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Europa en pos del átomo

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Los Veinticinco parecen obnubilados por la energía atómica. Aunque Alemania haya decidido cerrar sus centrales nucleares hace cuatro años, Gran Bretaña piensa en abrir nuevas plantas. Repaso.

La energía nuclear se puso de moda en los años setenta tras la crisis petrolera que multiplicó por cuatro los precios del crudo. Los abundantes recursos en uranio en suelo europeo y la ausencia de emisión de dióxido de carbono de esta energía convirtieron al átomo en una fuente más rentable que el petróleo. Sin embargo, tras la catástrofe de Chernóbil, el alza de los tipos de interés y la presión de los ecologistas creció una gran oposición. Hoy, Europa está dividida al respecto: aunque un tercio de la electricidad que consume provenga de la fuente nuclear, su distribución es desigual.

Una excepción francesa más

De todos los países europeos, Francia es a la que más le entusiasma la energía atómica. Hoy por hoy, dispone de 59 reactores atómicos y consume 8.568 toneladas de uranio al año. El 77% de su energía producida es de origen nuclear. Una situación que no va a cambiar, pues Jacques Chirac acaba de lanzar un proyecto de investigación para reactores nucleares de cuarta generación (VI), capaces de transformar los desechos nucleares en fuente de energía.

Gran Bretaña, ni a favor ni en contra

Gran Bretaña se encuentra dividida sobre la cuestión. En la actualidad, las centrales nucleares británicas producen una cuarta parte de la electricidad nacional, pero están tan vetustas que las autoridades las cierran. Si Gran Bretaña sigue usando sus reactores, de aquí a 2023 sólo el 4% de su producción provendrá del átomo. El debate en torno a esta energía ha entrado en este tiempo en su fase crítica. Ante la imposibilidad de cubrir las necesidades del país con otras fuentes energéticas, el gobierno se encuentra consultando la construcción de nuevos reactores. De todos modos, deberá contar con la opinión pública y su aversión natural por una fuente tan peligrosa.

Alemania, tentada de olvidarse del átomo

Hace seis años, Alemania dio por cerradas las discusiones decidiendo suprimir sus reactores. En 2006, el gobierno decidió proceder al cierre total y progresivo de las centrales de entonces a 2020. El partido conservador (CDU) de Ángela Merkel desea prorrogar este plazo, pero el Partido Socialdemócrata (SPD) ha declarado que no piensa replantearse esta decisión. Alemania trata ahora de reorientar su política energética hacia las energías renovables, si bien la energía nuclear representa aún el 30% de su consumo total. Mientras tanto, la incertidumbre acerca de los desechos nucleares –como en el resto de Europa– y la viabilidad de las energías alternativa dan pocas esperanzas a lo atómico.

Suecia apuesta por lo hidroeléctrico

En los años setenta, Suecia, como sus vecinos europeos, decidió aumentar su producción nuclear. Tras Chernóbil, las autoridades decidieron eliminar progresivamente esta fuente. Sin embargo, el plazo ha sido prorrogado en varias ocasiones y todavía el 52% de la energía producida en Suecia proviene del uranio. Dicho esto, Suecia posee numerosas ventajas en materia de energías renovables. En contraposición a Francia, Alemania y el Reino Unido, que dependen del suministro extranjero, goza de enormes recursos hidroeléctricos. En 2003, el 23% de la energía sueca provenía de energías renovables –en comparación con la media europea del 6%- y acaba de embarcarse en el proyecto de fundar una economía sin petróleo de aquí a 2020. Un hermoso horizonte ecológico a la vista.

¿Un futuro verde en Europa?

En su Libro Verde de la Energía en Europa, la Comisión europea preconiza una racionalización de la política energética para hacer frente a las crisis gasísticas y petroleras, una mayor coordinación entre los Estados miembro y una mayor diversidad de fuentes energéticas renovables. A pesar de esto, su “dictamen sobre la energía nuclear es neutral: la decisión corresponderá a cada Estado”. La armonización de los comportamientos parece aún lejana, pues, y basta observar la confianza en lo nuclear que aún existe en el continente y el apego a los combustibles fósiles.

©: Central nuclear en Francia (Adnan Yahya); central de Dungeness en Gran Bretaña (Huw Golledge); activistas antinucleares en Alemania (randbild.de); planta nuclear en Suecia (Mattias Olsson).

Translated from Power around Europe