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La crisis política en Turquía pone a prueba a los islamistas

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El Tribunal Constitucional turco acaba de anular la elección del islamista Abdulá Gül como Presidente de Turquía. El primer ministro, Erdogan, islamista, propone elecciones legislativas y presidenciales por sufragio universal para el 22 de julio.

“¡No queremos un Presidente imán!” Tales eran los eslóganes coreados por manifestantes turcos durante una marcha callejera sin precedentes el pasado 14 de abril por las calles de Ankara. La intención era reclamar la defensa de la laicidad y denunciar al gobierno islamista y conservador del primer ministro Recept Tayyip Erdogan.

Cuatro días antes, este primer ministro, de 53 años, anunciaba de manera oficial la “candidatura sorpresa” de su “hermano”, su fiel aliado y actual ministro de Asuntos Exteriores, Abdullah Gül, de 56 años, miembro del Partido por la Justicia y el Desarrollo (AKP), de corte islamista moderado.

El clima tenso y cada vez más polarizado que ha acompañado la elección por parte del Parlamento de los candidatos a la Presidencia fijada en un principio entre el 16 y el 25 del pasado mes de abril (aunque retrasada hasta el 27 del mismo mes), no está ligada sólo a la postura ultraconservadora de Erdoan dentro de un Estado laico como el turco, sino a la configuración institucional específica de Turquía.

Desmitificando el sistema electoral

El 16 de mayo, el actual presidente turco, el laico Ahmet Necdet Sezer cesará sus funciones tras un mandato de siete años. La Asamblea Nacional debía elegir mediante voto secreto a su sucesor en un máximo de cuatro vueltas. En las dos primeras vueltas, la regla es la de la mayoría de dos tercios para ganar la elección, mientras que la mayoría absoluta basta para la tercera. Si esta última vuelta no da resultados, sólo los dos candidatos que hayan obtenido mayor apoyo parlamentario se enfrentan a un última vuelta, la cuarta.

Como mar de fondo, ha surgido la cuestión de la transparencia y la legitimidad del sistema. Además, la exigua lista de candidatos ha contribuido a crear una atmósfera propicia al “póker político”. Los debates se han centrado más en la táctica política y el ritmo de la estrategia partidista que sobre los problemas que resolver en el país.

El sistema turco se parece bastante al proceso de elección presidencial italiano, como ya se vio en mayo de 2006 para la elección in extremis del comunista italiano Giorgio Napolitano, de 83 años, para la Presidencia del país. En Francia, la elección del Jefe del Estado se hace mediante sufragio universal, propuesta reciente del islamista Erdogan para Turquía. Para más coincidencia, Erdogan ha propuesto limitar el mandato del presidente a cinco años, como acaba de hacer Francia desde 2002. En Alemania, la Asamblea Federal [Bundesversammlung], compuesta por los mienbros del Parlamento y los representantes de los Länder (cámara territorial), se reune para la ocasión en un cuerpo específico.

Lo que se veía venir

La primera vuelta de la elección presidencial turca, el viernes 27 de abril, fue boicoteada por la oposición, que se negaba a ver elegido al candidato del Partido por la Justcia y el Desarrollo, Abdullah Gül. La segunda vuelta debería haberse realizado el 2 de mayo, sin embargo, el mismo día, Erdogan ha hecho llamamiento a un cambio electoral: que sean los ciudadanos turcos, y no los parlamentarios, quienes elijan al nuevo Jefe del Estado para un mandato de cinco años, en vez de los siete hasta hora.

Gül: raíces controvertidas

Es cierto que el protegido de Erdogan tiene pocas posibilidades de llevarse la elección a pesar de contar con dos tercios de los escaños en el Parlamento. Abdulá Gül es considerado como un islamista moderado y recibe críticas por su pasado político atípico. Fue estudiante en el Reino Unido y ha protagonizado, como ministro de Asuntos Exteriores turco, un rol importante en la aceleración de las perspectivas de adhesión de Ankara a la Unión Europea. Sin embargo, antes de ser miembro del partido islamista AKP, Gül fue parlamentario por el Partido del Bienestar en 1991 y en 1995. Una coalición considerada como islamista, dirigida por el ex primer ministro turco Necmettin Erbakan. Ya en 1999, Gül fue elegido parlamentario en las filas del Partido de la Virtud (FP). No fue sino tras la ilegalización de este partido en 2001 por causa de anticonstitucionalidad, cuando Gül y Erdogan fundaron el AKP. A ojos de los laicistas, el hecho de que las esposas de ambos políticos lleven velo da manifiesta prueba del conservadurismo de ambos líderes.

El jefe de filas de los socialdemócratas, Deniz Baykal, de 59 años, también ha criticado la candidatura de Gül. La aplastante mayoría del AKP en el parlamento impidió a los socialdemócratas presentar a un candidato propio. Antes incluso de las nominaciones, el 13 de abril, el Presidente de Turquía en funciones, Sezer, ya expresó sus inquietudes durante un discurso en la Academia Militar turca, convencido de que los “fundamentos del régimen político turco nunca habían hecho frente a tal amenaza”. El ejército, considerado como el otro garante institucional de la herencia kemalista de Turquía, comparte el mismo sentimiento.

El 12 de abril, durante una rueda de prensa, Mehmet Yasar Büyükanit, Jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas turcas, declaró a los periodistas en tono algo siniestro que el próximo presidente debería ser alguien que “respetara con sinceridad los principios de la República, y no sólo alguien que fingiera hacerlo”.

Si Sezer se convirtió en presidente hace siete años sin necesidad de una mayoría clara, fue sobre todo gracias a su capacidad de consenso. Gül no puede presumir de apoyo incondicional de una familia política determinada, ni de los electores, y tampoco se le percibe como el guardián de una Turquía secularizada.

Translated from Political deadlock in Turkey