Elisabeth Badinter: “Hace falta tiempo para hacer de alguien un hombre”
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paula martínez martínezFerviente militante del Movimiento de Liberación de las Mujeres durante los años 70, filósofa y madre de tres hijos, Elisabeth Badinter causó un gran revuelo en 2003 con su polémico libro Fausse Route (Por mal camino, en su edición española). Balance sin concesiones del discurso feminista.
¡Si buscan una neomachista, aquí la tienen! Hombres inmaduros que rehuyen de sus responsabilidades frente a amazonas conquistadoras o en la treintena y sin hijos: las relaciones entre hombres y mujeres están lejos de haberse calmado tras la revolución feminista de los años setenta. Como militante veterana que es, la escritora y catedrática de Filosofía Elisabeth Badinter no duda en ir a contracorriente del pensamiento dominante. Tras haber cuestionado el instinto materno o profetizado la aparición de los hombres embarazados, se enfrenta ahora a la ideología feminista, culpable según ella de mantener a las mujeres en una victimización permanente.
Los hombres de hoy en día parecen perdidos, sumidos en una crisis de identidad entre pequeñas cobardías cotidianas e inmadurez crónica. ¿No les habrá castrado treinta años de feminismo?
El movimiento feminista es la única revolución del siglo XX que no ha sido sangrienta. Eso no quiere decir que el proceso no haya sido difícil o que se haya desarrollado sin problemas. ¿Por qué hoy en día muchos hombres tienen el “síndrome de Peter Pan”? Para empezar, son portadores de la mala conciencia inconsciente de sus ancestros y se les moraliza de continuo. Por ejemplo, la encuesta que se publica cada 10 de marzo sobre las mujeres maltratadas y que dice que una de cada diez mujeres es víctima de violencia conyugal es una interpretación vergonzosa de las estadísticas. Se elabora una imagen masculina tan negativa que no me extraña que los chicos salgan corriendo. La corriente feminista radical norteamericana que yo rechazo tiende a demonizar a los hombres y a victimizar a las mujeres con un mensaje caricaturesco. Hay muy pocos hombres que sean unos cabrones. Sin querer o no, se ha llevado a cabo una castración de los hombres.
Usted habla de una “domesticación de la sexualidad por un nuevo orden moral feminista”. ¿No va en contra de esta idea la banalización del porno y la imagen degradante de la mujer que refleja?
La pornografía es perjudicial para los no adultos. Para los adultos es algo lúdico, pero para los más jóvenes puede convertirse en un modelo de sexualidad. Y eso es inaceptable. Sin embargo, no hay que caer en la censura: no sólo los hombres ven porno. Creo que muchas mujeres se ven reflejadas en el esquema tradicional que consiste en aceptar la caricatura de la dominación de los hombres. ¿Acaso no quiere decir eso que esa distribución arcaica de los roles satisface, de alguna forma, nuestra sexualidad? De hecho, es el momento de preguntarse sobre el masoquismo femenino, que no deja de ser una importante pulsión sexual.
Dice que no hay dominación masculina, sino más bien una falta de voluntad por parte de las mujeres de afirmar su autonomía...
Hay una dominación masculina, pero también una femenina. Me sorprende la resistencia masiva de la mujer joven al modelo feminista tradicional de igualdad. Una parte de ella quiere seguirlo, sin duda, mientras que otra parte quiere conservar el esquema anterior, que también tiene sus ventajas, sobre todo porque define unas identidades claras. ¿Por qué cada vez más mujeres con carreras brillantes quieren quedarse en casa para cuidar de su familia? ¿Cómo explicar que siga habiendo un 80% de mujeres que asuman las tareas del hogar si no es porque es, en cierto modo, una forma de poder?
Incluso criados por madres feministas, tampoco hay tantos hombres que participen espontáneamente y con entusiasmo en las tareas del hogar
Todo el problema de la desigualdad de los sexos en la vida profesional o política viene, en efecto, de esa desigualdad en la esfera privada. Es cierto que muchos hombres no asumen su parte, y es un poco su forma de resistirse a la androfobia existente. Sin embargo, hay una diferencia notable con los años cincuenta, donde no ayudaban ni lo más mínimo. El verdadero modelo de igualdad sería una forma de co-responsabilidad. La situación ha mejorado, aunque dista de ser satisfactoria: siempre habrá cabrones y egoístas. Sabe, hace falta tiempo para hacer de alguien un hombre. De hecho, cada vez se hace más tarde, entre los 35 y 40 años.
En XY, usted predijo que los hombres y las mujeres se convertirían en gemelos de diferente sexo. Sin embargo, da la impresión de que nunca ha habido tantas divergencias entre los dos
No se puede tocar la identidad de los hombres sin crear unas grandes frustraciones y confusiones. A los hombres siempre les han dado miedo las mujeres, sobre todo por su sexualidad. Pero antes parecían sólidos, duros, fuertes. Un modelo arcaico de poder frente al cual las chicas se limitaban al rol de pobres criaturas que soñaban con crear un hogar. Las mujeres de hoy son conquistadoras y muy seguras de sí mismas. Tienen a la vez el poder último de dar la vida y la posibilidad de conquistar un poder económico y profesional en el mundo exterior. ¿Qué le quedará al hombre? Va a hacer falta al menos medio siglo para hacer reajustes…
Translated from Elisabeth Badinter : « Il faut du temps pour faire un homme »