Los objetos que atraviesan fronteras con nosotros
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Carol GomezEn el Museo de la Historia de la Inmigración en París hay una exposición permanente: La Galerie des dons, en la historia de quienes encontraron una nueva vida en Francia se cuenta a través de los objetos que trajeron consigo en sus viajes. Decidimos proponerles el mismo reto a una nueva generación de migrantes, babelianos que han salido de casa en un viaje sólo de ida.
Elettra - Italiana en Edimburgo
Llegó a Escocia por la vía larga. Hace seis años dejó Italia para irse a Berlín, que para Elettra era una ciudad de emancipación, para cortar lazos con lo viejo y sumergirse en una nueva y acogedora madurez. Durante esos primeros días en Alemania, su madre le mandó una manta tejida a mano. Mientras cruzaba el continente de Génova a Bruselas, antes de establecerse finalmente en Edimburgo, la manta le ayudó a vencer un factor que une a todos los expatriados: Un sentimiento de nostalgia tan profundo, que nunca se acaba de marchar. Más que eso, fue vital para ayudar a esta chica sureña a adaptarse al frío norte. Desde entonces, la ha ayudado a sentirse protegida y, de alguna manera, en casa.
Cuando te mueves de país a país de esta manera, no son sólo los sentimientos los que sufren. Cosas cotidianas, como unirte a un gimnaso, requieren la navegación de nuevos sistemas y hasta idiomas. Por eso, Elettra siempre lleva consigo sus deportivas para correr, la manera más sencilla de mantenerse saludable. Conforme fija el paso en cualquiera de las calles que ahora llama hogar, nuevos caminos y pasajes secretos se abren ante ella. Correr también es su terapia. Con lluvia, viento, o un calor aplastante, no puede imaginar su vida sin este ejercicio.
En cuestiones de trabajo, entretenimiento y vida familiar, todos tenemos nuestras necesidades. Para Elettra esto se traduce en el desayuno. Una de las cosas a la que más trabajo le ha costado adaptarse de la cultura nórdica es la sabrosa tradición asociada con la comida más importante del día. En Italia, las mañanas son un poco más dulces, con croissants y otros alimentos. Además, hay café, una bebida que es casi sagrada. No conforme con un simple espresso, su arsenal incluye café de cebada, café de escanda y café de achicoria, y con todos estos, viene su taza favorita. Viajando de país en país, este simple vaso la ayuda a activarse cada mañana con groserías escritas en italiano.
Mila - Macedonia en Copenhague
Hasta hace dos años y medio, el sueño de Mila era estudiar en el extranjero. Mudarse a Dinamarca era la oportunidad perfeta para hacer su sueño realidad, aunque siempre ha estado acompañado de nostalgia esporádica por familia y amigos. Para Mila, los recuerdos de Macedonia están instrínsicamente conectados con lo que dejó atrás. Es por eso que seleccionó su taza de capricornio como su primer objeto, un regalo de un amigo que vivía en su misma calle en los suburbios al noreste de Skopje. Con su signo zodiacal, "el mejor" asegura, siempre tiene su taza orgullosamente en su escritorio, con un "kit de emergencia" de plumas y marcadores para la universidad. Y después de haber sobrevidido múltiples caídas, es un símbolo de fuerza y perserevancia, lo que prueba que los recuerdos de la infancia siguen siendo de suma importancia, aún tan lejos de casa.
Para su segunda opción, Mila vuelve a su familia, y a otro regalo, esta vez de parte de su madre. Una muy amada copia de El Monje que vendió su Ferrari, escrito en su natal macedonio, fue considerada de suma importancia por dos motivos. Primero, su madre quería asegurarse de que siempre hiciera cosas que la hicieran feliz, y ese es el mensaje escencial del libro. Segundo, tener una copia en su idioma nativo la conecta con más fuerza a su familia. Leerlo es como tener una conversación con su madre, un compañero ideal cuando necesita un poco de apoyo energizante o moral.
