Jasmila Žbanić, directora bosnia: "Todavía nos tenemos miedo los unos a los otros"
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Ana CaballeroLa comprometida directora de cine Jasmila Žbanić, de 36 años, tiene la mirada penetrante y un intenso aire balcánico. Su primer largometraje, Grbavica (Sarajevo, mon amour), llamado igual que un barrio de Sarajevo, retrata la vida cotidiana de una mujer y su hija, nacida de una violación cometida durante la guerra de Yugoslavia.
Pequeño presupuesto, gran éxito, la película se llevó el Oso de Oro en la Berlinale de 2006. Con su nueva obra, En el camino (Na putu), en los cines el desde el pasado 12 de noviembre, Žbanić retrata una cierta juventud bosnia colorida y ardiente a través de la historia de una joven pareja confrontada al islam radical.
cafebabel.com: ¿El cine siempre ha sido una vocación para usted?
Sí, siempre he querido hacer cine: cuando era pequeña ya rodaba pequeñas películas de cumpleaños o en la calle, con la cámara de mis padres. Mis padres eran economistas, no tenían nada que ver con el medio artístico. En la ex Yugoslavia, a los niños, desde muy pequeños, se les sensibilizaba en el arte: los museos eran gratuitos, también los conciertos y el cine. La cultura no costaba nada. Más tarde estudié cine en la Universidad. Fue durante la guerra, no había electricidad ni sala de proyección, estudiar en esa época parecía un poco absurdo. De hecho, quizá sea el sentido de la burla lo que mejor caracteriza la filmografía de los Balcanes.
cafebabel.com: ¿Por qué Grabvica?
Yo tenía 17 años durante la guerra y todos habíamos oído hablar de violaciones en masa cometidas por los Chetniks [combatientes serbios, N.de la R.] en el este de Bosnia. En el asentamiento de Sarajevo, me decía que si los serbios conseguían entrar en la ciudad nos violarían a todas. Este pensamiento me obsesionaba todo el tiempo. Siempre había tenido esa idea romántica de dos personas haciendo el amor. Pero allí, aquello no tenía nada que ver con el amor o la belleza, el sexo se convirtió en un arma de guerra. ¿Cómo tener una erección sólo por odio? Estaba muy enfadada mientras escribía el guión de la película. Para las musulmanas, para sus familias, en las que el sexo se asimila a un pecado, ha sido imposible reconstruirse posteriormente. Me parece tan injusto este sufrimiento de las mujeres, esta estrategia de humillación…
cafebabel.com: ¿Puede ser la guerra una fuente de inspiración?
La guerra nunca es una fuente de inspiración. Simplemente tratamos de sobrevivir al peso que deja. Es una situación extrema que no se recubre de ningún barniz cultural o de educación. La guerra dice mucho sobre el ser humano. En rigor, tal experiencia quizá permita cultivar una perspectiva especial para contar historias.
Durante la guerra, todo el mundo creía que la cultura, de cualquier forma, debía protegerse. Justo después hubo una cierta ola de energía creativa. Este entusiasmo ha decaído hoy de alguna manera, nos hemos vuelto más realistas. No creo que exista un verdadero cine bosnio. Yo he hablado de violaciones en una guerra, de amor, de religión, de las relaciones entre hombres y mujeres: cada película ha cambiado mi forma de mirar el mundo. Me gustaría poder decir que hago películas como una especie de terapia pero no creo en eso. Hacer cine me ayuda a construir mi propia vida.
cafebabel.com: Y hoy, quince años después de los Acuerdos de Dayton, ¿qué piensa de la situación en Bosnia?
Aún es muy difícil hablar de nuevo de la guerra, sobre todo con gente que no la ha vivido. Que el cine serbio, por ejemplo, evite tratar el conflicto en Bosnia, dice mucho sobre esto. ¿Vivimos todos en el mismo país? ¿Por qué esa ignorancia? Quince años después, sigue quedando pendiente todo un trabajo de memoria y de reflexión sobre lo que ha pasado y sigue pasando en el país. Mientras que individuos como Ratko Mladic sigan libres, el proceso de curación se hará más largo. El hecho de que no se haya dictado ninguna sentencia en un juicio penal es como transmitir el mensaje implícito de que “este genocidio no fue tan grave”. Darle el 49% del territorio de Bosnia a la minoría serbia es como recompensarles por el genocidio. Los políticos y los medios de comunicación continúan usando imágenes emocionales para manipular a las comunidades. En los partidos de fútbol a veces se ven símbolos nazis. En algunas escuelas, como en Mostar, todavía hay horarios diferentes para los alumnos serbios y bosnios. Yo misma conozco más gente en Berlín que en Banja Luca [capital de la Republika Srpska, la república serbia de Bosnia, N. de la R.]. De hecho, Grbavica no se ha podido proyectar en Republika Srpska porque estoy considerada “una enemiga de los serbios”. El problema es que no nos conocemos y que todavía nos tenemos miedo los unos a los otros.
Foto: Portada: (cc)Cien de cine/flickr
Translated from Jasmila Žbanić, réalisatrice bosnienne : «Nous avons toujours peur les uns des autres»