Italia: referendo de tapadillo
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Fernando Navarro SordoLos italianos han acudido a las urnas por tercera vez en pocos meses: el 61,3% de ellos rechazado la reforma constitucional que acrecentaba el poder de las regiones. ¿Novedades democráticas para un país asfixiado por la era Berlusconi?
Los días 25 y 26, los italianos se han pronunciado contra la revisión de la Constitución legada por Silvio Berlusconi en noviembre y pensada para acrecentar el poder de las regiones. Sobra insistir en que el principio del referendo suscita grandes controversias sobre la naturaleza de la democracia en los países en los que se practica. En Italia, el argumento principal de Romano Prodi, jefe de la coalición de izquierdas vencedora en las elecciones generales del pasado mes de abril, se limitaba a decir que Berlusconi había minado la democracia en el país. ¿Por qué, pues, ha fracasado Prodi a la hora de invitar a los italianos a una discusión sobre un texto que podría encarnar el corazón de la búsqueda de identidad de Italia? Los cambios han sido rechazados por el 61,3% de los votantes, con una poarticipación del 53,6% del electorado, muy por encima de lo esperado y la primera vez en 11 años que se supera el 50% en un referendo.
Taparnos los oídos
Dos tesis justifican esta incuria: una insiste en la saturación de los 50 millones de italianos, sometidos a dos convocatorias electorales -una nacional y otra municipal- en menos de dos meses. La otra pretende que la modificación propuesta de 50 artículos es demasiado complicada como para suscitar debates. Es posible, pero no justifica nada. Los temas abordados en el debate constitucional eran tan importantes que deberían haber sido objeto de toda una campaña pedagógica. El centro-izquierda ha apoyado con creces el "NO" al cambio en la constitución argumentando que la reforma "dividía el país en dos, entre ricos y pobres, impedía el normal funcionamiento de las instituciones y eliminaba el papel del Presidente", pero la coalición ha sido incapaz de formular una alternativa positiva a la prouesta de reforma. Resultado: la Liga Norte se ha aprovechado de su actitud, considerada indecisa.
El partido separatista italiano ha monopolizado así la atención de los italianos sobre sus propuestas. Umberto Bossi, dirigente de la formación populista, no ha dejado de clamar al cielo que si la reforma constitucional –que acordaba grandes competencias a las regiones en el terreno de la sanidad, la educación y la policía, como primer paso hacia el federalismo reclamado por la Liga Norte- no se aprobaba, se vería obligados a recurrir a medios "menos democráticos" para poner en pie su proyecto de autonomía del norte respecto del sur. Dicho esto, en el norte se han rechazado mayoritariamente los cambios propuestos, provocando movimientos en las filas de los separatistas.
La atracción de lo novedoso
Se ha llegado incluso a hablar de crear un partido ddemocrático para unificar a las 9 formaciones libres –desde centristas católicos a comunistas no reformados- comprendidas en la coalición l'Unione que gobierna el país. Se requerirán, sin embargo, modificaciones ideológicas si el gobierno desea luchar con eficacia contra la crisis económica actual. Es más, la emergencia de un nuevo partido, alejado del berlusconismo, implicará buscar un discurso que una al 50% de italianos que votaron por la derecha en las pasadas elecciones.
La nueva formación tenmdrá que ser capaz de imponer un nuevo modelo de compromiso político frente al que las salidas de tono de Berlusconi aparezcan como fuera de juego –como sucedió cuando traitó a los electores de izquierda de "gilipollas" o a los opositores a su proyecto de reforma de "incapaces"-. Con sus fuertes identidades regionales, Italia tiene una estructura que se parece extrañamente a la de la UE. El centro izquierda parece ser también el más favorable al proyecto comunitario. Dos motivos por los que toda tentativa de redinamización del país cobra a mayor importancia.
Translated from Remind me what we are voting for again