60 países pero, sorprendentemente, encontrar voluntarios para luchar contra el ébola no es el principal problema. Según el coordinador de Comunicaciones sobre ébola, Yann Libessart, "es bastante más difícil encontrar personal para otras misiones en varias zonas de crisis que no están reconocias como es el caso de la República Centroafricana, Siria o Sudán del Sur. Se ha convertido en un problema."
La base de MSF es una escuela secundaria local llamada Prince of Wales, que ahora se encuentra cerrada tras clausurarse las escuelas públicas para evitar la propagación del ébola. Sin embargo, hay programas educacionales que son emitidos por radio.
Para quien trabaja aquí, el día empieza temprano, sobre las 7 de la mañana, según nos cuenta la Dra. Monika Rull, una ciudadana española y representante de coordinación de MSF. En el momento de nuestra conversación, hace diez días que se unió al equipo. Es bastante optimista con respecto a la contención de la enfermedad, aunque cautelosa a la hora de sacar conclusiones sobre la "todavía desconocida enfermedad". "Es demasiado pronto para decir que hemos ganado. Sin embargo, la información que tenemos hasta ahora indica que en las últimas tres semanas el ritmo de propagación ha descendido comparado con diciembre, por ejemplo. Esperemos que esto sea la etapa final. Aunque todavía llegan muchos casos cada día y tenemos que evitar la contaminación, bloquearla en los puntos clave y contrarrestar la transmisión. Somos optimistas”, dice Monika por teléfono alrededor del mediodía desde su oficina. Su inexpresiva voz sólo indica sus esfuerzos diarios y emociones sobre el lugar al que tiene que enfrentarse racionalmente.
Todos en la misión han recibido buen entrenamiento y, además, se han ofrecido voluntarios para estar aquí. También hay personas que se van y vuelven. Por supuesto, se han tomado medidas como no tocar los cadáveres o a la gente que muestra síntomas, lavarse las manos con regularidad y evitar el transporte público. Es más, se pueden encontrar por todas partes cubos de cloruro, usados como desinfectantes.
Monika señala una paradoja: la vida diaria en Sierra Leona no se ha visto afectada tanto como uno podría pensar, ya que la gente intenta "adaptarse y afrontar situaciones extraordinarias". Al igual que las escuelas, los lugares de reunión pública están cerrados, pero al mismo tiempo "la vida sigue".
¿El miedo es útil?
Cuando le preguntamos si hay algo de miedo entre los voluntarios, Monika hace una pequeña pausa, después reflexiona en la vida del día a día. "Creo que el miedo en dosis sanas puede llegar a ser útil. Por nuestra parte, nos aseguramos de que los voluntarios sean muy conscientes de las medidas preventivas, de que no se expongan", añade.
"Es bastante normal que tengamos una política muy estricta de no tocar, de mantener las distancias con los compañeros. Hay veces que esto crea situaciones incómodas. Sin embargo, también es posible tener una vida bastante normal. Vas a trabajar, vuelves al recinto…la misión intenta encontrar el equilibrio, y no reaccionar de manera exagerada en el entorno. Creo que hemos encontrado ese equilibrio. Los compañeros son maravillosos: muy valientes y responsables."
Cuando preguntamos al doctor Libessart por si hubo casos de personas que decidieron abandonar por las preocupaciones sobre la situación en Sierra Leona, este médico francés, que ha estado de servicio en Sierra Leona y Guinea, dice: "Que yo sepa, nadie ha pedido volver por esas razones, pero tal vez esté equivocado porque puede que eso también sea confidencial. Los que se vuelven pronto suelen ser, por lo general, enfermos o expuestos accidentales al virus del ébola. Representan menos del 1% de los emigrantes enviados para luchar contra el ébola."
¿Está aumentando el optimismo?
A medida que se propaga la catastrófica enfermedad, la infraestructura sanitaria de toda la nación se ha visto afectada, lo que ha desembocado en una tasa de mortalidad aún mayor. Además, lossíntomas similares de malaria y ébola han hecho que la gente se presente en centros de tratamiento del ébola pensando que tiene ébola cuando realmente es malaria. Para contrarrestar esto, en diciembre, MSF y el Ministerio de Sanidad de Sierra Leona distribuyeron 1,5millones de tratamientos contra la malaria en Freetown y en los distritos vecinos.
También parece haber progreso en términos de equipamiento, que suponía una enorme deficiencia de intervención al principio de la epidemia. De acuerdo con Monika, la situación ha mejorado significativamente desde el brote. "Tan solo hace unas semanas era completamente diferente y la capacidad de camas estaba muy por debajo de las necesidades," afirma.
En la actualidad, diferentes donantes han pagado o dado más de 520 millones de dólares para ayudar a intervenir. En general, hay más optimismo en el ambiente. Monika dice que las investigaciones progresan y que ahora “entendemos mejor cómo evoluciona y cómo puede prevenirse.” Comparado con el brote inicial, las perspectivas no son tan desoladoras.
Translated from Fighting Ebola in Sierra Leone