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Ken Loach, Daniel Blake y la sociedad británica

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Cultura

[OPINIÓN] No hay nada como una película de Ken Loach para que la gente empiece a hablar del gobierno y de la sociedad. Con 'Yo, Daniel Blake', su última película en la que aborda la grave situación del sistema de bienestar británico, tiene a la opinión pública dividida. Las reacciones revelan los contornos de una sociedad profundamente fragmentada. 

Daniel Blake, un carpintero de unos 60 años, ha sufrido un infarto. Aunque el médico le declara no apto para trabajar, la administración le obliga a buscar un empleo para poder reclamar ayudas sociales. Si no lo hace recibirá una sanción. Atrapado en una pesadilla burocrática, la salud de Blake empeora cada vez más.

Esto es, en pocas palabras, el argumento de 'Yo, Daniel Blake', la última película del director Ken Loach. La película ganó la Palma de Oro en el Festival de Cine de Cannes y, en general, ha recibido muy buena acogida de la crítica y el público. Algunos, sin embargo, no han dudado en criticarla calificándola de "poco realista".

El exministro de Trabajo y Pensiones Iain Duncan Smith opina que la historia que se cuenta en la película no se desarrolla en una Gran Bretaña actual, tal como dijo en el programa BBC's Today en Radio 4, afirmando también que se trata de un retrato exagerado de la vida real.

Estas palabras muestran la brecha existente en el seno de la sociedad británica. Los Iain Duncan Smith y los Daniel Blake de Gran Bretaña conviven en el mismo país, pero sus vidas no tienen ningún punto en común, no coinciden en nada.

No puedo decir que me haya sorprendido que a este diputado conservador le cueste ver los problemas que tiene el sistema británico de asistencia social. Pero que Duncan Smith esconda la cabeza debajo del ala como el avestruz no significa que la gente afectada por los recortes en las ayudas sociales no sufran, tal y como retrata la película a la perfección.

Entre 2011 2014, mientras Duncan Smith era ministro de Trabajo y Pensiones, 2380 personas murieron poco después de ser declaradas aptas para el trabajo. Es una consecuencia vergonzosa y directa del sistema de asistencia social del gobierno británico, muy inhumano.

Este año, el 18 de marzo, Duncan Smith renunció a su cargo. Dimitió ante los recortes que el gobierno había anunciado en el presupuesto de 2016 para ayudas sociales y a personas discapacitadas, pero su herencia perdura. Las cifras aportadas por el Ministerio de Trabajo y Pensiones muestran que los recortes en materia de ayudas sociales afectan a 88.000 familias de carne y hueso, en las que unos 25.000 niños corren el riesgo de perder su vivienda.

"Si [Iain Duncan Smith] piensa que la película no es realista, entonces este hombre vive en Babia," dice la productora de la película Rebecca O’Brien.

'Yo, Daniel Blake' nos muestra cómo la sociedad británica está cada vez más dividida en dos grupos bien definidos en función del tamaño del monedero de cada uno, y cuyos miembros respectivos son incapaces de comunicarse entre sí.

"No soy un experto en el sistema de asistencia social, pero algunos aspectos de 'Yo, Daniel Blake' no parecen verosímiles", escribe el periodista Toby Young en el Daily Mail. "Los dos protagonistas distan mucho de los parásitos que aparecen en el programa de televisión Benefits Street [serie documental que retrata a los habitantes de una calle, la inmensa mayoría perceptores de ayudas sociales y sin motivación alguna para buscar un empleo], emitido por Channel 4".

Esto lo dice todo, la verdad. Aparentemente, el único punto de referencia que estos periodistas educados en colegios privados tienen de las personas que reciben ayudas sociales es un programa de televisión fuertemente criticado. Y como ese mundo les es ajeno, es mucho más fácil tachar a esas personas de "parásitos" que preocuparse o tratar de saber cómo han llegado a esa situación.

La élite no parece estar dispuesta a empatizar con la gente que está mucho peor que ellos, lo que es sintomático de las divisiones existentes en la Gran Bretaña de hoy. Viven en su pequeña burbuja donde problemas como la falta de ayudas sociales no existen.

"Cuando los servicios públicos empeoran, cuando los ricos pueden empezar a pagar seguros privados que no pertenecen al sistema, nuestras vidas dejan de interferir con las de los otros", afirmó Anne Philips, profesora de la London School of Economics [facultad de la Universidad de Londres clasificada como una de las mejores del mundo en ciencias sociales, Ed], durante un debate sobre la desigualdad organizado por la Academia Británica.

La desigualdad es absolutamente real en lo que concierne al sistema educativo británico, que sólo sirve para perpetuar esa desigualdad.

Los ricos pueden enviar a sus hijos a mejores colegios y las empresas prefieren contratar graduados salidos de esa cantera. Esa es la razón por la que los alumnos de educación privada - un porcentaje muy pequeño de la población estudiantil total - ocupan un número desproporcionadamente alto en cuanto a los mejores puestos de trabajo. Por otro lado, a causa de la escasa movilidad social en Gran Bretaña, los niños que provienen de comunidades desfavorecidas tienen pocas posibilidades de escapar de la pobreza al llegar a la edad adulta.

La educación juega un papel clave en la lucha contra los problemas sociales causados por la desigualdad. Todo el mundo, independientemente de su origen, tiene el derecho a recibir una educación idéntica por parte del Estado. Es el único camino para seleccionar a los alumnos en base a sus capacidades y no en base al nivel adquisitivo de su familia. Es la única manera de que los líderes políticos, los empresarios y los medios empiecen a reflejar con mayor precisión la diversidad de la población británica.

La Primera Ministra Theresa May ha prometido con grandilocuencia hacer de Gran Bretaña "un país que satisfaga a todo el mundo" pero, desgraciadamente, reducir las desigualdades no parece ser una prioridad para el gobierno conservador. Los costes de escolaridad universitarios se han triplicado prácticamente con el gobierno de coalición, y todavía se incrementarán más gracias al gabinete de May. Esto solo servirá para excluir aún más a los más desfavorecidos de la educación superior.

Pero, bueno. Siempre podemos leer artículos de periodistas educados en centros privados diciéndonos que la situación social de un sector de la población no se corresponde con la realidad. Al menos, esto motiva a Ken Loach a rodar extraordinarias películas sobre los problemas sociales británicos.

Translated from "I, Daniel Blake" and Britain's divided society