Kelmendi: Hay que desmitificar los nacionalismos de Kosovo
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paula martínezEncuentro con Migjen Kelmendi, redactor-jefe del diario Java, en Pristina. Ahora que Kosovo se está convirtiendo en un Estado independiente, Kelmendi habla sobre la cuestión de la identidad de este pueblo multiétnico.
En Kosovo, nadie se define como kosovar. No se oye más que “Soy albanés” , “Soy serbio”, o incluso “Soy askalí”. Para un europeo occidental que no lleve en Pristina más que un par de días, constatar esto puede resultar desconcertante. Entonces, ¿qué es Kosovo? ¿Cuál es su identidad?
Migjen Kelmendi tiene su propia visión del asunto. Una visión no muy convencional. Tan poco convencional como él mismo: estrella del rock durante el periodo comunista, se hizo periodista en los años ochenta. Opositor al régimen de Milosevic, tuvo que huir de Kosovo durante los bombardeos de la OTAN. A su vuelta le ofrecieron dirigir RTK, la televisión pública kosovar. No se quedó allí mas que un año, pues prefirió fundar su propio periódico, Java, un diario de oposición, por supuesto.
Una lengua rechazada
Ahora bien, ¿de oposición a qué? Al nacionalismo albanés. A la ley del silencio que pesa sobre la prensa. Y sobre todo a la discriminación que rodea a la lengua guega. “Lo que nadie sabe es que en Kosovo todo el mundo habla guego, uno de los dos dialectos que componen la lengua albanesa”, explica el periodista. “¡Pero todos los periódicos están escritos en tosco, el otro dialecto! ¿Por qué? Pues porque queda mejor. Durante toda la era comunista los kosovares intentaron imitar a Albania”. (nota del redactor: donde, a pesar de que el guego es la lengua mayoritaria, se utiliza oficialmente el tosco), “para identificarse con algo”, explica este hombre apasionado y culto, quien recibió en 2007 el Press Freedom Award de Reporteros Sin Fronteras por su periódico en guego. Todo un orgullo.
Escucha los dialectos kosovares:
Guego: "Hola, ¿cómo estás?
Tosco: "Hola, ¿cómo estás?
Cuando salió la revista en 2001, Migjen Kelmendi tuvo que soportar presiones e intimidaciones. Se le desacreditó como traidor a la causa albanesa. “Hoy en día se rechaza la lengua guega”, continua. “Esta repulsa no es trivial: pretende dar la imagen de un pueblo albano unido, con una sola identidad. ¡Pero eso no es la realidad! ¡Es un delirio nacionalista, como lo es creer en una Gran Albania o en una pretérita Edad de Oro!”
Como en 1945
Migjen Kelmendi combate a esos nacionalistas: “Esa gente no soporta la diferencia. No quieren a 'los otros'. Sin embargo, nosotros, los albaneses, no estamos solos en Kosovo, a pesar de estar rodeados por un 90% de albanófonos. Construir un Estado kosovar sobre un modelo étnico no tiene ningún sentido”, denuncia el periodista mientras sueña con un Estado multiétnico, con un Kosovo en el que el sentimiento de pertenencia no se base sobre la comunidad étnica sino sobre la lealtad a un Estado al servicio de todos los ciudadanos. “Una sociedad basada sobre valores comunes, eso es lo que nos hace falta.”
Para ilustrar su idea, Migjen Kelmendi toma un ejemplo muy simbólico para los europeos del Oeste: “En 1945, en Alemania, era imposible hablar de nacionalismo. Sin embargo, había que reconstruir el Estado alemán. Aquí tenemos que hacer lo mismo: desarrollar el sentimiento ciudadano y desmitificar esos nacionalismos que dividen Kosovo.”
El periodista es optimista: “Hay señales que demuestran que las mentalidades están progresando en ese sentido”, nos cuenta, “como en el caso de la bandera para el futuro Kosovo. Se ha organizado un concurso para dibujar el futuro símbolo del Estado kosovar. Porque el que se ve hoy por todas partes es albanés. Para los nacionalistas, ese concurso es un crimen de lesa majestad. ¡Pero han participado al menos mil personas! ¡Es muy importante para Kosovo!”.
De profesión: provocador
Kelmendi evoca también el escaso apoyo al partido nacionalista albanés, que no supera el 1%. “Y cosa importante, mientras el plan Ahtisaari aún se estaba discutiendo en la esfera internacional, el Parlamento de Kosovo ya había empezado a ratificarlo.”
Para Migjen Kelmendi, también se trata de combatir a los hombres fuertes de Belgrado: Boris Tadi y Vojislav Koštunica (presidente y primer ministro de Serbia, respectivamente), quienes “no son sino una copia de Milosevic. Utilizan a los serbios de Kosovo como instrumento político, excluyéndolos de lo que ocurre aquí, mientras que en la nueva Constitución los derechos de los serbios serán garantizados. Tendrán su lugar en el Parlamento.»
Por último, este intelectual, músico y periodista, pretende cuestionar los cánones de la cultura albanesa: “Nunca he cambiado de oficio”, concluye. “Siempre he destruido barreras y hecho preguntas: soy un provocador.”
Migjen Kelmendi partía la pana con su banda The Traces
Translated from Kosovo : quelle nationalité ?