Gelsenkirchen: de la decadencia industrial al florecimiento artístico
Published on
Translation by:
Pablo ÁngelLos futboleros sabrán que Gelsenkirchen es la ciudad del Schalke 04, si damos más detalles, es la ciudad que vio nacer a Mesut Özil. Los demás, tendrán dificultades para colocar en el mapa este municipio que simboliza los estragos de la desindustrialización de Alemania. Pero es donde algunos soñadores intentan inyectar el arte contemporáneo.
Con frecuencia, en Bochumerstrasse, los edificios están fabricados con ladrillos rojos y el resultado no es muy feo. Hay algunas muestras de la arquitectura Wilhelmine, aunque las construcciones se desmoronan por falta de mantenimiento. En las plantas bajas hay locales comerciales pero muchos de ellos están cerrados o abandonados. Si miramos más de cerca percibimos que las ventanas están torcidas, de hecho, algunos edificios están construidos sobre una base inestable. No es posible destruirlos uno por uno, sería algo demasiado arriesgado debido a su construcción anárquica, y destruirlo todo saldría demasiado caro. Los resultados son edificaciones que conservan una cierta presencia mientras que otras han alcanzado la decrepitud desde hace ya tiempo. Bienvenido al corazón del "barrio creativo" de Ückendorf, al sur de Gelsenkirchen, una ciudad alemana a unos 500 kilómetros al oeste de Berlín. Con el tiempo, Ückendorf se ha convertido en el mejor lugar que la ciudad ha podido escoger para "explotar el potencial creativo".
el gueto de gelsenkirchen
Bochumerstrasse permaneció durante un largo tiempo descuidado de los poderes públicos, ahora este barrio es apreciado como el gueto de Gelsenkirchen. El ambiente parece más relajado y familiar. Sin embargo, "las personas que viven a una manzana evitan pasar por allí", explica Volker, enviado por el alcalde que parece creerse capaz de hacer milagros. "Lo que a ellos les da más miedo son los gitanos, la mayor parte son rumanos y búlgaros, que se han instalado recientemente". En resumen, la desconfianza es alta con respecto a estos habitantes, muchos de los cuales han asentado sus maletas en el Ruhr con la esperanza de encontrar trabajo duradero en una industria próspera.
En esta calle se reúnen hombres y mujeres de 42 orígenes diferentes. Un dolor de cabeza a veces, pero sobre todo "un enorme potencial que permanece sin explotar porque cada uno se queda en su rincón", insiste Volker. Con los demás, él trata de cambiar todo esto contando con el respaldo de jóvenes artistas y estudiantes de segundo año en la Rietveld Academie de Amsterdam. En unos días, estos 53 jóvenes llegados de cuatro rincones del mundo han sitiado los lugares abandonados del barrio para mejorarlos aprovechándose de las experiencias de los habitantes. Christiane, que lidera el proyecto, está convencida de que las expectativas son reales: "desde que llegaron, está claro que la gente quiere participar, contar su historia", explica. "El otro día, yendo al trabajo, pasé por delante de un restaurante italiano y ya era la segunda o tercera vez que vi que chef estaba curioseando, pero esa vez me abordó y me invitó a entrar. Me contó toda su historia, en fin, yo no comprendía nada... ¡no hablaba ni una palabra de alemán!".
No hace falta mucho para darse cuenta de que la gente en el barrio siente curiosidad. Una joven mujer entra de sopetón en el espacio abierto e interrumpe nuestra conversación. Treintañera, morena, muy afectada y visiblemente borracha. Son solo las 4 de la tarde. Botellín de cerveza en la mano, nos ataca con un inglés chapurreado e intenta convencernos del impacto que estos jóvenes artistas están causando en el barrio: "this is not a mascarade, it's about life". Volker y sus dos colegas se ven afectados, pero están orgullosos de que los lugareños entren en los locales como Pedro por su casa: ese era uno de los objetivos.
DOS SEMANAS PARA "HACER ARTE"
Los estudiantes de la Rietveld Academie se han instalado en una antigua tienda de bicicletas. Todo ha sido renovado a toda prisa para la causa: tres meses antes de que llegaran no había nada. Las paredes están aún sin adornar, excepto aquellas que han sido grafiteadas en un sprint final por los más pillos del barrio. Paneles de madera contrachapada sirven de separación aproximada entre dos habitáculos. El más espacioso sirve de taller, de sala de reuniones y, al mismo tiempo, de garaje para bicicletas y espacio de almacenamiento. Al fondo, oímos un ruido que proviene de una taladradora, lo que nos recuerda que este lugar funciona como un hormiguero, donde nunca se deja de crear. En el exterior, unas banderolas grandes anuncian el proyecto que está en marcha. El escaparate es enorme, como para demostrar que todo está limpio y despejado. Los artistas, aún en fase de formación, no tienen nada que esconder. Tantean, exploran... y algunos todavía no saben muy bien lo que tienen que hacer.
El hombre que los trajo aquí es Joost van Haaften, profesor de Artes Plásticas en la Rietveld Academie. Todo empezó a raíz de una conversación entre Joost y un sociólogo que conoce bien la zona durante un encuentro el pasado verano. "Fue como un relámpago artístico: me contó que el barrio estaba despreciado y casi abandonado. Por mi parte, le expliqué nuestro deseo de exponer a los estudiantes al mundo, para sacarlos de sus burbujas. No queríamos una experiencia ficticia; ellos deben examinar la realidad".
En el sitio de esta escuela, donde ofrecen todas las salidas de formación artística, desde el diseño de moda al trabajo con cerámica, nos enteramos de que los estudiantes son los responsables de desarrollar su "declaración" como artista. Por ejemplo, en Gelsenkirchen, vemos a tres chicas que ocupan el escaparate de una tienda abandonada. Una hila lana en el interior, mientras que las otras dos, vestidas con unos monos de color azul cielo y con estampados que rezan washing brigade en letras doradas, limpian los cristales; una desde el interior y la otra desde el exterior. Es dificil saber qué "declaración artística" sacan de esta pequeña hazaña, pero cada una parece estar en su salsa.
Translated from À Gelsenkirchen, de jeunes artistes prennent leurs quartiers