EE UU se hace el cuerpo al consenso sobre el cambio climático
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celia garciagomezMientras Barack Obama estrena su mandato el 20 de enero, los científicos medioambientales se preparan para la llegada de la energía verde a gran escala en EE UU. El testimonio del Mercado Verde de la Union Square y del climatólogo Dr. Stephen H. Schneider
Existen granjeros en Nueva York que conducen hasta el Mercado Verde de la Union Square en Manhattan para vender sus productos orgánicos y gastan solo 1 dólar (75 céntimos o 69 peniques) en un galón de carburante. Sus depósitos están llenos de aceite vegetal libre, resto de las freidoras de los restaurantes convertido en biodiesel. La dependencia en todo el proceso de combustible extranjero es nula. Si bien no viven exactamente el sueño americano tradicional, al menos sí viven su versión ecológica.
Más verde y más tacaño
En respuesta a esto, así como al calentamiento global, el presidente electo Barack Obana planea impulsar la eficiencia energética del país y reducir su dependencia del carburante importado incrementando la producción de energía alternativa. Estas medidas incluyen el aumento de la producción de energía verde, mejorar el sistema de transporte de la misma y reducir las emisiones de carbono. El objetivo es abordar el calentamiento del planeta y dirigir la seguridad nacional simultáneamente. Una vez Steven Chu, laureado Nobel en física y nuevo secretario de Energía, diseñe unas pautas precisas, el reto para la nueva administración será cómo generar un consenso político y público.
Doblar la cantidad de energía alternativa producida en Estados Unidos en tres años no es tan difícil como pueda parecer en un principio, ya que las fuentes de energía alternativa suponen únicamente un 7% de la energía consumida en el país. Lo que resultará más complicado es reducir las emisiones de carbono en un 30% en un plazo de veinte a treinta años, afirma el Dr. Stephen H. Schenider. El climatólogo es profesor de Estudios de biología y medioambiente en la Universidad de Standford y coordinador del Panel Climático intergubernamental, el instituto que compartió el premio Nobel de la paz con Al Gore en 2007.
El plan inteligente de Obama
Para producir energía verde, los EE UU no solo tienen que construir más centrales eólicas y solares. También tienen que modernizar las centrales eléctricas con tecnologías menos perjudiciales para el medioambiente. La energía producida se tiene que distribuir por todo el país. Para conseguirlo, Obama prevé una “red inteligente”. El sistema flexible será capaz de producir energía eólica en California y energía solar en Arizona. Gracias a un sistema integrado de cables y redes, se transportará hasta regiones donde no se puede generar energía verde. Un sistema de seguridad evitará los cortocircuitos eléctricos en caso de apagones o cualquier tipo de avería. El destino final de la energía, los edificios estatales y los hogares privados, también se incluyen en el plan de Obama. Un millón de edificios al año recibirá más energía limpia en los próximos años.
El principio fundamental es incluir todo el sistema en un todo. Esto significa que la red inteligente se planearía en función de una visión nacional de dónde y cómo se produce la energía, se transporta y se emplea, afirma Schneider. La propuesta de Obama, ‘esquema de capitalización y comercio’, seguiría el mismo principio. Las emisiones de carbono estarán controladas para establecer ciertas cuotas están dirigidas a empresas, estas podrían comprar y vender sus permisos en el mercado de acciones. Estas políticas no solo disminuyen la dependencia sobre el carburante extranjero, cuyo coste no parece que vaya a disminuir, sino que también crea trabajos verdes e impulsa la economía. “Obama es inteligente al unir tres asuntos clave: la economía, la seguridad nacional y el medioambiente”, subraya Schneider.
La crisis económica puede facilitar los cambios que Estados Unidos necesita hacer en su producción energética, ya que la gente está deseando aprender nuevas habilidades para conseguir un trabajo. Al mismo tiempo, la escasez de capital producida por la recesión económica no ayuda a las inversiones en campos que no están considerados como altamente rentables. Estados Unidos necesita inversiones reales así como un compromiso político real según un Schneider, “optimista pero también realista”. “Necesitamos un conjunto razonable de normas consistentes por parte de los partidos políticos y después a nivel internacional”. La función del Congreso es constituir una coalición sin oposición de intereses especiales y transmitir una legislación afín al medio ambiente. EEU U tiene ahora la oportunidad de desarrollar un esquema de capitalización y comercio evitando los errores cometidos por los europeos, pioneros en el campo de la protección medioambiental, afirma Schneider.
La diferencia con Europa
El 85% de los europeos apoyan las políticas medioambientales frente al 60% de los estadounidenses
Pero Estados Unidos afronta desafíos políticos más complicados que Europa, ya que la opinión pública se muestra indiferente, nerviosa o suspicaz respecto a las políticas medioambientales, continúa Schneider. En Europa, el 85 % está a favor de estas políticas, mientras que en Estados Unidos el porcentaje se encuentra en un 60% aproximadamente. Esto hace que para las personas elegidas sea políticamente arriesgado apoyar las reformas medioambientales. Sin embargo, tras los estragos causados por el clima y un gran cambio político, los estadounidenses están más preocupados, y posiblemente más receptivos respecto a estos temas de lo que estaban en 1993, cuando fracasó el plan Clinton–Gore por falta de apoyo político.
Lo más importante, la participación de la gente joven en aspectos ecológicos está aumentando. “Ha sido muy gratificante observar el entusiasmo de la gente joven”, afirma Schneider. Hace tres años impartió su clase de control del cambio climático frente a 20 estudiantes. Hoy son 150. "Tanto Europa como la gente joven son críticamente importantes para la tarea urgente de evitar el catastrófico cambio climático", afirma Robert Engelman, vicepresidente de programas en el Instituto Worldwatch y codirector de proyecto del recientemente publicado Estado del Mundo 2009. El libro indica una voluntad mundial de cambiar a la energía renovable así como un apoyo masivo público con el fin de salvar el clima global. Una vez que los políticos se pongan de acuerdo sobre las políticas, la gente tiene que entenderla y optar por nuevas maneras de vivir.
Los jóvenes clientes hablan de política
“En estos momentos yo no tengo demasiado claro cuál es su política", admite Jabob Lheman, un editor de libros de 28 años. La mayoría de la gente joven que compra en el mercado ecológico de Union Square afirma que el nuevo plan para energía limpia no es fácil de entender. Su interés por los temas verdes es de carácter personal, sin que influya el hecho de que el gobierno de Obama sea el más comprometido de la historia de Estados Unidos con una economía de energía renovable. Otros creen que la personalidad carismática de Obama arrojará más atención a los temas de cambio climático de la misma manera que le proporcionó mucho apoyo político, especialmente entre los jóvenes. Según los sondeos de Gallup, la confianza de los estadounidenses en Obama como presidente todavía se encuentra en el 65 %.
En la mente de muchas personas, Obama actuará como un líder poderoso, capaz de dirigir los esfuerzos de cambio. Pero sus políticas verdes no son una cuestión de carisma, sino más bien de consenso político y sentido común. El sentido común que muchos piensan que ha faltado a Estados Unidos y a otras regiones del mundo durante demasiado tiempo. “La semana pasada había 65ºF (18 grados) en Nueva York”, afirma Allison Lardner, de 29 años, una asidua en el mercado de Union Square. “Si no crees en el calentamiento global, mejor que vayas despertando”.
Translated from US warms up to the global climate change consensus