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Enterrado pero no olvidado

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En Madrid la vida sigue. Habrá, por supuesto, actos conmemorativos y programas de televisión para recordar los atentados del 11-M, pero parece que los afectados prefieren que se les deje tranquilos.

Quizás no exageremos al decir que Madrid es un lugar diferente al de hace un año. Los ataques terroristas junto con la inmediata insistencia del gobierno en responsabilizar a ETA acarrearon, tres días después del atentado, la salida de Aznar de La Moncloa en unas elecciones que se esperaba hubiese ganado.

¿El tiempo lo cura todo?

El duelo tras los atentados ha sido prolongado. Se levantó un improvisado santuario en el corazón de Madrid -en la Puerta del Sol- que fue retirado un mes después tras el homenaje "Gracias Madrid", en el que bomberos y otros héroes anónimos fueron galardonados por los reyes. El santuario que se formó en la estación de Atocha perduró más tiempo, pero en mayo los trabajadores de la estación instaron a su retirada porque el recordatorio diario de lo que habían sido testigos era demasiado doloroso.

Conforme pasó el tiempo, la gente iba hablando menos sobre el tema. Todos conocen a alguien afectado de una u otra manera, pero estos prefieren no hablar sobre lo sucedido. "No he hablado de esto con nadie y creo que jamás lo haré". Quien habla es Ana García, estudiante de doctorado que resultó herida leve en el ataque terrorista. Por fortuna, no hay demasiados recordatorios en las calles. "El Metro era el mayor recordatorio con sus pantallas pidiendo a la gente que vigilasen sus maletas, pero ahora se ha cedido el turno a los anuncios recordando que fumar está prohibido", comenta Borja Rodríguez

Una ciudad en peligro

Los que no se vieron directamente afectados por el ataque pueden ser más objetivos, pero tampoco quieren remover el pasado. "No ha cambiado nada. Vale, estamos fuera de la Guerra de Irak, pero aparte de esto Madrid sigue igual. Continuamos estando en peligro como hemos estado siempre y siempre estaremos", dice Jorge Ramírez. En los últimos meses, ETA ha atacado en la ciudad dos veces, a pesar de las mayores medidas de seguridad.

Así que, a parte de la medida populista consistente en sacar las tropas de Irak, ¿ha hecho Rodríguez Zapatero lo suficiente para que no vuelva a ocurrir una atrocidad similar? "No lo sé, ¿qué han hecho?", se pregunta Alicia Naranjo, "la verdad es que una vez que un grupo decide llevar a cabo un ataque terrorista hay muy poco que los demás puedan hacer para evitarlo. No importa lo que un gobierno haga: será criticado. Hoy en día todos admiten que debemos ir hasta la raíz para detener el terrorismo, pero ¿cómo consigues llegar hasta la raíz? Y eso funcionará para evitar que surjan nuevos terrorismos, pero ¿qué hacer con los terroristas que ya han surgido?".

Madrid es una ciudad que ha seguido adelante, la procesión va por dentro, se mira el atentado desde un distanciamiento realista. Lo cierto es que Madrid es una gran ciudad y el número de víctimas, a pesar de ser enorme, representa un porcentaje muy pequeño de la población. Madrid no es Omagh o Beslan, donde los ataques diezmaron su población; tampoco fue un atentado de la magnitud de los de Nueva York, pero Madrid no ha olvidado. Según Pablo Pérez "forma parte del carácter de los españoles, los terroristas pueden matar a los nuestros, pero nunca mataran nuestro espíritu".

Translated from Buried but not forgotten