Kristin Trosits: "¡Por el teatro daría la vida!"
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Elena Urbina SorianoEs un día ventoso y doy un paseo por Colonia junto a la directora teatral Kristin Trosits; ¿dónde, cómo y por qué se dedica al teatro? Nuestra conversación se desenvuelve junto a la catedral, el Museo Ludwig y la orilla del Rin, arteria principal de la región.
Cuando le pido a Kristin que se describa, sonríe y mira al río; "directora, una joven directora teatral", contesta. El teatro es su vida. Empezó muy joven, en Löbau, su ciudad natal cercana a Dresde, en el Este de Alemania, cuando aún no tenía ni 10 años. Con la ayuda de buenos maestros y de un mejor mentor, empezó a actuar y a cultivar su mayor hobby. "Era joven, pero lo hice con gran profesionalidad." Con sólo 20 años dio el gran salto al oeste, a Colonia, gran centro del país y ciudad con una vida artística y teatral muy activa. "Una elección sencilla" dice; "adoro viajar y en Colonia es muy fácil. Me encanta París y desde aquí puedo llegar fácilmente. Una última razón, pero no por ello menos importante, es que quería escapar y vivir en una ciudad más abierta, donde pudiese encontrar fácilmente aquello que necesitaba."
Colonia es uno de los centros televisivos y mediáticos de Alemania, un lugar ideal para su trayectoria académica. Aquí pudo conocer gente de la profesión y, finalmente, llegar al canal de televisión WDR para una primera gran experiencia laboral. La transición de actriz a directora fue casi inmediata, y fue así como comenzó dirigiendo Momo, de Michael Ende, un proyecto multigeneracional con actores desde los 12 a los 70 años.
Creciendo en mi Ensemble
En 2008 comenzó a trabajar en varios proyectos, y, gracias a su gran amistad con David Heitman, empezó a colaborar con su escuela de teatro THEAS, a pocos kilómetros de Colonia, en Bergisch Gladbach. "Mis ganas de vivir el teatro, de divertirme… Fue una ocasión pedagógica para entrar en este mundo y todos pueden colaborar, aprendiendo algo." Es por ello que Kristin comenzó a enseñar teatro a los jóvenes y a los no tan jóvenes: "Enseñar ha sido una forma de aprender, de compartir y de soñar."
Once jóvenes artistas de entre 12 y 18 años, provenientes de distintas escuelas y con distinta formación, fueron seleccionados para crear el Junges Ensemble ("Joven Ensemble"). "Su" grupo, como lo define Kristin, "es un grupo unido, y nuestra filosofía es trabajar juntos." Estos jóvenes talentos tuvieron que escribir la obra, preparar las características de varios personajes y concebir el escenario íntegramente." Unidos lograron prepararlo hasta el más mínimo detalle." Besetzt ("ocupado", septiembre de 2009) fue el trabajo principal. El público estuvo eufórico desde el principio. "Han dado lo mejor de ellos mismos para transmitir el mensaje." El proyecto partió de una investigación detallada y minuciosa que ha dado sus frutos. Como eco del primer éxito, siguieron Leben Lassen ("Perdiendo la vida", abril de 2010) sobre la violencia en la escuela, y Füβe Hoch ("Los pies en alto", diciembre de 2010), una introspectiva sobre jóvenes que buscan su propia identidad y el sentido de la vida.
Soñando con el gran teatro de la ópera
"La experiencia lograda en Alemania no me bastaba y tenía que partir." Su gran sueño era, y es, París. Berlín sería una alternativa, sobre todo para retomar los estudios de dirección artística. "Otras ciudades me tientan… Londres, Nueva York, Italia o Viena."
Inicialmente, Kristin se estableció por un periodo de casi un año en una de las capitales mundiales del teatro, París, donde pudo estudiar francés. En 2007 se fue Lisboa donde terminó sus estudios de Comunicación y donde tuvo un primer contacto con el Teatro NacionalSão Carlos. Gracias a ello volvió a la capital portuguesa durante el primer semestre del 2010 y cumplió unos de sus mayores sueños: participar en la realización de Eugene Onegin de Piotr Ilich Tchaikovski, como asistente de dirección, con sólo 24 años. "Ver mi nombre en aquellos libretos me hizo llorar, me sentí realmente diferente."
¿Se puede crear cultura con tan pocos recursos?
"Incluso en periodos difíciles se puede luchar por la cultura, para realizar algo y transmitir un mensaje", comenta la joven directora. "¡No tengo miedo! He crecido sola y siempre es difícil lanzar un proyecto y encontrar fondos para financiarlo." A veces el dinero conseguido no es suficiente para cubrir los gastos básicos. El teatro tiene unos costes elevadísimos. Las luces y el escenario, los actores y la dirección, todos tienen su importancia tras la representación de una pequeña obra.
Si la falta de fondos puede realmente incomodar a los grandes teatros de la ópera, como ha sucedido con el Thalia Theater de Halle, también en Alemania, es inútil pensar en las pequeñas realidades, en los pequeños teatros. "No se crearía más nada, ¡el mundo del teatro sería un mundo apático!." Pero no es así, explica Kristin; las ganas de luchar y de producir arte hacen cada pequeña obra más interesante, más trabajada. "No money, no cultura…", añade, y sonríe mirando el río a su izquierda.
Kristin es joven y no le importa; el teatro es su campo de batalla: "La gente necesita al teatro, y el teatro necesita a la gente. Ya sea en un palco de la ópera o en una pequeña sala de pueblo, ¡daría mi vida!."
Fotos: Cortesía de ©Théâtre Theas
Translated from Kristin Trosits: «Per il teatro darò la vita!»