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La boda real sueca no atrajo ni a los turistas ni a los jóvenes

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Default profile picture Édgar Alfonso

Sociedad

Victoria Bernadotte, la heredera al trono de 32 años, se casó el 19 de junio con el plebeyo Daniel Westling, de 36, en la catedral de la capital. Pero a pesar del bufé escandinavo de diversión exhibido en Estocolomo, el sentir generalizado entre suecos y expatriados es que los festejos fueron excesivos y molestos

Cuenta con 124 miembros y le da las gracias a la joven noruega Tora Uppström, causa de la ruptura del compromiso de la princesa Madeleine, por los impuestos que han ahorrado al evitar la bodaEl telón de fondo tiene poco de cuento de hadas: una crisis financiera global, otras nupcias reales canceladas por infidelidad en abril y un naciente escándalo petrolero que involucra a las tres mayores compañías energéticas del país. Aun así, la familia real y el Estado organizaron una fiesta por todo lo alto. Trataron de despertar el entusiasmo entre los suecos y los turistas extranjeros con una quincena de festividades en Estocolmo. La cuenta de la boda es enorme: 10 millones de coronas (2,5 millones de euros), de los cuales los contribuyentes pagarán la mitad. Y sin que la mayoría lo supiera, les dieron otro regalo a los recién casados: mil copas Orrefors, que costaron nada más y nada menos que 300.000 coronas (31.000 euros). La familia real ha defendido los gastos diciendo que fueron una sana inversión que se vería recompensada con importantes réditos a través del turismo.

¿Amas Estocolmo? No el 19 de junio

Pero esta boda de alto perfil no hizo que el turismo creciera. De hecho, varios operadores cancelaron los viajes de autobús adicionales que habían programado desde las provincias hasta la capital. Los trenes viajaron medio vacíos. Los festejos de dos semanas fueron el fruto de una elaborada campaña apropiadamente titulada Ama Estocolmo, una simpática compilación de eventos que abarcaron todas las esferas de la cultura sueca, desde una exposición sobre Axel von Fersen (objeto del amor pasional y adúltero de María Antonieta) hasta béisbol y campañas contra la intimidación escolar. Sin embargo, se esperaba que la capital fuera invadida este fin de semana por uno de los mayores despliegues de fuerza pública jamás vistos y el frenesí no se materializó: las reservas de hoteles para el periodo de celebraciones no fueron significativamente diferentes respecto a años anteriores. De nada valió tanta inversión.

Muchos jóvenes suecos, sin embargo, han preferido mantenerse al margenMuchos suecos, incluso, vieron la boda como una oportunidad para abandonar el país. “Salí de Estocolmo solo por irme lejos y creo que un montón de gente está haciendo lo mismo. Tomé la decisión cuando recibí una invitación de Air France para asistir a la recepción de la boda en Estocolmo”, explicó Måns, residente habitual de la capital. En cuanto a los migrantes, más allá de escenarios formales como la iglesia sueca de París o las tiendas suecas esparcidas por Europa, es difícil encontrar alguno con ganas de celebrar. Sara, una estudiante de ese país radicada en Reino Unido, no tenía planes de festejar. “No conozco a nadie que lo vaya a hacer. Como muchos suecos de mi generación, no me importa la boda”, dijo. Gustaf, un filósofo sueco en París, fue más duro: “Estoy muy feliz de estar en París mientras ocurre este evento, pero sí estoy preocupado por que el Estado sueco gaste un montón de dinero de los contribuyentes y por que la familia real haya tenido el mal gusto de programar la boda muy cerca de las próximas elecciones”.

¿Habrá repercusiones políticas tras la boda?

Con las elecciones generales el 19 de septiembre de 2010 en mente, los sentimientos políticos que despertó el casamiento podrían llegar hasta las urnas. Algo parece haber cambiado. En particular, la boda real provocó un brío político no asociado comúnmente a los suecos. Desde el anuncio de la unión, la asociación republicana sueca ha visto duplicadas sus membresías: hoy tiene 6.000 integrantes. En contraste, en abril una encuesta del Instituto SOM de la Universidad de Gotemburgo decía que un 56% de los suecos respaldaba la monarquía, una caída considerable respecto al 68% que lo hacía en 2003.

“La familia real tuvo el mal gusto de programar la boda muy cerca de las próximas elecciones”

Mientras tanto, Agru, un kurdo-sueco que vive en Londres, estaba decepcionado por el hecho de que los escritores convocados por la familia real para componer poemas de celebración se hayan negado a hacerlo. Lamenta, sobre todo, que el acontecimiento haya motivado a los periodistas a ver el lado negativo. “Cada detalle está siendo filtrado a la prensa a diario. Amigos y familiares reciben inmodestas sumas de dinero para propagar cualquier rumor. Hemos perdido algo que no se puede recuperar”, apunta.

Lo cierto es que la acalorada discusión continuará: la princesa rechazó llegar al altar de la mano de su prometido, como lo manda la tradición sueca, que simboliza igualdad en el matrimonio. Ella prefirió ir acompañada de su padre en un despliegue de deslealtad cultural que el mayor jerarca de la iglesia sueca, quien presidió la ceremonia, calificó de "sexista" y vulgar "americanización". Yo, como británica, estuve bebiendo jarabe de flor de sauco, admirando las 40 mil flores que el gobierno colombiano amablemente envió a la pareja sueca y preguntándome cómo iba a lograr pillar un trozo de pastel de boda.

Imágenes: ©y Hessam Lavi/ Flickr/visita su website; 'Real Life Royal House' imagen principal de 'Tora Uppstrøm Berg' facebook fanpage;  'Robert Höglund/ lovestockholm2010.se; vídeo del rey Carlos anunciando la boda de su hija©ExpressenTV/ Youtube

Translated from Swedish royal wedding: boosting neither tourism nor young spirits