Derechos Humanos en caída libre
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Fernando Navarro SordoEl asunto de los vuelos secretos de la CIA en el Viejo Continente ha ensombrecido la visita de la secretaria de Estado norteamericana Condoleezza Rice. Ahora bien, los EE UU no son los únicos que corren riesgos; la Unión también tiene mucho que perder.
“Condi” lleva desde el 5 de diciembre en Europa. La secretaria de Estado norteamericana, fiel escudera de Georges W. Bush, se encuentra –no obstante- confrontada a cuestiones muy desagradables. Durante los últimos años, la CIA puede haber usado aeropuertos europeos para el transporte de presuntos terroristas en aviones propios hacia cárceles secretas. Según la ONG Human Rights Watch, el gobierno estadounidense podría haber puesto en pie mazmorras secretas en Rumania y Polonia.
300 vuelos
Si estos datos fueran exactos, la reputación de la CIA no sería la única en ponerse en tela de juicio. La UE se encontraría inmiscuida en un escándalo inédito. Hasta ahora, el gobierno de EE UU no ha confirmado estas informaciones, pero tampoco las ha desmentido. Antes de salir hacia Europa, Condoleezza Ricese mostraba cautelosa: “No podemos comentar informaciones que puedan comprometer los esfuerzos de nuestros servicios de inteligencia, de nuestras medidas judiciales y de nuestras acciones militares. Esperamos que los demás países comprendan nuestra postura”.
Mientras el anuncio de prisiones secretas existentes en suelo rumano y polaco ha sido desmentido por las autoridades de estos países, las cifras relativas al número de aviones fletados por la CIA son cada vez más precisas. Según el diario británico The Guardian, 300 vuelos que han podido sobrevolar territorio de países como Francia, Inglaterra, Alemania, Italia o España. El semanario alemán Der Spiegel arroja, por su cuenta, la cifra de 437 vuelos. En cuanto a la cadena de TV norteamericana ABC, pretende que el gobierno de Washington ha clausurado las prisiones sospechosas desde la aparición del escándalo.
Pérdida de credibilidad
Por su parte, la UE –aún bajo presidencia británica- ha reaccionado de inmediato: Jack Straw, Ministro de asuntos exteriores del Reino Unido, le dirigió una carta al gobierno norteamericano exigiendo explicaciones sobre estas revelaciones. El miércoles pasado, en Kiev, Condoleeza Rice replicó que los Estados Unidos respetan la Convención des Naciones Unidas sobre prohibición de la tortura, tanto en sus fronteras como fuera de ellas.
Los EE UU no se dejan intimidar con facilidad. En Washington, la idea de que el país está en estado de guerra persiste desde los atentados de 2001: una justificación que impone reglas diferentes. La UE nunca le ha atribuido al combate contra el terrorismo la misma importancia, a pesar de que Madrid y Londres hayan sido víctimas de grandes atentados suicidas. Los 25 no se han puesto aún de acuerdo -desde la guerra en Irak- sobre una estrategia que adoptar en materia de lucha contra el terrorismo. La UE debe velar ahora más que nunca por no perder sus habilidades negociadoras en la escena internacional. Y es que es evidente, que les americanos y los Estados europeos concernidos son quienes han autorizado estos vuelos sin hacerlo público ni informar de ello a Bruselas. Un comportamiento cuanto menos paradójico de naciones que desean escribir con mayúsculas la formula “Derechos Humanos” en su Constitución.
La reacción de la UE, no obstante, ha sido veloz viniendo de una institución tan lenta y tentacular. La carta de Jack Straw constituye curiosamente una respuesta muy firme. El comisario europeo de Justicia, el Italiano Franco Frattini, ha abierto además una investigación, amenazando a los Estados miembro que hayan colaborado con la CIA con retirar su derecho de voto en el Consejo Europeo si se probara que los Derechos Humanos se han conculcado. Falta saber si los Estados miembro incriminados están interesados en una aclaración completa del asunto y si están dispuestos a cooperar en estas investigaciones ordenadas por la UE. Es más, ¿quién asegura que la Unión, en caso de golpe fuerte, logre aplicar las sanciones anunciadas? El asunto de los vuelos secretos de la CIA es una buena oportunidad para fotalecer la credibilidad de las instituciones comunitarias.
Translated from Menschenrechte im Sinkflug