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Kreuzberg: el mestizaje en Berlín

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Fernando Navarro Sordo

En Berlín, los barrios de Kreuzberg y Neukölln albergan la mayor concentración de inmigrantes con una alta tasa de paro. ¿Suscitarán los disturbios en Francia una reacción parecida al otro lado del Rin?

“¡el 1 de mayo, revolución!”, grita un niño. Son palabras que rompen la calma otoñal de los pequeños en el parvulario de Görlitzer Park. Aun con sus dientes de leche ennegrecidos y su sonrisa provocadora, el chiquillo todavía no ha perdido su simpatía infantil. Como todo pequeño gamberro que se precie, menea un palo por encima de su cabeza: es el mango de un bate de béisbol. Su hermano mayor, por desgracia, no anda muy lejos, de modo que el crío no tardará de pasar de las palabras a los actos.

La duda sobrevuela a todos: ¿vivirá Alemania un levantamiento de sus barrios más conflictivos? Kreuzberg y Neukölln, su distrito colindante, llevan la marca de las zonas calientes. En 2004, según cifras de la oficina berlinesa de estadística, el porcentaje de los beneficiarios de ayuda social sobrepasaba el 13% de la población de ambos distritos. La proporción de inmigrantes en algunos lugares es tan alta que la palabra integración suena a sarcasmo. En ciertas calles, bandas de jóvenes turcos o árabes imponen su ley.

“Siempre hay lío en alguna parte”, afirma Marina, trabajadora social -o “chica para todo”, según su propia descripción- en una de las parroquias de Kreuzberg. Marina se encarga del café de los jóvenes. Mientras riega las plantas de las ventanas del edificio comunal, va contándonos historias. “En los guetos de Kreuzberg el cabreo está en todas partes. Los jóvenes se sienten excluidos y no saben qué hacer con sus vidas. Cuando Marina describe la miseria y la violencia reinantes en Kreuzberg, detiene el riego. El tema requiere incluso mucha gesticulación. Según ella, Kreuzberg es un polvorín en toda regla a la espera de la chispa que lo haga estallar.

“Todos tenemos los mismos derechos”

En Neukölln pasa lo mismo. Delante de un quiosco en una tranquila zona residencial de viejos edificios invariablemente grises -aunque bien cuidados-, tres jóvenes echan el rato sentados en un banco, cigarrillo en mano. Prefieren darse seudónimos: Aslan, Hamadi y Don Montana. Por ahora, todo parece tranquilo. Sin embargo, Hamadi, nervioso, se comporta como un centinela al acecho. Algo más tarde, otros jóvenes se unen al grupo. Juntos, no temen asegurar que roban joyas o teléfonos móviles y que desvalijan apartamentos. Los tres piensan que los disturbios en Francia están del todo justificados. “Todos tenemos los mismos derechos”, dice Hamadi, “en Francia no hay justicia en los suburbios”. Como Aslan conoce bien ese sentimiento de injusticia, predice para Neukölln la misma o incluso peor suerte que la de los barrios periféricos franceses.

A diferencia de los jóvenes franceses de los barrios marginados, Aslan, Hamadi y Don Montana no creen que haya que abandonar el suyo para tener una vida mejor. Se sienten orgullosos de su barrio y muy vinculados a él. Han nacido aquí, han crecido aquí y aquí han ido a la escuela. Aquí están sus raíces. “Lo que nos falta”, explica Aslan, “es un local en el que reunirnos de vez de en cuando”.

Cafés de moda y asociaciones de turcos

En el corazón de Kreuzberg existe –en la calle Naunystrasse- un centro cultural juvenil llamado “Naunynritze” (la brecha de Naunyn) escondido en un viejo edificio de ladrillos. Compruebo enseguida que numerosos periodistas han invadido la zona. “Ya hemos dicho lo que teníamos que decir”, afirma uno de los miembros del colectivo antes de añadir –exasperado- que “no; que no habrá disturbios en Kreuzberg como los recientes de Francia”. Todos parecen agobiados por tener que responder a las insistentes preguntas de los medios de comunicación. Antes de dar media vuelta, otro joven me espeta: “Hablar demasiado sólo trae problemas”.

Por los alrededores, como por todo Kreuzberg, el visitante se verá rodeado alternativamente de viejos edificios muy bien renovados y construcciones recientes de aspecto sórdido, peinadas con número infinito de antenas parabólicas. Los cafés de moda lindan con las asociaciones de turcos y detrás de las pantallas de hormigón en Kottbusser Tor, la cita de los yonquis y de los alcohólicos serpentea por la calle más animada del barrio. Tal es el mestizaje en Kreuzberg, esa mezcla de estilos y estratos sociales que, según Michael Homberg, uno de los trabajadores de la guardería, “evita que las diferencias no sean tan obscenas como las de Francia.

Kreuzberg Neukölln no son guetos y la comparación con los suburbios franceses se detiene pronto. En Kreuzberg, aún podemos ver a paseantes de todos los orígenes observar y aplaudir a grupos de inmigrantes festejando y bailando durante una boda turca.

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Translated from Die Kreuzberger Mischung