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¿Es una victoria laborista una victoria para Europa?

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Default profile picture roberto foa

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Default profile picture eduardo s. garcés

El Reino Unido, el Estado más Euroescéptico de toda la Unión, se está preparando sin mucho entusiasmo para unas elecciones de las que muy probablemente salga reelegido el europeísta e impopular Tony Blair.

Sin duda, estas son las elecciones más tranquilas en la historia reciente británica, son pocos los que tienen previsto ir a votar este próximo 5 de mayo y aún menos los que esperan un cambio de gobierno tras las elecciones.

El nivel del debate político sólo puede calificarse de blando, no ha habido menciones a la guerra de Iraq, ni a la economía mundial ni a la alianza transatlántica. Igualmente notorio es que apenas haya habido referencias a Europa desde que empezó la campaña hasta ahora. Esto ni es normal ni deseable. Durante la mayor parte de la reciente historia política británica Europa ha sido el tema que ha sembrado la discordia entre sus políticos. En los 70 dividió el partido laborista, en los noventa a los conservadores y lo que es aún más relevante, durante los últimos años ha sido una de las pocas cartas en la manga del fervoroso y abiertamente euroescéptico Partido Conservador, el cual capitalizó la antipatía británica hacía Europa prometiendo a sus votantes en 2001 que “Salvarían la Libra” y el año pasado diciéndoles que “bloquearían la Constitución “.

¿Sin interés por Europa?

¿Significa todo esto que la relación británica con la Unión ya ha dejado de ser una fuente de preocupaciones y descontentos para el electorado? Con casi toda seguridad no. La calma pre-electoral es tan sólo una tregua durante la cual ambos partidos evitaran debatir sobre el tema, los laboristas por temor a ganarse las antipatías del grueso de sus votantes, y los conservadores por temor a perder terreno frente al UKIP y Veritas, dos minoritarios partidos radicales que apuestan por la salida inmediata de la UE. Tan pronto como terminen las elecciones habrá de nuevo, una vez más, agrias polémicas sobre el tema entre los partidos mayoritarios. En el improbable caso de que los conservadores ganen, intentarán renegociar la permanencia británica en la UE, y si esto es desbaratado por algún otro Estado miembro, todo podría desembocar en un eventual abandono de la Unión.

Si como muchos esperan son los Laboristas los que se hacen con el tercer mandato consecutivo, se les avecina un conflicto inminente a propósito de la Constitución Europea. Para sorpresa de sus colegas pro-europeos, a principios del año pasado Tony Blair anunció un referéndum sobre la Constitución (A pesar de que varios sondeos de opinión arrojaron una y otra vez mayorías aplastantes, de dos a uno, en contra de su adopción) .

Esto significa que cuando llegue el 2006 el Reino Unido bien podría tomar su decisión más seria sobre Europa desde que decidió permanecer en el Mercado Común en 1975, ya sea adaptarse al nuevo marco de trabajo o negociar su status fuera de la Unión.

A muchos europeos continentales la ambivalencia británica sobre este tema les puede resultar sorprendente , y en especial porque muchos ven como se transigió con la Constitución para que se adaptase a las preferencias británicas, a pesar de que la verdadera preferencia británica era que no hubiese habido Constitución, pero sin transigir hubiera resultado políticamente inaceptable para los británicos. Esto le plantea un problema pecualiar a Blair puesto que tomó un papel clave a la hora de configurar el desarrollo de la Constitución y ahora se ve en la obligación de vendérsela a su electorado, que ni es pro- europeo ni está deseando confiar en él.

Algunos cínicos de la prensa británica tras hacerse eco de algunas encuestas recientes que muestran que la mayoría de los franceses piensan votar no en su referéndum,sugieren que es probable que Blair esté esperando en secreto que la Constitución sea rechazada antes en Francia lo que le evitaría tener que luchar en una embarazosa y casi imposible campaña por el Si en su propio país.

Dejando su huella

Blair ha negado que ese sea el caso. Si los laboristas ganan las elecciones con otra mayoría rotunda, Blair podría hacer del referéndum sobre la Constitución Europea su acto final en la política británica. A pesar de su fracaso al avanzar sus argumentos para entrar en el euro recién llegado al 10 de Downing Street, o de su más reciente obsesión por el vinculo trasatlántico, Blair continua siendo el Primer ministro británico más pro europeo que ha habido en décadas ( Con seguridad más de lo que lo es su posible sustituto Gordon Brown)

Sabiendo que su tiempo en la escena política británica está llegando a su fin puede que decida echar toda la carne en el asador abogando por un imposible Si en un referéndum sobre la Constitución en un último intento desesperado para dejar su huella en la historia británica situando al Reino Unido de una vez por todas dentro de la constelación europea. Puede que fracase, pero habiendo anunciado de antemano que dejará el cargo antes de las siguientes elecciones, Tony Blair es ahora un político con muy poco que perder.

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Translated from A Labour win is a victory for Europe?