Diario: Vilna y yo, reacios compañeros de cama
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LíaLa pasión por Vilna se evaporó hace años, desde que la capital lituana se convirtió en un lugar caro y poco agradable para vivir, o tal vez desde que dejé de ser un estudiante. Sin embargo, para un graduado en Ciencias Sociales con pasaporte lituano es allí donde está el trabajo. Una anécdota del bloguero de cafebabel.com Wonderland
Así que aquí sigo. De vez en cuando, necesito salir de Vilna para poder volver a apreciar lo que tengo. Pero, más tarde, la ciudad me arrastra con su abrazo frígido, me sostiene en su pecho velludo, pegajoso, con atascos, mientras masculla: “Mi niño, estás en casa”.
Solamente redescubro esta ciudad cuando tengo turistas alrededor. De hecho, hay muchísima belleza que admirar y comodidades en comparación con otras ciudades. Cuando volví de Israel, me di cuenta del gran número de árboles que ocupa Lituania, sus parques acogedores y la alegría del distrito de Uzupis, los cuáles todavía tengo que visitar. Pero como ocurre siempre, hay un lado sombrío: algunos edificios todavía siguen siendo de venta/ alquiler, tal y como los dejé. Los conductores aún disfrutan arriesgando nuestras vidas y salpicando de agua sucia a los pobres peatones cuando pasan con sus coches. Nunca había visto a la gente con una expresión de preocupación tan grande en la cara.
Pero esta ciudad tiene algo que ver con ello…
Fotografía: ©Linas Justice aka linasmarcisauskas.com/ Flickr
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Translated from Diary: Vilnius and I, reluctant bedfellows