La seducción: un lazo que une a los pueblos
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Fernando Navarro Sordo¿Existe realmente el amante típico europeo ?
“¿Voy o no voy? Llevo más de un cuarto de hora lanzándole sugerentes miradas. Me he mostrado, le he dirigido acariciantes sonrisas jugando con mis atractivos labios de color rojo frambuesa. ¿Debo acaso jugar lascivamente con mi lengua entre los labios para que por fin se acerque a mí? ¡No tendré que ir yo misma...! ¡Soy una chica...! ¡No!” Tras otros 10 minutos de flirteo intensivo acudo en su dirección: me coloco en la barra junto a él y le pregunto «Hace calor, ¿no?». Compruebo que es entonces cuando se le suben los calores. Ahora entiendo porqué el flirteo ha sido tan desastroso: el tipo es guapo, pero alemán; poco hecho a lo de ligar.
Todos conocemos el cliché del alemán aburrido y reservado, del inglés borracho y peleón. Los hombres conocen la leyenda de las escandinavas siempre dispuestas; las mujeres conocen el mito del “latin lover”, del francés tan encantador, del español tan caliente y del italiano irresistible. ¿Qué hay de cierto en estos prejuicios sobre la seducción que miles de europeos meten en la mochila de las vacaciones cada verano y que tanto jaleo montan en la mente de los Erasmus antes incluso de tomar contacto con los autóctonos del otro sexo? Viajemos por seis ciudades para averiguar el enigma.
Parisinos de ávida mirada
París - «Para las francesas, la calle es un escenario sobre el que esperan ser admiradas. Mientras que las alemanas esperan a hallarse en el ascensor de la oficina para cambiarse las deportivas por zapatos de tacón de aguja color rojo, las parisinas, de camino al trabajo, se pavonean enfundadas en Gucci y sobre vertiginosos tacones», explica Sandra, de 23 años, tras vivir uno entero en la «ciudad del amor» como estudiante Erasmus. No logra acostumbrarse a que la examinen de continuo e interpretarlo como un cumplido: «En Alemania, al menos, puedes cruzarte a un hombre sin que haga comentarios». A este respecto, su amiga francesa Rachel es tan poco parisina como ella. «No me gusta nada este desfile ante hombres de mirada ávida». Desde hace un año, sale con un checo y la experiencia le ha mostrado que «cuando un checo te hace un cumplido, es sincero. Seguro. Lo que no siempre sucede con los franceses.»
«Es raro que a una la vayan jaleando con un «Ciao Mala» (Hasta luego, querida) cuando paseamos por la calle, por la simple razón que salimos siempre en grupo», cuenta Iva Ploj, 27 años, de Ljubljana y estudiante de musicología en Alemania. «Y está bien que así sea, ya que el tempo de la seducción se alarga mucho. Primero hay que dejar las cosas claras con las amigas, dice sonriéndose por lo bajo. Y cuando caes enamorada, regresas a la infancia». Su primera cita de amor con su pareja de entonces, la pasó viendo una comedia sentimental que ya había visto cuando tenía 15 años.
Snuppa quiere decir «bonita»
A pesar del mito de la escandinava solícita, Solweigh, 29 años, natural de Trondheim, Noruega, Puede preciarse de resistir la seducción. Su amigo de entonces tuvo que cortejarla durante tres años, no sólo con cumplidos y regalos, sino también con estremecedoras cartas de amor que siempre comenzaban por sota o snuppa: bonita. «Pero fue cuando se resignó a no tenerme cuando de repente me enamoré de él. Acabamos de montar una empresa de informática en la que el reparto de tareas es perfecto: ¡yo me ocupo del software y el del material!».
En el lado opuesto, la seducción se convierte en algo obsceno algo más al sur, en Newcastle: las chicas se emborrachan hasta la saciedad (también sucede en España) en uno de esos pocos bares que abren hasta muy tarde con una sola consigna: «Tengo barriga, ¡y qué! ¡No es motivo para escondérmela debajo de la camiseta!». Daniel, estudiante alemán, ha podido comprobar hasta qué punto las técnicas locales de seducción son ofensivas: «Lanzarse miraditas durante horas de una punta a otra del pub es demasiado agotador para los ingleses; un cachete en el culo es más simple y deja las cosas claras. Y las mujeres no parecen molestas por que su nuevo caballero trastee con el trasero de una desconocida en vez de bailar blues toda la noche con ellas. Por aquí, las aventuras de una sola noche forman parte de la vida estudiantil tanto como las veladas, los gatos y, en menor medida, las clases magistrales». Esta clase de costumbres acarrea necesariamente consecuencias: ningún otro país ostenta tan elevada tasa de embarazo juvenil como el Reino Unido. Y eso que en la isla puede uno procurarse toda clase de contraceptivos de modo gratuito.
Las polacas son complicadas
Tal escena es inconcebible en Polonia. Hasta el modo de entablar relaciones con el otro sexo está supeditado a ciertas reglas. «La tradición quiere que la mujer no dirija una sola palabra al hombre que encuentra interesante», dice Jarek Domanski, estudiante de Varsovia. «Las polacas son mucho más complicadas que el resto de europeas o norteamericanas. Las tradiciones, y el catolicismo en particular, ¡juegan para nosotros un importante papel!» La mitra papal también es muy venerada en Italia, lo que no impide a los italianos pasar por ser los mejores amantes del mundo. «En Italia existe una enfermedad nacional: el amor por el amor. Sin el flirteo, las muchachas bonitas y el corazón que se acelera, la vida sería demasiado vulgar», dice Mimi, un turinés de 25 años. Su amiga Daniela, de 24 años, le da la razón: «Aquí los hombres te dirigen sin cesar cumplidos sobre tu apariencia, pagan siempre la cuenta y preguntan educadamente –esto ahora- , si deseas que te besen. Ser guapa y reirse de sus tonterías es todo lo que nos piden. Ellos salen a cazar y nosotras somos la presa».
Nunca sabremos de dónde son los mejores amantes en Europa. ¡Prueben por ustedes mismos y coronen al Eurolover 2004 a su gusto!
Translated from Flirten verbindet Völker