La infame "democracia iliberal" de Viktor Orbán
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Blanca BarredoEl primer ministro húngaro declaró en un discurso que está preparado para dirigir a su país a un nuevo mundo laboral y social. Estas palabras llamaron la atención de la prensa internacional, mientras que a mí no me sorpende nada: Orbanistán sigue como siempre.
Me encantaría hablar del éxito mundial de las iniciativas húngaras, de las películas y escritores que han recibido multitud de premios y del increíble Sziget Festival, pero parece que la política es lo que causa mayor revuelo. A mí esto no me preocupa demasiado, puesto que el Gobierno de mi país empezó a caminar por la senda de la autocracia hace ya cuatro años.
EL MANUAL PARA TIRANOS DE ORBÁN
Recuerdo que todo comenzó después de que el partido de Viktor Orbán ganara las elecciones de 2010 con una mayoría de 2/3 en el Parlamento. Me di cuenta de que la sección de noticias de la radio pública que escuchaba empezó a nombrar al primer ministro de vez en cuando, sin ton ni son. Me preguntaba cómo un solo hombre podía ser experto en cualquier campo.
Luego llegaron la ley contra la libertad de los medios de 2011, la ley de jubilación anticipada para jueces y la reforma de la ley electoral en 2012, la más que cuestionable nueva Constitución en 2013, junto a la adhesión de los aliados del partido gobernante en la corte constitucional. En 2014, Orbán firmó un acuerdo con Putin para construir dos centrales nucleares, sin la aprobación de políticos o de expertos.
Se celebraron nuevas elecciones en abril de 2014. FIDESZ, el partido de Orbán, resultó reelegido, por lo que parece que Hungría seguirá por este nuevo camino. Estudié a fondo los programas de todos los partidos, pero FIDESZ no tenía ninguno: solo se limitaron a repetir lo que ya dijeron en 2010.
dEMOCRACIA ILIBERAL
Viktor Orbán afirma que la competitividad de un país depende del gobierno y no de la economía, y cita a Turquía y Rusia como ejemplos de esto, dando a entender que su éxito se debe a los valores de sus sociedades. El modelo europeo de democracia liberal, según Orbán, no funciona, motivo por el que pretende transformar Hungría en una democracia iliberal. El principio básico de esta sociedad no es la libertad del individuo, sino el bien mayor de la sociedad. Para Orbán, se ha demostrado que el estado de bienestar es un modelo fallido y que Europa debe adaptarse a un modelo basado en el trabajo para ponerse al nivel del resto del mundo.
Entonces, según el Sr. Orbán, ¿qué tiene de malo la libertad? Afirma que la libertad no tiene límites en los países liberales, como si nunca hubiese oído hablar de los derechos humanos básicos o pensanse que el sistema legal no sirve para nada. Aunque considere que estas instituciones sean insuficientes, su solución al problema consiste en ampliar el papel del estado. Orbán no cree que la participación de la sociedad civil en la vida pública pueda mejorar Hungría, pues también dice que las organizaciones no gubernamentales están formadas por activistas políticos financiados por intereses extranjeros.
La pobre Hungría contra la pérfida UE
Si tenemos en cuenta cómo habla de ella, da la impresión de que Orbán considera a la UE un interés extranjero. La expresión "los burócratas de Bruselas" se convirtió en una coletilla habitual de sus discursos, en los que denuncia cómo estos amenazan la libertad de Hungría. Orbán niega que esté en contra de la Unión Europea; lo que pasa es que simplemente le da igual. Cree que las decisiones de la UE no sirven de nada.
No obstante, parece que a Hungría le va bastante bien gracias a la UE, que financió el 97 % de las inversiones públicas del país entre 2009 y 2011. Lituania ocupó el segundo puesto en la lista de países que "viven del dinero de la UE" con un 80%, mientras que la media es de 10%. Esta tendencia continúa en 2014, año en el que Hungría recibió generosas sumas de dinero por parte de la UE que se repartirán entre 2014 y 2020.
Y así continúa el espectáculo: cogemos el dinero de la UE, lo gastamos en inversiones espectaculares y hacemos como si todo fuera cosa del Gobierno. El país es feliz; Orbán sigue en el poder. Por suerte, la Unión Europea sigue siendo una democracia y se negó a mandar fondos a Hungría para el periodo 2014-2020 porque temen cómo se administrarán.
Aun así, a Orbán parece no preocuparle el retraso y prefiere hablar de democracia iliberal en lugar de reformar el sistema. Su confianza en sí mismo puede deberse a su prometedora amistad con Rusia, que, de momento, ha resultado en la construcción de reactores nucleares. Este acuerdo obligará a Hungría a depender del suministro de energía ruso y creará una grave deuda a largo plazo con Rusia. Por lo que parece, no cree que los "burócratas de Moscú" vayan a amenazar nuestra libertad.
"Nos llegará el momento"
Orbán terminó su discurso con la siguiente declaración: "El futuro supone que todo puede pasar y es difícil definir todo. Puede ocurrir con facilidad, como todo, y es probable que nos llegue el momento".
Aunque más que de "nosotros" debería hablar de sí mismo, al menos mientras siga tomando decisiones sin contar con ningún debate profesional o social. La democracia, liberal o «iliberal», no existe en un país donde el partido gobernante se niega a debatir con los opositores antes de las elecciones. Tampoco puede compartir principios democráticos una persona que cancela una visita a una universidad porque tendría que celebrarse un debate abierto tras su discurso. La democracia a nivel individual es la voluntad de escuchar críticas a las opiniones propias y de aceptar las de otros.
Si los húngaros desean vivir en una democracia y formar parte de la Unión Europea, no "nos llegará el momento" con Viktor Orbán. Si lo que queremos es renunciar a nuestra libertad y seguir la voluntad de una única persona bajo la promesa de ser felices para siempre, habrá que seguir apoyándolo hasta que llegue su momento. El discurso de Orbán deja clara su visión del mundo; ahora todo está en manos de los ciudadanos.
Translated from The Infamous Illiberal Democracy of Viktor Orbán