Economía: reformas incompletas
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Fernando Navarro SordoLa PAC sigue lastrando el presupuesto comunitario y las economías sureñas. El crecimiento sigue burlado y la estrategia de Lisboa en stand by... Y todavía hay más.
A lo largo de la Historia de la UE, la comisión Prodi podrá tenerse por la más política: ha sido aquella que, por encima de las demás, ha buscado redefinir su propio papel en el edificio institucional comunitario. La intención de Prodi –ilustrada por su Constitución, bautizada con el sobrenombre de «Penélope»- era clara: contribuir a moldear las reglas del juego de modo que confirieran a la Comisión verdaderos poderes de ejecutivo transnacional.
Cancerbero de los tratados
El proyecto era ambicioso, quizá demasiado para su tiempo, pero hay que reconocerle una buena visión política de conjunto a medio y a largo plazo. Y esto a pesar de que, por desgracia, a su amplitud de miras no ha correspondido un realismo político idéntico, reduciendo el papel de la Comisión al simple rol de cancerbero de las reglas comunitarias. Sea como sea, el intento ha sido en vano: a pesar de Prodi, el esbozo de tratado constitucional pergueñado por la Convención y que los jefes de Estado y de Gobierno deberán aprobar, con algunas modificaciones, en la cumbre europea del 17 de junio, no es satisfactorio. Colocando al Consejo Europeo en el centro de la vida política de la UE, se institucionaliza de hecho el existente déficit democrático, y alimenta el desentendimiento por parte de los ciudadanos europeos.
La UE pierde credibilidad
Pero veamos en qué se ha destacado la Comisión en un sector –la economía- en el que dispone de un margen de acción más extenso. Examinemos la estrategia de Lisboa, la cual prevé convertir la UE «en la economía más competitiva del mundo» de aquí a 2010. A la luz de su magro desarrollo reciente, este objetivo aparece antes bien como una veleidad pueril que como una propuesta económico-política creíble. Tomarse en serio objetivos tan ambiciosos es imposible, pues la voluntad política que se requiere para su realización brilla por su ausencia en Europa. Resultado: la Unión sigue perdiendo credibilidad.
Mientras tanto, China e India crecen a un ritmo del 10% del PIB anual, con 2000 millones de habitantes; los EE.UU. alcanzan el 4,5% gracias, en esencia, a las nuevas tecnologías, y el sudeste asiático no se queda atrás. Es más, en todas estas regiones el desempleo se halla en clara regresión. En resumen, lo que aún es un proyecto en Europa, ya es una realidad en los Estados Unidos, y en Asia se avanza irresistiblemente en esta dirección.
La PAC contraproductiva
La UE necesita reformas en numerosos sectores -agricultura, finanzas, investigación básica y aplicada-. Para estos dos últimos sectores, la gestión del sector agrícola es la que genera los perjuicios más inmediatos. La Política Agrícola Común (PAC) entraña una distorsión evidente de las estructuras internas del mercado europeo. Ofrece aciagos incentivos a la producción y contribuye al mantenimiento del elevado precio de los productos agrícolas. Esto repercute en la tasa de inflación europea y por lo tanto, de modo indirecto, sobre la percepción negativa del Euro, culpado sin razón justa de la inflación, cuando la responsabilidad en este asunto recae en la ineficacia de sectores hiperprotegidos que no han sido reformados con arreglo a la realidad del mercado.
El fracaso de Cancún
En cuanto a las negociaciones internacionales, ha sido también para defender la PAC por lo que la Comisión –alineándose con el proteccionismo norteamericano– ha contribuido al fracaso de las negociaciones de la OMC en Cancún; unas negociaciones que hubieran podido ayudar a los países en vías de desarrollo a reajustar el precio de sus exportaciones permitiendo a los consumidores de los países avanzados adquirir sus bienes a mejor precio. Los efectos negativos de la PAC se padecen sobretodo en el seno de las economías africanas, productoras de materia prima y bienes agrícolas.
Aún así la Comisión ha alcanzado dos importantes objetivos en el plano internacional: la ampliación y la nueva política de competencia. La ampliación de la UE con diez nuevos miembros es un síntoma concreto de su apertura hacia el exterior: la UE no es una fortaleza sino un espacio institucional de unión. Frente a las dificultades no debemos obviar el alcance histórico de este acontecimiento. Un acontecimiento por el que los pueblos de Europa deciden unirse y coordinar sus modelos sociales, económicos, jurídicos y culturales.
El signo palpable del poder de la UE se encuentra en definitiva en su capacidad para saber imponer reglas nos sólo en el interior sino también en el exterior: la política de competencia de la Unión ha permitido medir no la potencia militar europea, sino la económica, cimentada con normas jurídicas válidas en su interior, pero con efectos transnacionales.
Para terminar, hay que señalar en el plano internacional el tratado de libre comercio firmado con Brasil, la culminación de las negociaciones de la UE y Rusia para el ingreso de esta última en la OMC y el proceso de diálogo reforzado con Turquía y demás países de la órbita mediterránea. Punto –éste último- que puede resultar definitivo para la estabilidad social y el crecimiento económico en esta región: la ampliación a Turquía acaso sea el desafío más grande en la política exterior durante los años venideros para la UE. El informe sobre el estado de las negociaciones entre la UE y Turquía será, durante el próximo otoño, el último gran acto oficial de esta comisión. Es de desear que se logre arbitrar una postura a largo plazo para la materialización de las aspiraciones del pueblo turco sin perder de vista el realismo político necesario para el respeto de los Derechos Humanos y los fundamentos de las democracias liberales íntimamente compartidos en el seno de la UE.
Las dos facetas de esta comisión aparecen, pues, de modo nítido: éxito en el exterior, guiado por una visión política de gran envergadura coincidiendo con los intereses y los valores políticos de los principales países de la UE (diálogo, inclusión, ampliación); ineficacia en el interior en donde el Consejo Europeo ha logrado evitar que la Comisión adquiriese un rol más político dentro de la Unión. Conjugando estos dos aspectos, la Unión demuestra una mayor fortaleza cuando se presenta unida y, aun contando con una estructura interna muy frágil, proyecta hacia el exterior una cierta dimensión de estabilidad y de seguridad.
Translated from Economia: quelle riforme incompiute