El poder de los #hashtags
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Camila HernándezLos hashtags ya no son solo una herramienta para juntar tweets. La comunidad digital los utiliza para organizar toda clase de protestas. Sin embargo, muchos cuestionan el impacto que en realidad tienen. Revisamos algunos de los hashtags más conocidos e influyentes.
Pasos lentos, uno después de otro. Camino por la calle principal de Cracovia, con mi abuela aferrada a mi brazo derecho. Cada vez que da un paso con su anciana y dolida pierna izquierda, tira de mi brazo. Cuanto más avanzamos, sus pasos son cada vez más pequeños. Caminamos durante más de una hora. Mi abuela tiene 87 años, así que se le permite estar cansada. La gente nos adelanta con banderas y pancartas, gritando y cantando. Estamos en medio de una manifestación. Miles de personas protestan en Cracovia contra las restricciones y las enmiendas que el Gobierno quiere aplicar en la Constitución. Mi abuela cuenta historias de su pasado. Fue partisana en la Segunda Guerra Mundial y más tarde ciudadana de la Polonia comunista, donde se convirtió en miembro activo de la oposición de Solidarnosc. Ahora, en junio de 2016, es una participante más de la protesta contra los últimos cambios que el Gobierno polaco ha anunciado.
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Han pasado ya seis meses desde ese día y, ahora mismo, mi abuela está al teléfono. Hablamos sobre mi estancia en París, la ciudad en la que vivo, y sobre las manifestaciones que están teniendo lugar en Polonia por el endurecimiento de las leyes sobre el aborto. "Lástima que no puedas estar aquí y participar", suspira mi abuela.
"¡Pero sí que he participado!", exclamo, aun cuando sé que no lo dice por mi ausencia en las protestas, sino porque ahora que no estoy en Cracovia, mi abuela no tiene quien le acompañe. Le cuento sobre una foto que hemos hecho en la oficina de cafébabel, sobre los tweets que escribí y sobre todas las publicaciones de Facebook que reviso son frecuencia.
"Marcar la diferencia parece bastante sencillo en la era digital"
Los hashtags [la RAE recomienda emplear el término 'etiqueta', Ed] se han convertido en una forma de expresar el descontento individual o el compromiso con una causa. Este pequeño símbolo, originalmente creado para ordenar tuits por tema, ha tomado su propia fuerza: en pocos minutos, el descontento de alguien puede crear una ola masiva de comentarios a favor o en contra. Al utilizar los hashtags, la comunidad digital contraataca. Es tal la resistencia que forman los usuarios que no se puede ignorar. Se les puede comparar con las protestas, con la excepción de que actúan mucho más rápido y de que poseen un mayor alcance. Lo mejor de todo es que, aunque provengan de cualquier parte del mundo, los participantes no tienen por qué salir de sus casas. La actividad política que se lleva a cabo desde la seguridad del propio hogar es especialmente útil en países donde los regímenes autoritarios toman medidas contra estas protestas. Uno de estos ejemplo es la Primavera Árabe, un movimiento que se convirtió en toda una revolución digital. Los activistas de los países árabes recogieron información utilizando hashtags como #Jan25 (25 de enero).
Pero Twitter también se ha usado de manera extensiva para declaraciones políticas en Europa. Después del Brexit, los usuarios aseguraron a los extranjeros que viven y trabajan en Gran Bretaña que Londres está abierto a todo el mundo (#LondonIsOpen), y de que la ciudad se alegrará que se queden allí. El apoyo de toda Europa a los refugiados se expresó con el eslogan #refugeeswelcome. En España, los jóvenes que se han visto forzados a dejar su país fruto de la precariedad, decidieron marcharse con la cabeza en alto declarando #NoNosVamosNosEchan. Asímismo, #JeSuisCharlie sirvió como símbolo de poder y de solidaridad tras los ataques terroristas en las oficinas del diario francés Charlie Hebdo en enero de 2015.
"Marcar la diferencia parece bastante sencillo en la era digital", dice Rosalie Tostevin en un artículo de The Guardian. Sin embargo, para ella no hay nada positivo respecto al término "activistas de sofá". Es más bien un punto de partida para la crítica. "¿Acaso tu contribución vale más que un clic?", pregunta criticando la desconexión entre el activismo en el mundo online y la auténtica devoción por aquellas causas de la vida real.
La campaña #BringBackOurGirls (devuelvan a nuestras niñas) es un ejemplo más de cómo el activismo de gran influencia aún puede ser un fracaso. La campaña atrajo la atención mundial sobre el fatídico destino de 276 niñas nigerianas que fueron capturadas por el grupo islamista Boko Haram, quienes sin el hashtag hubieran pasado inadvertidas. Sin embargo, pese al éxito viral, la mayoría de las niñas aún siguen presas.
¿Activismo o sofactivismo?
Críticos como Michael Flood usan casos como estos como ejemplo cuando dicen que el activismo no sirve de mucho. "Los gobiernos u organizaciones activistas no han hecho nada más que aumentar la sensibilización de la gente", argumenta Flood, calificando los hashtags y las marchas como formas de "sofactivismo" que parecen decidir mucho pero que no tienen ningún efecto concreto.
Un ejemplo concreto de utilidad es la manifestación digital de #CzarnyProtest, donde manifestantes polacos se reunieron para demostrar su descontento con las restrictivas leyes antiaborto programadas por su Gobierno. El hashtag #CzarnyProtest se difundió no solo en las cuentas de Twitter polacas, sino también en Facebook y en muchos otros periódicos internacionales, convirtiéndose en el eslogan de la causa.
El movimiento tuvo mucho éxito, pues el gobierno polaco acabando echando atrás la ley. El aumento de la sensibilización puede ser crucial en algunas situaciones. Twitter está democratizando este proceso. Ya no es necesario luchar por un espacio en la primera plana de un periódico ni crear artículos extensos. 140 caracteres son suficientes, siempre y cuando puedas pensar en un hashtag memorable.
El activismo en Twitter es especialmente potente a la hora de sacar a la luz el racismo y la misoginia estructurales que a menudo pasan desapercibidos cuando nos fijamos en casos concretos. Mujeres, refugiados y minorías poseen diferentes formas de resistencia online. Como respuesta al presidente electo Donald Trump, quien hizo caso omiso a las acusaciones sexistas e irrespetuosas con las mujeres alegando que era una "conversación privada" (como si este tipo de conversaciones sexistas con otros hombres fueran un pretexto para ser sexista), la novelista y guionista canadiense Kelly Oxford lanzó un llamamiento pidiendo a los usuarios "tuitear sus primeras agresiones". En Alemania se creó el hashtag #Aufschrei ("grito") en 2013 como respuesta a los comentarios inapropiados de Rainer Brüderle, un miembro del Partido Democrático Libre (FDP, por sus siglas en alemán). Aún se utiliza para resaltar cualquier tipo de sexismo subversivo.
Mi abuela aún no lo entiende. Ni siquiera tiene un ordenador. Mucho menos algún conocimiento de Twitter o de peticiones online. Pero el activismo digital es una continuación de las viejas tradiciones de protesta de las que ella sí ha formado parte.
Translated from The #power of #