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Encuentro entre Europa y Asia: el renacimiento de la Ruta de la Seda

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SociedadPolítica

A medida que florece el comercio entre la UE y Asia y se acelera la integración regional, el continente asiático abre nuevos caminos hacia el Este.

“De acelerarse la integración de Asia, el distanciamiento entre Japón y China disminuirá de forma natural; cuando se presente la oportunidad de celebrar la primera negociación regional sin la participación de Estados Unidos, una conferencia de la ASEAN y los jefes de Estado asiáticos podría llevar a una reconciliación entre ellos parecida a la de Francia y Alemania”, afirmaba una agencia de prensa japonesa en 2002. Desde la caída del comunismo, la integración regional en Asia ha sido menos espectacular, pero no menos trascendental que la construcción de Europa durante la posguerra. Ayer, representantes del ASEAN y de la UE se reunieron para discutir su futuro.

Un homenaje a esta evolución es la Autopista Asiática, un proyecto ambicioso de proporciones casi estalinistas: una red de aproximadamente 140 mil kilómetros de carreteras que unan Europa del Este con Asia. Propuesto en 1959, el plan fue abandonado durante la Guerra Fría y retomado en 2004 cuando, en una reunión de la Comisión Económica y Social de las Naciones Unidas para Asia y Pacífico (UNESCAP en sus siglas en inglés) celebrada en la ciudad china de Shanghai, 23 países asiáticos firmaron un tratado que respaldaba dicho plan. Dentro de una o dos décadas, los viajes por carretera entre Ucrania y Japón podrían ser posibles.

A pesar de que el presupuesto y el calendario del proyecto aún no se han hecho públicos, se espera que la Autopista llegue a muchos países asiáticos sin acceso al mar que hace poco se han librado del control soviético. Países que en el plano histórico han sido enemigos, como Japón y China, o las Coreas del Sur y del Norte, han acordado la financiación de la autopista que restablecería lo que ahora se conoce como “la nueva Ruta de la Seda”. En estos tiempos de hipermovilidad y desplazamientos transnacionales, la reapertura de una ruta comercial tradicional puede parecer extravagante, como algo que se hace sólo por idealismo o nostalgia. Sin embargo, parece qua la Historia avanza a trompicones y que las rutas de la seda vuelven a estar de moda. Frente a la cruzada High-tech de George Bush, la Ruta de la Seda ofrece una perspectiva más esperanzadora para la humanidad.

Hace casi 2.000 años, el comercio a larga distancia florecía y China era uno de los puntos neurálgicos de la exportación mundial. Excluyendo el vidrio, la Antigua Roma tenía muy poco que ofrecer a sus socios asiáticos. Hoy se observa un panorama parecido: Europa, que es una experta en consumo, se dirige a Asia, que es un productor de bajo coste. Se promueve también la integración regional, como demuestra la reciente apertura de las fronteras entre la India y China. En 2002, China exportó a Europa mercancías por valor de 77 mil millones de euros a cambio de una producción valorada en 32 mil millones de euros. Euros y dólares siguen goteando hacia China y esta tendencia no da señales de debilitarse. De momento, a nadie se le ha ocurrido seguir el ejemplo de los británicos, que en el siglo XIX fomentaron la masiva adicción al opio en China para compensar el déficit comercial.

Translated from Europe meets Asia: reviving the Silk Road