Y hablando de energizantes, los amigos de Mila saben que le encanta tomarse una buena taza de té. Viviendo en una sociedad adicta al café, encuentra que beber té es una rutina social y relajante. Cuando dejó Macedonia, se llevó consigo esa costumbre, acompañada de un set de té blanco y azul que consiguió en Ucrania. A pesar de la fragilidad de la porcelana, sobrevivió al viaje en avión intacto, tan intacto como la fuerte conexión que tiene con su idea de "hogar".
Angelo - Italiano en Londres
Cuando le pedimos a Angelo que nombrara tres objetos que le recuerdan a casa, contestó con convicción que sólo necesitaba uno: Su muy amada, y muy usada, cafetera para moccha. Cuando se estableció en Londres en 2013, era la pieza de casa que estaba seguro quería traer. Compaginó su llegada con el carnaval de Notting Hill y se aventuró en la capital para tratar de meterse en el mundo del periodismo. Conforme las pasantías y las horas de escritura se acumularon, en los caóticos confines de la capital del Reino Unido, la cafetera siempre estuvo ahí para ayudarle. "Para un periodista italiano adicto al café", explica, "un moccha es tu mejor amigo".
Recientemente, puede que haya agregado otro objeto a su lista, los tradicionales tortellini que hacen en su pueblo natal Plasencia. Sin embargo, su reciente vegetarianismo impide que pueda seguir probando este platillo de casa. Como orgulloso miembro del creciente movimiento vegetariano y vegano en Italia, afortunadamente cuenta con su contraparte el anolini a base de queso, así que cuando regrese para las vacaciones, podrá seguir manteniendo la tradición local.
Joseph - Británico en París
Como bien cantó Joni Mitchell: "No sabes lo que tienes hasta que lo pierdes". Eso es doblemente cierto para las cosas que te hacen pensar en casa. Cuando Joseph dejó su pueblo natal Norwich en Reino Unido, casi no le gustaba la famosa exportación de la ciudad: la mostaza Colman. Sin embargo, conforme pasan los años y él sigue fuera, el sencillo condimento se ha vuelto más simbólico. Hoy en día, siempre tiene una lata en su alacena, aún cuando no la usa.
Tiene un lugar de honor junto a un dibujo de dos dinosaurios, vestidos elegantemente de novios. Fue dibujado por su amigo como un regalo de despedida, cuando dejó su país para trasladarse a la Ciudad de la Luz. Una imagen jurásica del día de su boda, que muestra a dos tiranosaurios felices en la capital francesa. Una combinación de lo que ya pasó y de lo que está por venir, conecta la vida vieja con la nueva, abarcando el "hogar" en todas sus formas.
En La Galerie des dons, muchas de las personas entrevistadas hablan de la importancia de sus herramientas de trabajo. Un chef lleva una cuchara de madera a todos lados a donde va, un músico su amado violín. Para un chico de la generación digital, nada es más molesto que no tener la tecnología adecuada. Aún más fuerte que la barrera del idioma, un reto que aceptó con fuerza y entusiasmo, este obstáculo en comunicaciones era demasiado. Es por eso que un teclado QWERTY es la elección final de Joseph. Tener que volver a ejercitar todos esos años de memoria muscular no es una opción para un joven escritor británico en una tierra donde el AZERTY es el rey.
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La Galerie des dons es una exhibición permanente en Le Musée de l’histoire de l’immigration en París.
Imagen de anolini: (c) Gail/Flickr
Imagen de la mostaza: (c) Karen Booth/Flickr
Imagen del teclado QWERTY: (c) Josh Michael G. Belarmino/Flickr
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Este artículo es parte de nuestro especial de fin de año para el 2015, un año temático sobre la noción de 'Hogar'.
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Autor: Joseph Pearson
Translated from Leaving home: The objects that travel with us over borders