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La Orden de Orange en Belfast, muy lejos de un desfile de scouts

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Política

¿Más malas noticias desde el Norte? En los informativos nocturnos irlandeses, la información sobre los disturbios en los barrios católicos de Belfast apareció en tercer lugar, después de un accidente de tránsito local e informes de economía. Con el proceso de paz aún reciente (1998), los desfiles son producto de una vehemente frustración en una comunidad destrozada

A mediados de julio, el acento gangoso de Irlanda del Norte se escuchaba más de lo normal en las calles de Dublín. Cada año, muchos nacionalistas atraviesan la frontera de la República para participar en la ya tradicional marcha de la Orden de Orange, la Marching Season. Otros se quedan de su lado de la valla, esperando poder asistir a la manifestación que preparan los orangistas en Irlanda del Norte, en los barrios con mayor número de población católica. Durante décadas, los desfiles de la orden protestante han generado polémica y violencia en las zonas nacionalistas de Irlanda del Norte. Durante el período de 1963 a 1985, conocido como en inglés como Troubles, la resistencia de las comunidades nacionalistas frente a estas marchas fue solo una faceta de la fuerte lucha en defensa de los derechos civiles en una sociedad profundamente dividida. Este año en Belfast, 80 policías resultaron heridos.

¿Qué es la Orden de Orange?

Ardoyne, norte de Belfast, el 12 de julio de 2010La Orden de Orange es una fraternidad religiosa ultra-protestante dedicada a la celebración de la victoria del rey Guillermo de Orange sobre Irlanda en el siglo XVII. Se fundó hace más de 200 años y representa a los descendientes de los protestantes que vivieron en la época de las plantaciones coloniales en la provincia. No es una organización paramilitar, sino poco más que un club de “chicos adultos” que no se cansan de glorificar, con un cierto empalago, una vieja victoria militar como si se tratara de rememorar un partido de fútbol sentimental de una juventud ya muy lejana. Sus miembros tampoco parecen particularmente intimidatorios: el traje de los desfiles consiste en una banda ornamental, recargada con blondas de ribetes color oro y un bombín. De hecho, si la orden no estuviera formada sólo por hombres, podría confundirse con una procesión muy poco elegante de chicas scouts. Y aún así, durante el periodo denominado como Troubles, este club privado fue el foco de violentas manifestaciones políticas.

A la izquierda, en Ballinmallard, County Fermanagh y, a la derecha, en el este de Belfast

Después de que Irlanda del Norte fuese separara de la República en 1921, la comunidad protestante ocupaba todos los puestos de poder en las provincias controladas por el Reino Unido, lo que provocó protestas masivas que fueron reprimidas violentamente por el ejército británico. Fue un desfile de los partidario de la separación, o lealistas, lo que provocó la Batalla del Bogside en 1969, origen de décadas de disturbios e insurrecciones en las calles de Belfast y Derry. Para los nacionalistas, católicos que quieren que Irlanda del Norte se una a la República de Irlanda, la Orden de Orange representaba un sistema aplastante de apartheid sectario y sus desfiles, una muestra repugnante de supremacía cultural. Para los lealistas, principalmente protestantes del Reino Unido, temerosos de una mayoría católica, la tradición se convirtió en el grito de guerra de una comunidad asediada que defendía con fuerza la lealtad hacia Gran Bretaña a cualquier precio y no tenía reparos en gritarlo explícitamente a los invasores de la República Irlandesa y la incansable provocación católica. A medida que los conflictos de la Marching Season aumentaban en las décadas de los ochenta y de los noventa, la violencia, el odio y la división cultural se convirtieron en los distintivos del 12 de julio.

Londres o Dublín contra un ejército de niños de ocho años

El comportamiento de los alborotadores en 2010 marca un cambio dramático en la tradición. Hasta ahora, los manifestantes habían sido familias, políticos locales y jóvenes sensibilizados, pero este año la policía se enfrento a un ejército de encapuchados, gritos de adolescentes y palos de golf voladores. Muchos tenían menos de ocho años. En muchos sentidos, la juventud desamparada de Irlanda del Norte no es diferente a los jóvenes de Dublín o de Londres. Pero a diferencia de llevar a cabo delitos menores y el happy slapping (la nueva tendencia de grabar las peleas y subirlas a internet), los jóvenes del Úlster están armados con cócteles molotov, montan barricadas y tienen grandes conocimientos de terrorismo. Los disturbios de 2010 han puesto de manifiesto el malestar de miles de jóvenes que han crecido en un ambiente social de odio profundo, jugado en un paisaje de calles calcinadas y blanco de bombas y que ahora están madurando en una sociedad que ha perdido su fuerza económica mucho antes de la recesión global y aún así siguen mirando las sonrisas de sus políticos que, del otro lado de la frontera, declaran que todo va bien.

En una zona ahogada en una retórica política, los ciudadanos han sido dejados al margen. Mientras los medios de comunicación piden historias de guerra y paz, de un pasado oscuro y un futuro brillante, es fácil pasar por alto el descontento existente. La cobertura de la londinense BBC sobre los disturbios consistió en un pequeño resumen de la historia política de Irlanda del Norte para una despreocupada audiencia británica. Puede que las armas estén finalmente fuera de la vista, pero las heridas de Úlster son más profundas que nunca. 

Fotografía: principal del desfile en Belfas en julio de 2010 ©Jett Loe at jett-loe.com/ Flickr; protestas en Ordayne  ©Speaking of Faith with Krista Tippett/speakingoffaith.publicradio.org/; desfiles orangistas ©alistercoyne/hairycow and ©pawelbak; vídeo de FreeIreland18/ Youtube

Translated from Belfast riots 2010: Orange Order, not girl guides