La crisis balcánica de los libros: Olvidar para escribir o escribir para olvidar
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Cristina Cartes“Permanecer indiferente a los libros significa empobrecer imprudentemente tu vida”, dijo el escritor más conocido de Yugoslavia, Ivo Andric. Cincuenta años después de que recibiera el Premio Nobel, gente de la antigua Yugoslavia corre el riesgo de ignorar esta advertencia para su salud.
Cada vez menos gente lee libros. Pocos lectores significa que editores y escritores están sufriendo. Seid Serdarevic, de la editorial croata Fraktura, resume la situación de manera clara. Una de las razones de este descenso de lectores es económica; la gente de la antigua Yugoslavia simplemente no puede permitirse el lujo de comprar libros. “La gente está trabajando, pero no está cobrando. Están pidiendo créditos para afrontar sus gastos”, explica la escritora croata y miembro de Fraktura Sladjana Bukovac.
Nivel de vida y volver a aprender a leer
El nivel de vida es cada vez más bajo en la vecina Bosnia, donde la brecha entre ingresos y gastos está aumentando. En marzo de 2001, la media del dinero entrante era de 818 marcos (unos 400 euros). El mismo mes, llenar la cesta de la compra de una familia de cuatro miembros costaba más del doble de esa cantidad, unos 1.800 marcos (de media, un libro vale 10 marcos). Tanto en Bosnia como en Serbia, los editores tienen que enfrentarse a niveles altos de VAT (value added tax) -17 y 18% respectivamente-, que conduce a que la producción de libros decrezca, así como las tasas que perciben los autores y los traductores. De media, los croatas ganan casi el doble que los bosnios, es decir, unos 5.480 HRK (735 euros); sin embargo, un libro vale lo mismo que uno de tapas duras en Inglaterra (entre 15 y 20 libras). La combinación de un sueldo pobre y la falta de subvenciones o ayudas a los autores por parte del gobierno en estos países supone que estas personas tengan que tener otro puesto de trabajo para sobrevivir. “Los escritores no tienen suficiente tiempo para dedicarse a ambas actividades. Terminan siendo malos periodistas y malos escritores”, dice Nenad Popovic, fundador de Durieux, que publica en Zagreb.
Leer la entrevista de Robert Perisic en cafebabel.com
Sin embargo, bajar el precio de los libros e incrementar los ingresos no estimularía necesariamente el negocio de los libros. La gente ha perdido el hábito de lectura. Los croatas suelen comprar un promedio de tres libros al año. El best seller croata de 2008, la ópera prima del novelista Robert Perisic, Naš čovjek na terenu (Nuestro hombre en el campo), vendió solo 1.904 copias en un país de cuatro millones de habitantes. “Las clases medias compradoras de libros dejaron la antigua Yugoslavia durante las guerras; los que quedan no quieren gastar su dinero en libros”, afirma Sladjana Bukovac.
La "Yugoesfera" ayuda
La existencia de una Yugoesfera salva a los editores y a los escritores del colapso económico total. Este ámbito común de ideas y costumbres, identificado en primer lugar por la periodista británica Tim Judah en un artículo en The Economist, sobrevivió cuando Yugoslavia se fragmentó. Los croatas y los serbios han enfatizado la diferencia entre sus lenguajes inventando palabras que acentúen las diferencias regionales o, incluso, llegando a introducir subtítulos en croata en una película serbia. Sin embargo, aún persiste una lengua compartida. A la gente de la antigua Yugoslavia le gustan las mismas películas, escuchan la misma música y las compañías de teatro hacen giras por las diferentes regiones. Lo mismo está ocurriendo con la literatura. Belgrado, Zagreb, Sarajevo tienen un mercado común. Un idioma compartido ha sido el salvador de escritores bosnios y montenegrinos-cuyos países son demasiado pequeños y demasiado pobres para mantener un mercado de libros decente- ofreciéndoles una plataforma mayor en la que vender sus libros.
“Dado que es imposible alterar el lenguaje hasta un estado de incomprensión mutua, los escritores de los Balcanes entablan relaciones con el resto de la región”, dice el autor bosnio Igor Stiks. Las necesidades económicas también han animado a escritores y editores a trabajar juntos para construir un mejor futuro literario en la región. Los croatas han esperado el Belgrade Book Fair (Feria del libro de Belgrado) desde hace dos años mientras que la revista Sarajevo Notebooks, en la que escritores de la región utilizan como expresión cultural para fomentar la interacción y restablecer los vínculos cortados por la guerra, celebró recientemente su décimo cumpleaños
(No) mencionar la guerra
Los autores esperan que esta cultura literaria compartida suponga un espacio en el que hablar de las guerras y llegar a un acuerdo sobre el sangrante reciente pasado”, dice Igor Stiks. “Los escritores deben ser intelectuales comprometidos capaces de pensar más allá de los acontecimientos recientes. Deben aportarnos un marco común en el que afrontar y comprender el pasado”. Este escritor de 33 años, que abandonó su Sarajevo natal al comienxo de la guerra de 1992-1995 y ahora reside en Edimburgo, admite que sus recuerdos del conflicto estaban demasiado frescos y eran demasiados dolorosos para plantarles cara en su primer libro, Dvorac u Romagni(Un castillo en Romagna), publicado en 2000. Más tarde se dio cuenta de que tenía que escribir sobre las guerras para purificarse y limpiarse de estos recuerdos y así poder seguir adelante. Stik cree que los autores deben escribir sobre temas que estén íntimamente relacionados con ellos y con su vida. De otra manera de convierten en populares máquinas de ficción. “Escribir Elijahova stolica (La silla de Elijah) en 2006, algunas de cuyas partes se desarrollan cuando Sarajevo estaba sitiado, fue una experiencia catárquica”, explica.
“Antes de arriesgarse a ofender a otras personas de la región, muchos escritores prefieren no enfrentarse a las guerras de manera directa”
La Yugoesfera es aún frágil y antiguos odio y miedos yacen bajo la superficie. “Veinte años después del desencadenamiento de la guerra, seguimos en las garra de la corrección política”, dice Sladjana Bukovac. “Antes de arriesgarse a ofender a otras personas de la región, muchos escritores prefieren no enfrentarse a las guerras de manera directa. Hablan de matar de una manera suave o usan expresiones como “el diablo” o simplemente evitan por completo hablar de las guerras”. Este rechazo a enfrentarse al pasado es bueno para los políticos pero malo para la literatura”. Catarsis es la última cosa que muchos escritores, y también lectores, quieren.
Leer el artículo original en el blog de cafebabel Budapest
Fotos: portada (cc)Igor Stik's 'Elijah's Chair, cortesía de ©Fraktura; texto: libro amarillo Jian Awe/ Flickr; Biblioteca de Sarajevo (cc) ronantighe/ Flickr; Igor Stiks © Ema Szabo
Translated from Book trade faces bust in Balkans