La capital de las mil caras: viaje al nuevo Berlín
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Naiara Insausti¿Cómo vive la política Berlín, la capital de la Alemania reunificada, con una de las historias más angustiosas de Europa? Hoy es el motor de un renacimiento nacional, es el punto de mira de los estudiantes, artistas y trabajadores de medio continente.
“Si los empleados de la empresa ferroviaria decidiesen ocupar las vías, como buenos alemanes, comprarían primero su billete”. De este modo describía Karl Marx, a mediados del siglo XIX, las costumbres políticas de sus compatriotas. Una política nada voluble, sin fuerza ni pasión, pero hecha de reglas y razonamientos.
A primera vista, la política no se nota en Berlín. Quizás es que la ciudad es demasiado airosa, ancha y grande para darse cuenta. Los palacios de los dirigentes se mantienen alejados en Mitte, una zona del centro histórico, mientras que en los barrios contiguos casi ni se enteran de si el Dalai Lama está hablando en la Puerta de Brandeburgo o de si puede aparecer de visita algún presidente extranjero en la ciudad. Nada de cortes ni repercusiones en el tráfico. Los tranvías circulan con una puntualidad teutónica y total regularidad.
“En el fondo aquí funciona todo”
“Probablemente sea una cuestión cultural”, nos dice Bekir Yilmaz, presidente de la Türkische Gemeinde zu Berlin (la comunidad turca más importante de la ciudad). “La comunidad turca, por ejemplo, vive la política con más interés, de un modo más comunitario. Los alemanes tienen una visión más individualista. Igual también es porque, en el fondo, todo funciona”.
En efecto, estamos hablando de la cuarta potencia económica del mundo, de una democracia estable y de un país con estándar de calidad de vida altísimos y servicios de una excelencia proverbial. No hay muchas razones para bajar a la calle y manifestarse.
“Es también una cuestión de necesidad”, confirma Yilmaz. “En la comunidad turca, hemos tenido que esforzarnos más en la política porque partíamos de una posición minoritaria. Para los alemanes es diferente”.
La capital joven
Lo será. Pero la sensación de que a la política aquí le falta algo aún persiste. Es cierto, Berlín no es el centro económico de Alemania. Múnich es la ciudad más rica, Hamburgo la más industrial y el BCE (Banco Central Europeo) tiene su sede en Fráncfort. Muchos ministerios están aún en Bonn. Quizás la ciudad ha tenido poco tiempo para acostumbrarse a su rol de capital: en el fondo, el Parlamento y el Gobierno están en Berlín desde hace menos de diez años.
Sin embargo, la política ha sido muy activa desde los años sesenta y setenta, cuando Berlín oeste era ‘la ciudad de la frontera’. Aquí las batallas del 68 fueron fundamentales, y aquí está la sede de la universidad más politizada del país según muchos, la Freie Universität Berlin (la universidad del actual Berlín este).
“El interés en la política está bajando. Los elegidos en el AStA (Allgemeinen Studierendenausschusse, el Comité General de los Estudiantes) son casi todos de izquierdas, pero el porcentaje de votantes es tan bajo que no nos pueden definir como representantes. Somos, sobre todo, una red que ofrece servicios y posibilidades a los estudiantes”, cuenta Bastian, miembro del Comité. A la pregunta del papel de Berlín como capital, el joven responde: “Alemania, al contrario que Italia o Francia, por ejemplo, tiene una estructura federal, por lo que los ciudadanos se refieren más a menudo a las autoridades locales. A pesar de ello, cuando se está manifestando contra algo de especial importancia (como la guerra en Irak o la introducción de tasas universitarias) es Berlín quien asume un rol central en la protesta”.
El Berlín político, por tanto, existe: la presencia no solo del Parlamento y del Gobierno, sino también de las sedes de los ministerios y de todas las demás entidades estatales, aseguran buenas posibilidades de acceso a la política.
Berlín: ¿laboratorio para la Europa del mañana?
Nos lo cuenta Anna-Lena After, colaboradora de la PolitikFabrik. La suya es una profesión en una consultora que se ocupa de proyectos que acerquen la gente a la política, con financiaciones de fundación y dirigidos a jóvenes estudiantes de toda Europa. “Esta es probablemente la capital más multicultural no solo de Alemania, sino de todo Europa. La política no es lejana de Berlín, pero no la ocupa por completo. Es un aspecto como los demás, y esto le permite trabajar mejor. Berlín es una ciudad que no tiene dos caras, sino mil”.
Una ciudad vital, avanzada, experimental, pulsante y multicultural: la “nueva capital de Europa”, como se oye decir en cualquier sitio, por su dinamismo y su accesibilidad, también económica: Berlín goza de los privilegios de una nueva dimensión (infraestructuras, oportunidades) sin ayudas y sin molestias. Y quizás un poco de aquella grandeza, que está en el aire de capitales como Londres, Roma o París.
Posiblemente la ciudad pierde en encanto y en autoconciencia, pero gana en organización y en tranquilidad. La ciudad de las mil caras que se hablan y se enfrentan entre ellas cada día, pero sin que una prevalezca sobre las demás. Nos lo confirma también el honorable Ströbele, diputado del Bundestag, candidato por los Verdes en la circunscripción de Kreuzberg-Friedrichshain. “No todos los caminos llevan a Berlín, parafraseando un famoso dicho. Y Berlín es una ciudad que tiene mil centros. Es justo que sea así: ser policéntrico puede ser la solución perfecta para los problemas y las necesidades del mundo moderno”.
Una respuesta interesante ante el desafío de la Europa del mañana: el laboratorio berlinés está en funciones y la ciudad es firme candidata a ser la capital no solo de una Alemania dotada ya de unidad e identidad, sino también de una Europa que busca ser tanto una como la otra.
Translated from La Capitale dai mille volti: viaggio nella nuova Berlino