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Emma Bonino: islam y democracia coexisten

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Entrevista a Emma Bonino, responsable a la cabeza de la Misión de observación electoral de la Unión Europea en Afganistán.

Eurodiputada desde 1979, ex comisaria europea responsable, entre otros, de la Oficina Europea para la Ayuda Humanitaria de Emergencia (ECHO) y figura relevante de los Radicales Italianos, Emma Bonino, sigue comprometida a nivel mundial –desde Santiago de Chile hasta el Cairo- con el hilo que una a los derechos humanos, la libertad y la democracia. Para promover dichos derechos está, en la actualidad, a la cabeza de la Misión de observación de la Unión Europea en Afganistán, que en estos días vive entre la duda y la euforia de las primeras elecciones parlamentarias desde 1969.

¿La situación política de Afganistán hace que el país esté realmente listo para unas elecciones parlamentarias?

El estado de la seguridad en este país es todavía muy inestable y, por lo tanto, el difícil proceso de democratización se resiente. En este contexto, las elecciones parlamentarias y provinciales han sido, sin duda, un paso adelante importante para reforzar el Estado de derecho y para proporcionar una representación política directa a la población.

De forma clara, el proceso es frágil y ha presentado algunas debilidades. Por ejemplo, el programa de educación cívica para informar a los ciudadanos sobre sus derechos y sobre lo que están votando no han alcanzado todos los objetivos. Los propios candidatos tienen no pocas dudas sobre su propio papel, una vez elegidos. Pero es un proceso de transición y una dinámica que, en efecto, tardará varios años hasta completarse. Así que cuanto antes inicie mejor.

¿Cual ha sido la implicación europea en la reconstrucción del país, después de la intervención militar que ha provocado la caída del régimen talibán?

La implicación europea ha tomado diferentes formas. Ha estado presente tanto militarmente en la fuerza multinacional ISAF, como apoyando la reconstrucción civil del país desde el punto de vista de las infraestructuras y de las instituciones que, personalmente sigo más desde cerca. Hace unos días, la comisaría europea de relaciones exteriores, Benita Ferrero-Waldner, ha anunciado una futura aportación de nueve millones de euros para cubrir los costes de las inminentes elecciones parlamentarias y provinciales, que se suman a los ocho millones y medio que ya se han acordado con anterioridad. Además, la Unión Europea financia con 4,1 millones de euros la misión, guiada por mi, de los observadores electorales, y con otros 3 millones el la puesta a punto del futuro Parlamento. Las contribuciones bilaterales acordadas por cada Estado miembro de la UE ascienden al 40% del total para estas elecciones: 159 millones de dólares.

¿Cuál es el objetivo de la misión de observación de la UE que usted desarrolla? ¿Pueden coexistir Islam y democracia?

El mandato de la misión es de “observar” pero no de interferir en el proceso electoral. La misión valorará las elecciones en función de los objetivos internacionales que el Estado afgano ha suscrito, en particular la Convención Internacional para los Derechos Civiles y políticos de 1996, en donde están fijados algunos principios sobre la periodicidad de las elecciones, el sufragio universal, el derecho a presentarse como candidato, el voto secreto o la libertad de expresión de la voluntad del pueblo. Yo siempre he sido de la opinión que islam y democracia pueden coexistir, porque no es tanto una cuestión de obediencia al islam, sino de que cada uno lo interpreta a su modo. En este sentido, se constatan las diferentes condiciones de las mujeres, según estemos en Maruecos, Túnez o Turquía, y los problemas aún por resolver en Arabia Saudí, por ejemplo. Más allá del islam, hay que enfrentarse a una sociedad patriarcal, tribal y hasta misógina, impregnada por el régimen talibán; esto representa una de las razones principales de los evidentes retrasos políticos, sociales y económicos del país. En fin, el choque no es entre civilizaciones y ni mucho menos entre religiones; desde mi punto de vista es entre una sociedad “cerril” y una sociedad más o menos “abierta”, democrática o en vía de democratización.

Oficialmente, la guerra en Afganistán a terminado. Sin embargo ha segado la vida de más de 1.300 personas en 2005. ¿Cómo se puede ganar la paz?

Este país se tiene que volver a levantar desde todos los puntos de vista. A empezar por las infraestructuras, hoy inexistentes. Basta pensar que existen poco más de veinticinco kilómetros de carretera asfaltada en todo el país. Se necesita invertir en el sistema sanitario en un país en el que las mujeres afganas siguen viviendo con los niveles más bajos del mundo respecto al cuidado sanitario, y afrontar cuestiones como el analfabetismo y la pobreza generalizada. Según UNICEF, el 90 % de las mujeres dan a luz ellas solas, con un índice de mortalidad entre las parturientas de cerca de 1.600 por cada 100.000 nacimientos. Desde el punto de vista político, pues, se tiene que tender a construir instituciones fuertes, ayudando a la clase dirigente afgana a madurar una visión de futuro de su propio país. Y se necesita finalmente poner fin a las continuas interferencias perjudiciales de los países limítrofes: Pakistán e India en particular.

El 25 % de los asientos parlamentarios estarán reservados a las mujeres, pero la BBC ha revelado lo difícil que es, en muchas regiones, encontrar mujeres en las listas electorales. ¿Conseguiremos ver nacer este parlamento en burqa?

Por lo general, soy contraria a la idea de las cuotas femeninas, pero a veces puede ser útil como medida temporal para los países que se asoman por primera vez –o se vuelven a asomar– a la democracia. En el caso de Afganistán diría que es casi necesario. Es cierto, durante esta campaña electoral las candidatas mujeres han sido particularmente vulnerables desde le punto de vista de las intimidaciones. Según el reciente informe de Human Rights Watch sobre la participación femenina en las elecciones de septiembre, las candidatas han tenido que enfrentarse a obstáculos a veces insuperables: el acceso a la información, la posibilidad de participar en iniciativas públicas, la libertad de movimiento, el peligro de la propia integridad personal y la desproporción del apoyo financiero respecto a los candidatos masculinos. Esto está desgraciadamente comprobado por nuestros observadores desplegados en las provincias desde principios de agosto. Pero, a fuerza de ley, la cámara baja tendrá sesenta y ocho parlamentarias y los consejos provinciales tendrán alrededor del 25% de consejeras. Con o sin burqa.

Translated from Bonino: «Islam e Democrazia coesistano»