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Európa, Európa, Európa!

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El gobierno húngaro planea implantar una nueva ley que dispone el cierre de la mejor y más importante universidad privada de Hungría, la Central Europen University (CEU). En respuesta, los habitantes de Budapest han dejado bien claro cuál es su opinión y de lo que son capaces.

Casi parecía que la gente de Hungría estaba de acuerdo con todo lo que ocurría. Se convocaron manifestaciones, pero estas no se hacían oír o no surtían efecto. Así que daba la impresión de que los ciudadanos veían todo con buenos ojos, desde la política de inmigración hasta la Ley de las ONG.

Admito que empezaba a pensar que quizás esto era lo que la gente quería y que los medios estaban en lo cierto. Y, entonces, algo ocurrió. El gobierno presionó un botón. La situación ha cambiado: hace algo menos de tres semanas, el gobierno anunció la ley sobre las universidades extranjeras, se realizó una votación y los ciudadanos acudieron a la quinta manifestación oponiéndose a esta ley el pasado miércoles 12 de abril. Pero ¿qué es lo que ha provocado que esta gente tomara las calles ahora? Precisamente cuando antes, aun estando hartos, habían intentado ignorar al gobierno y pensaban que alguien haría algo por ellos.

En primer lugar, no debemos olvidar que estamos hablando de un país que fue socialista. No podemos culpar al socialismo de todo, claro está, pero tenemos que admitir que esto no contribuía a que las personas conociesen sus derechos o hablasen abiertamente sobre sus problemas. Hay países (sí, me refiero a Francia) que saben cómo protestar y cómo hacer uso de sus derechos civiles. De manera que, aunque los húngaros no actúen, no significa que estén de acuerdo con todo.

En segundo lugar, la gente de Hungría ha vivido toda clase de episodios insólitos. Aun así, la Lex CEU no tiene ni pies ni cabeza. Estamos hablando de una de las mejores universidades europeas en su ámbito, respetada por todos los especialistas. Era evidente que contaba con el apoyo de las universidades más importantes del mundo, profesores universitarios de gran reputación y ganadores del Premio Nobel. No cabe duda de que esta prestigiosa universidad merece continuar operando. De ahí que todo el mundo empezase a preguntarse por los motivos de esta ley; como que la universidad hubiese sido fundada y financiada por George Soros, uno de los archienemigos del gobierno. Un absurdo motivo para cerrar una institución de tanto renombre como lo es la CEU. Esta universidad funciona de manera algo distinta al resto de universidades públicas, por lo que puede emitir dos títulos: uno americano y uno húngaro. Lo diferente siempre da miedo, sobre todo si lleva éxito aparejado.

Además, nuestra reputación también está en juego, la cual no es la mejor en estos momentos. Pero la CEU es una de las últimas instituciones que avalaría que existen húngaros que piensan de manera distinta. Y, lógicamente, una universidad está formada sobre todo por estudiantes, quienes pueden volverse los enemigos más cabreados y alborotadores de un sistema. Hay un chiste en Hungría que dice que desde 1956 no hay vacaciones de otoño en la Universidad de Tecnología y Economía de Budapest, porque las revueltas contra los rusos las comenzaron los estudiantes. Todavía hay eventos, carteles y todo tipo de homenajes que conmemoran el 60 aniversario de la revolución húngara del 56. Aunque tal vez la mejor manera de recordar sea protestando. No debemos olvidar que tenemos voz y que, sesenta años atrás, el poder de la gente unida fue tal que ni tan siquiera la dictadura pudo pararlas, por lo que necesitaron la ayuda de los rusos para hacerlo.

Ahora me gustaría creer que esto no es posible. Aún tenemos miedo de los rusos; todos los días se publican artículos en la prensa sobre ataques en la red y actividades de espionaje por parte de los rusos. Pero los tanques de Putin no pisarán de nuevo las calles de Budapest.

Nos gustaría creer en Europa. Y necesitamos vuestro apoyo y ayuda. De hecho, aquellos que no creen lo que dice la propaganda también están enfadados con la UE, porque permite que la corrupción y los actos antidemocrátivos continúen sucediendo. Aun así, según las estadísticas, incluidos los gráficos sobre opinión pública de Eurostat, dos de cada tres húngaros quieren formar parte de la UE, a pesar de las quejas que hayan podido manifestar.

Y esto es lo que vimos ayer en la calle. Además de las críticas al gobierno y otras protestas, lo que más se oía era "Europa". En las manifestaciones también hacen falta mensajes positivos. No se puede destruir todo, también hay que tener un objetivo, una razón por la que se actúa. Por lo menos si se quiere ser productivo. Ayer, nuestros mensajes positivos fueron "democracia", "educación gratuita" y "Europa".

La manifestación aún no ha concluido. Ahora se organizan actividades cada dos días. Pensaba que la única solución sería mudarme a otro país, pero he empezado a recobrar la esperanza. A sentir el poder de mi voz. Y, en el moment en el que nos dieron el ultimátum sobre si queríamos formar parte de Europa o no, llegué a la conclusión de que no me importaba la opinión "oficial" de Hungría. Esta rara vez representa a los ciudadanos. No importa lo que digan nuestros políticos. La gente manifestó claramente su opinión ayer. Queremos formar parte de Europa. Y estamos dispuestos a luchar por ello.

Translated from Európa, Európa, Európa!