Escocia y Europa necesitan volar
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isabel aspe-montoyaUn extraordinario proyecto operístico tiene lugar simultáneamente en cinco países de Europa. El 22 de junio se representó "Santa Kilda – La isla de los hombres pájaro".
El canto de los pájaros y una maraña de lenguas en la ópera. En un escenario sumergido en un frío tono gris y azul se expone una abrupta roca de una isla del norte de Europa casi olvidada. A la derecha e izquierda del escenario cuelgan de las grandes pantallas imágenes de la “vida en Santa Kilda”, grabadas por el periodista francés Gilles Combet. En la parte central dominan los transparentes carteles de los 6 lugares que se unirán esa tarde a través de la música, canto y videoproyecciones: Santa Kilda y Stornoway (Escocia), Valenciennes (Francia), Hallstadt (Austria), Mons (Bélgica) y Düsseldorf (Alemania). Una omnipresente ópera, según el guión de Lew Bogdan, quien ha concebido y escrito la obra.
Comienza el coro con canciones sobre el momento en el que los habitantes de Santa Kilda fueron evacuados de la isla y trasladados a Escocia. De forma aislada no se podía sobrevivir en la abruptas e inclinadas islas Hébridas, que miden casi dos veces la altura de la torre Eiffel. Sólo en comunidad era posible sobrevivir en el límite de las paredes rocosas, en las que mediante cuerdas robaban los huevos de los nidos de las aves marinas para poder subsistir. Santa Kilda, ¿una Europa utópica?
Historia del “fin del mundo” europeo
Esa fachada rocosa –hoy declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco- ha sido elegida por Lew Bogdan para acercar su trabajo a la problemática europea. "Santa Kilda pertenece a Europa, a pesar de encontrarse en la frontera más exterior”, afirma el Director, un apasionado europeo que trabajó como director artístico durante varios años en Alemania. Hace ahora 5 años Bogdan descubrió un artículo del periodista británico del Observer en el periódico francés Courrier International: la historia de una “minúscula isla escocesa” en el Atlántico norte, amenazada por la industria petrolera.
Enseguida, surgió de ese artículo un sueño. El director tuvo una idea “acercar esa extraordinaria historia de la isla de los hombres pájaro de Santa Kilda, a un público europeo mucho más numeroso”. Europa, representada a través de los lugares elegidos, que son todos ellos vestigios de la antigua ruta céltica, "puede aprender mucho de esa cultura insular”. Gracias a Santa Kilda somos conscientes de la fragilidad de la civilización humana, que puede desaparecer fácil y rápidamente” explica Bogdan. También su colega alemán, Frank Schulz, responsable del proyecto en Düsseldorf, ve en “Santa Kilda” la ejemplar historia de los poblamientos y los abandonos: “Debido al cambio climático deberán quizá también los alemanes plantearse esas mismas preguntas dentro de 50 años”, afirma respecto a las ciudades alemanas de Hamburgo y Bremen.
Los pájaros susurran
"Un habitante de Santa Kilda aislado no es representable, sólo es considerado como parte del grupo”, explica Frank Schulz. El director alemán ha situado el coro en el puerto de forma central, la comunidad de los habitantes de la isla se sitúa en centro de la representación. En "Le Phénix", el nuevo y criticado teatro municipal de la ciudad francesa de Valenciennes, la directora rusa Tatiana Stepantchenko sitúa sobre el escenario la lucha por la supervivencia, pero también el amor por los pájaros, en el centro de la representación: la globalidad sobre la danza vertical, una mezcla de saltos elásticos y escalada mediante cuerdas y danza moderna.
Comienza con los cantos ingleses del coro y las emotivas canciones gaélicas de la escocesa Anna Murria, que se acompañan de danzas verticales del grupo parisino Retouramont, de una impresionante ligereza. Después, surge un súbito ardor guerrero desde el fondo del escenario. Cuatro habitantes de la isla explican además la historia de Santa Kilda y el motivo para realizar una grabación del pasado histórico y la indomable naturaleza terrestre. "No es naturalismo, sino una especie de fresco gigantesco e impresionista de los “hombres pájaro”, describe Lew Bogdan sobre la puesta en escena francesa. La suerte migratoria de los habitantes es el leitmotiv hasta el final. Los habitantes, los pájaros, el coro y por último las 5 personas que integran la potente orquesta abandonan el escenario dejando tras de sí un espacio vacío, deshabitado.
Europa, la gran ausente
A pesar de ser un espectáculo absolutamente exitoso con una sala casi llena, Europa sigue siendo esta tarde la gran ausente. La anunciada “conectividad total” a través de satélites y conexiones de alta velocidad, se limita a algunas imágenes en directo de la isla escocesa. Las interacciones con las otras cuatro representaciones no existieron. Europa, en el mejor de los casos, sólo podía intuirse.
La Comisión Europea ha considerado el proyecto operístico de Bogdan como un paso muy importante en el marco europeo de la cultura, y lo ha subvencionado con más de 800.000 euros (a través del programa "Cultura 2000"). Esta subvención ha sido duramente criticada en Escocia. En Escocia, la gente era partidaria de que los fondos se utilizaran para el mantenimiento de la lengua gaélica. Bogdan recibe esas críticas con desprecio: "Son tonterías, comentarios irreflexivos de ratas y mediocres. Los que no hacen nada son siempre los que critican. Nadie les ha prohibido presentar un proyecto a la Comisión Europea, o conseguir fondos en otras instituciones. Hace falta que venga un francés y se ocupe del tema para que toda Europa (al menos 5 países y centenares de personas asociadas al proyecto que verán miles de espectadores con presencia en la prensa, películas...) hable sobre este idioma y esta cultura".
Fotos: "Le Phénix", Scène Nationale de Valenciennes y stkilda.eu
Translated from Europa Flügel verleihen